Tron, el legado (2010)


Hace casi treinta años un filme se adelantó a su tiempo, Tron de Steven Lisberger, donde Kevin Flynn, un joven hacker y dueño de una sala de juegos de video, es secuestrado y enviado a un mundo paralelo regido por una especie de programa maligno que gobierna de manera tiránica, llamado Sark–Control Maestro, que es la versión electrónica de uno de los villanos del mundo real. Flynn tiene todas las de perder en un mundo en el que desconoce totalmente las reglas, hasta que recibe la ayuda de Tron, una especie de programa superhéroe que defiende a los usuarios y con él logra vencer al malhechor y vivir en una era de paz.

Filmada en gran parte en blanco y negro, y posteriormente colorizada con técnicas de rotoscopía, y las primeras imágenes computarizadas usadas en cine, la cinta se convirtió prácticamente en un filme de culto, a pesar de su trama llena de términos informáticos complicados de entender en ese momento, por un público que todavía no conocía las computadoras como ahora.

En el 2010, ahora como productor, Lisberger decide que es tiempo de retomar la historia, que empieza poco después de donde terminó la primera parte: Kevin Flynn llena la cabeza de su hijo de 7 años con historias sobre sus fabulosos viajes a «The Grid», el mundo paralelo digital que descubrió, que ahora gobierna y que él ha convertido en un videojuego que lo ha hecho millonario. Se vale para ello de réplicas tipo Star Wars de los personajes, pero justamente cuando está punto de contarle un último descubrimiento, se detiene, le da las buenas noches a su hijo, se va a «The Grid» y no vuelve más.

Esta escena inicial, está muy bien contada: hace una buena presentación de los personajes, la recreación de una habitación de los 80 es bastante realista, se palpa el amor y la conexión que existe entre padre e hijo, y que se mantendrá a pesar de los años («Somos del mismo equipo», se dicen). Pero lo que más sorprende de este momento, es la versión digital de Jeff Bridges, sorprendentemente similar a como lucía en el Tron de los 80.

Tras este prometedor inicio, las cosas ya no van a mejorar, el nudo argumental es bastante flojo y los personajes que aparecen a partir de allí (salvo el de Flynn y en menor medida el de Clu), tienen la dimensión de un personaje de videojuego. Incluso cuando Sam, el hijo de Kevin, acude en busca de su padre al mundo de digital de «The Grid», las cosas decepcionan un poco: ahora el mundo paralelo luce más real, y los efectos digitales son más definidos que en el original, pero no hay nada novedoso con respecto al primer filme, es un mundo oscuro (salvo la zona donde viven Flynn y Q y también el bar de Castor), diseñado sin mayor imaginación y ni siquiera las escenas de luchas en juegos y persecuciones tienen algo que las haga realmente destacarse.

Las actuaciones son bastante disparejas, la experiencia y las virtudes de Bridges lo elevan por encima del resto del reparto, aunque tiene la suerte de que su personaje es el menos plano. Increíblemente la actuación que sigue en méritos es la de su doble digital Clu, y aquí seguro podría darse un debate sobre lo que pronto será una tendencia en Hollywood: la de incluir actores digitales y sobre si se puede comparar sus «habilidades» con actores de carne y hueso… lo dejamos allí. Del resto, Olivia Wilde (la Dra. Remy de House) apenas cumple en el rol de Quorra, Garret Hedlund fracasa en su intento de darle algo de alma al personaje de Sam, y al pobre de Bruce Boxleitner le tocó bailar con la más fea: su personaje a pesar de su importancia en la historia original, está ahora completamente relegado y ni siquiera tiene derecho a un doble digital, como su colega Bridges.

La música de Daft Punk funciona generalmente bien, aunque está presente a veces más tiempo del que debe, y si tuvo la mala suerte de presenciar la versión doblada, tendrá que soportar la distorsión que sufren la música y los efectos sonoros, que a veces llegan a niveles peligrosos para los oídos.

El director Joseph Kosinski, proveniente del mundo de la publicidad de videojuegos, y que debuta en el cine en esta película, nos ofrece una historia superficial, ingenua y que desaprovecha totalmente los avances tecnológicos desarrollados desde los ’80 a la fecha para incorporarlos a la trama: ¿Qué hubiera ocurrido por ejemplo si se hubiera utilizado el Wifi (mencionado en el filme en tono de broma) en lugar de los cables como puente entre ambos mundos? En cambio prefiere jugar con conceptos como los algoritmos isomórficos, a quienes se les da un peso increíble, pues son capaces de cambiar todo lo que conocemos hasta ahora: ciencia, filosofía religión… según las palabras de Flynn, pero nunca se explica cómo.

Cuando después de ver una secuela, tenemos unos deseos incontenibles de volver a ver el original, obviamente no estamos ante una gran continuación, y es que Tron, sin llegar a ser una obra maestra, definitivamente envejecerá mejor de lo que lo hará su «legado».

Tron: Legacy

Dir.: Joseph Kosinski | 125 min. | EE.UU.

Intérpretes: Jeff Bridges (Kevin Flynn / Clu), Olivia Wilde (Quorra), Michael Sheen (Castor / Zuse), Garrett Hedlund (Sam Flynn), James Frain (Jarvis), Bruce Boxleitner (Alan Bradley / Tron), Beau Garrett (Gem – Siren 1), Serinda Swan (Gem), Steven Lisberger (Shaddix).

Estreno en España: 17 de diciembre de 2010
Estreno en el Perú: 25 de diciembre de 2010


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