Secuelas del terror (2010)

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La semejanza con Días de Santiago existe, pero realmente es básica y poco relevante. El drama del perturbado sobreviviente de una guerra, un tipo de historia que atraviesa la historia del cine, es ambientada por Secuelas del terror de modo bastante diferente al filme mencionado, buscando su propia personalidad, y logrando un balance muy aceptable.

El primer acierto es el ritmo calmo de su relato, el andar sosegado que esconde el peligroso desequilibrio de su protagonista, el ex militar apodado Dragón que regresa después de veinte años a una Huamanga distinta y finalmente ajena. El director Juan Camborda no se apura por llegar a la explosión de su personaje, y aún cuando ya ha empezado a darse, todavía se apoya en la cortesía del solitario vigilante en el paulatino trayecto hacia la atrocidad insalvable.

Sin embargo, no evita pasos muy evidentes como los insertos vociferantes que brotan de su interior, ataviados de gruesos efectos, y la conversación con su antiguo compañero que lo deja impactado por tomar conocimiento del difícil destino de sus colegas y la conciencia de que le espera algo similar. Son inflexiones subrayadas, sin las cuales la narración sería más prolija, que contradicen el esquema narrativo pero no llegan a disolverlo.

Buena parte del interés de Secuelas del terror se sustenta en la atinada elección de la locación principal. Es una propiedad muy grande, pródiga en distintos ambientes, con campo amplio y salones confortables, un escenario propicio para que Dragón enloquezca, y maquine y ejecute sus desvaríos. La imagen tiene perspectiva, con riqueza de encuadres lejanos, esquinados, a ras del suelo o de la tierra, que muestran cómo el ex soldado se va apoderando de la geografía, fungiendo de empleado parco y acomedido, y explotando los encuentros furtivos de la joven y el enamorado que la madre rechaza.

Una serie de personajes secundarios, además de las actuaciones irregulares, se sostiene con cierta debilidad (la reportera, su jefe, el policía), pero no deja de aportar a que la amenaza siempre esté muy clara y que vaya in crescendo. El problema más serio, especialmente en la parte resolutiva, radica en el diálogo explicativo que abunda en las motivaciones de Dragón y justifica sus acciones, cuando está cercado y a tiro de objetivo. La perorata del servidor a la patria que ha sido abandonado, se siente traicionado por la desidia del Estado y considera en su paranoia que está rodeado de terroristas, invade los momentos de desesperación en los que la vida está en juego, un exceso verbal que le quita verosimilitud a la situación y aminora el clímax.

Dir.: Juan Camborda | 90 min. | Perú

Intérpretes: Jhonny Ballasco (Dragón), Héctor Oré (Periodista), Sary Medina (Patrona), Mónica Medina (Reportera), Norma Guerreros (Hija de la Patrona).

Estreno: Octubre de 2010


Esta entrada fue modificada por última vez en 28 de febrero de 2011 12:39

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