BAFICI 2010: Ruhr (2009)

Ruhr

Esta es la crítica de la película, pueden escucharla a continuación:

«Se trata de una película de 5 o 6 planos en total, uno de los cuales demora una hora entera, cinta que podríamos llamar ‘La vida de lo inanimado’. Son muy pocas las apariciones humanas, están más bien para justificar lo humano como una actitud mecánica y rutinaria como las cosas que se muestran en cada plano.

Todo esto a qué nos lleva, a que el público se convierta también en parte de estos ritos mécanicos y rutinarios, ya sea porque algunos se vayan de la sala a lo largo de la película, como los que nos quedamos para cumplir la rutina de estar viendo pasar el tiempo, ensayando diversas formas de sentarnos en la butaca, bostezando, estirándonos y pensando qué mierda hago aquí. Y luego cuando salimos de esta sala, el contraste está lleno de vida en Buenos Aires, la gente caminando por todas partes, mucha gente de muchos países, mucha luz, mucha actividad. Gran contraste.

Este tipo de cine me atrae y me repele por igual. Lo que me atrae es la puesta por la imagen, no por la imagen en movimiento, sino la imagen fija pura y desnuda, con reverberaciones poéticas, por el paso del tiempo, pero también por las reverberaciones sociales e históricas, la deshumanización, el vacío del mundo industrial.»

[audio:https://www.cinencuentro.com/files/bafici2010/bafici2010ruhr.mp3|titles=BAFICI 2010: Ruhr (2009)|artists=Crítica de Juan José Beteta]

Extra: Vean también esta nota que hiciéramos en el BAFICI 2007 sobre Sadie Benning, la hija de James Benning.

Sinopsis: Siete planos en video de alta definición: la película que inicia la era James Benning d.c. (“después del cine”, esto es, luego de abandonar el formato que eligió durante casi cuarenta años debido al estado actual del 16mm entre otras cosas) es, como era de esperarse dentro de la filmografía de un revoltoso imperturbable, un film que mira hacia una era pasada. No al pasado del cine, sino al pasado del propio Benning, ya que este largometraje es una observación fría y subjetiva (ambigüedad de la puesta en escena raramente igualada, con excepción de Emigholz) del valle del Ruhr, lugar de nacimiento de sus padres y tal vez su vínculo más estrecho con un paisaje no-norteamericano. Local o visitante, su cámara posee la misma relación casi magnética con los elementos dentro del cuadro, que no sólo ilustran una política de la visión, sino que también establecen un diálogo vital e indivisible con su entorno. Un túnel, una fábrica, un bosque, un templo, un removedor de graffitis, una calle y una chimenea gigante: lo asombroso de Ruhr es que, aun sabiendo de antemano lo que contienen sus imágenes, jamás se puede llegar a estar del todo seguro de que efectivamente es eso lo que se está viendo. Vean el trailer.


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