“Sobre las brasas”: Entrevista a las documentalistas Mary Jiménez y Bénédicte Liénard

Mary Jiménez

Sobre las brasas, de Mary Jiménez y Bénédicte LiénardA fines de 2012 supimos que Mary Jiménez se encontraba en Perú realizando el rodaje de su nuevo documental -que codirige junto con la cineasta belga Bénédicte Liénard. En realidad ellas ya habían colaborado antes y es justamente a raíz de una película de Bénédicte, que ambas conocieron a los personajes y el escenario pucallpino donde se desarrolla la historia de Sobre las brasas (Sur des braises), su trabajo más reciente.

La obra de la documentalista peruana Mary Jiménez (Lima, 1948) es poco conocida en nuestro país, todo lo contrario de Europa donde ha tenido difusión y ha contando varias veces con la producción de Jean-Pierre y Luc Dardenne. Felizmente esa situación va cambiando pues el primer festival Transcinema (Festival Internacional de No-Ficción) ha programado una retrospectiva de su obra, compuesta por seis largometrajes y con la curaduría de Mauricio Godoy.

Aprovechando la coyuntura, y con el mismo afán de Mauricio y compañía, publicamos esta entrevista que realizamos una tarde de noviembre, cuando Mary Jiménez y Bénédicte Liénard acababan de finalizar el rodaje de Sobre las brasas y tenían a flor de piel la emoción de lo ocurrido. Ahora sabemos que el documental se encuentra terminado y listo para ser estrenado, esperemos que sea pronto.

Una cineasta peruana en Bélgica

Poca gente ha visto las películas de Mary Jiménez, hay poca información en internet o donde sea. ¿Eso es algo decidido? ¿O ha ocurrido porque simplemente es así?

Mary Jiménez: Acá en Lima sí, pero en Bélgica si escribes mi nombre en internet me encuentras y no hay nada escondido. Francamente, sobrevivir en Europa es todo un trabajo, encontrar plata para hacer las películas como quieres, luchar para tener el dinero e ir a festivales, nunca me he ocupado para ver si me conocen aquí. Ahora por primera vez hemos dejado las películas en Lima, para que se muestren. En Europa claro que me preocupo que se vean, que salgan. Mis películas salen en la televisión, mis documentales más que todo, mis últimos tres al menos.

Mary Jiménez
Mary Jiménez (Lima, 1948).
En orden cronológico, ¿cuáles son tus filmes? ¿con cuál comienzas?

MJ: «Del verbo amar», «Fiestas», «Loco Lucho», «La posición del león acostado», «El diccionario según Marcos» y ahora último «Héroes sin Rostro»; esos son los documentales.
En ficción: «Piano Bar», «La mitad del Amor» y «L’air de rien» («Up in the Air», en inglés).

No he visto la del león acostado pero sé que es de mujeres en fase terminal.

MJ: En el león acostado (La position du lion couché) yo he seguido a tres personas que se iban a morir. Desde que supe que iban a morir hasta después de muertas. Y eso me ha permitido acercarme con una cámara a algo que nos da miedo a todos: morir.

Pero esa gente también tenía humor, y han organizado su muerte como algo que se comparte con un grupo, entonces no es una muerte tipo «Ay, me voy a morir», sino es una mujer que organizó eso que le llamaba «El Bote». En el bote había un capitán, ella, y toda la tripulación, sus amigas quienes hacían reuniones en las que ella explicaba lo que estaba viviendo, lo que pensaba, en el proceso de aceptación, dolor, todo lo que pasaba. Eso le da a uno como espectador coraje, energía, fuerza; habían regalos, ella pedía regalos que tenían sentido, uno tenía que pensar en eso y todo eso se iba filmando. Al final cuando se murió, dio regalos a todos e hizo una reunión en la playa y quería que sus restos fueran enviados al espacio porque siempre quiso ser astronauta. Entonces compraron un cohete, lo lanzaron en la playa… No es una película tan triste tampoco, un poco a lo que salga.

Fue una experiencia muy fuerte, y la gente tiene miedo de verla por el tema mismo, pero todos los que la ven salen felices, piensan en organizar lo mismo, para que no sea una cosa que se viva en la soledad, sino en un grupo social.

Es algo de lo que no se habla, y hay que ser especial para poder enfocarlo no solo hablando de eso sino irradiar alegría.

MJ: Esa mujer en un momento dado me dice: «Yo voy a morir así, van a estar ahí mis amigas, va a haber mucha gente, y van a rezar todos juntos». Ella imagina como va a ser el momento exacto, tanto así que ya quisiera que mañana ocurra, ya está ansiosa. Claro que no pasa así, y yo muestro que no pasa así, pero bueno. Una persona con mucho coraje, tenía un cáncer en el cerebro, y no quería que le prolonguen la vida. Todo el mundo trata de prolongar de una manera u otra. Es diferente, bien diferente.

La posición del león acostado
Fotogramas de "La posición del león acostado".
¿Cómo es tu relación con el Perú? Sabemos que estás establecida en Bélgica, trabajas allá.

MJ: Yo hago películas, entonces mi relación con el Perú es mediante películas. Mi relación personal con el Perú es que me gusta la comida, la música, que siento que me hace vibrar las células. Y me encuentro bien con la gente acá, siento que es una relación más inmediata que con la gente de Europa. Yo he vivido en Europa 40 años. Es bastante, y acá en el Perú, he vivido 23. Es decir, he vivido en Europa el doble. Estuve muy contenta cuando Bénédicte Liénard me dijo para venir acá y yo acepté pensando: «Bueno, si quiere conocer la selva, más aun al saber que yo soy peruana, ¿por qué no?», y le encanta el Perú. Como trabajamos juntas en otras cosas, hemos estado haciendo un largometraje que preparamos, escribimos juntas. Me parece que si tengo ganas yo o ella de hacer una película de nuevo, podemos otra vez regresar. Yo no puedo, no tengo plata para venir y quedarme, imposible. Mi familia ya no está acá, solo tengo amigos. Entonces, mi manera de venir, de estar acá es haciendo películas.

Por otro lado, yo me fui de aquí porque tuve una experiencia terrible acá. Me hicieron electroshock. Yo he empujado durante años, porque viví muy mal aquello que me ocurrió;poco a poco estoy regresando. Y regresar con películas es bien fácil, porque tienes como un escudo.

Cuando preguntaba sobre lo de las películas, si generas reacciones, si consigues que una o dos personas conozcan la realidad de manera tan vívida, hay un poder ahí.

MJ: Yo pienso que cuando haces una película, nunca sabes lo que va a ocurrir. Quién la va a ver, a quién le va a tocar. En Europa el sistema es que haces una película y para poder sobrevivir como documentalista tienes que ir a algún festival tipo A, y hay una lista de festivales A. Llevas tu documental a uno de esos festivales para que lo vean todas las personas que hacen cine, ningún público de la calle; o son críticos o están haciendo cine o estudiando. Y después, una vez que la vieron, ese es como un cóctel, para un artista es el momento del cóctel. Lo bueno es que algunas de mis películas se han pasado en sala, la primera se mostró en sala. «Loco Lucho» en la televisión y los tres documentales también. A veces me llega un email de alguien que dice que le gustó. Y piensas, por lo menos alguien lo vio y le gustó, fue importante para alguien en algún momento de su vida.

Puedo responder al «¿Por qué haces películas?»: porque a mí, las películas me han cambiado la vida; y piensas «Si a mí me han cambiado las películas, por qué no puedo hacer algo que ilumine a la gente así como a mí me han iluminado, me han ayudado, me han hecho pensar». De todas maneras, no puedo hacer otra cosa.

Sobre las brasas

Sobre las brasas
Manantay, Pucallpa.
¿Decías que ustedes han venido a Perú ha producir un nuevo documental, ¿puedes hablarnos un poco de eso?

MJ: Nosotras vinimos en 2011 porque Bénédicte estaba haciendo una película (D’arbres et de charbon, «Los árboles y el carbón»), y se le ocurrió venir acá a filmar a la selva. Estaba haciendo una película sobre un bosque en Bélgica que ella había heredado, ese bosque fue un regalo que hizo una compañía minera a una familia que había perdido gente trabajando en la mina, esa gente eran familiares de Bénédicte, y a ella se le ocurrió hacer una película sobre ese bosque, y en un momento se le ocurrió «Por qué no grabamos en un bosque grande y hacemos algo en Perú».

Vinimos acá y encontramos una manera de fabricar el carbón que no existe ya en Europa, porque ya no se hace desde hace 200 años. Cuando hicimos esa pequeña secuencia para esa película, encontramos a una familia que hace el carbón. Sobre todo una mujer de 78 años, su marido muy viejo, su hija y sus dos nietos. Y todos trabajando en un sitio y haciendo unas pirámides con madera que se cubren de aserrín y que se prenden y se queman durante quince días, para luego sacar el aserrín ya hecho carbón, eso se pone en unos sacos y lo venden para las pollerías, para hacer pollo a la brasa.

Es un trabajo durísimo porque tienen que traer la madera del frente del río donde están los aserraderos a la orilla donde ellos trabajan en bote, y la tienen que llevar cargada en los hombros. Palo por palo los traen, lo ponen en una canoa, la canoa atraviesa el río y arman esos «volcanes» que van cubiertos de aserrín. Ganan poquísimo, venden el carbón pero tienen que pagar el bote, su gasolina, la guardianía, su comida y en realidad les queda muy poco.

Decidimos venir a hacer esta nueva película porque el personaje principal, que es la mujer de 78 años, nos pareció una mujer increíble, sexy, flaca, ágil, que se subía en las pirámides y contaba unas historias muy fascinantes pues combinaban cosas del Perú; porque ha sido cocalera, ha conocido a los terroristas, y otras cosas más mágicas.

Nosotros hemos hecho bastantes documentales, pero ahora queríamos hacer uno diferente. Generalmente un documental habla del pasado, pues se trata de encontrar algo en el presente que te va a hablar del pasado. Le preguntas cosas a una persona, te habla del pasado, mezclas algunas imágenes, las editas y ya tienes un documental sobre algo que ocurrió. Queríamos hacer un documental en el presente con esa gente haciéndoles «actuar» las cosas que están viviendo, un minuto después de que han ocurrido. Entonces teníamos que ir a vivir con ellos, conocerlos bien, y entonces ficcionar su vida durante 6 semanas, que es lo que hemos estado haciendo, y con eso producir una historia que cuenta acerca de cómo esa gente trata de sobrevivir, pero no puede.

Sobre las brasas
El negocio del carbón en Pucallpa.

Ellos tienen gente que les compra el carbón. Descubrimos que quien les compra el carbón, que le llaman «El Gato», trabajaba antes con otros pero se dio cuenta que si él se iba donde están los aserraderos, ya no tenía que transportar el carbón, ni pagar el agua, pero tenía que alquilar un terreno, algo que nadie más había hecho. Aún así, pidió un préstamo y ahora mete 20 mil soles para hacer el carbón y hace unas montañas increíbles y ya interviene en la industria del carbón, gracias a que dio ese paso. Pero nuestros personajes no pueden; no tienen la espalda para hacer eso, no pueden hacer el cálculo que él hizo para ganar. A la hija de este personaje, El Gato le ha dado plata para que ella preste: así, en una pequeña célula familiar en un territorio pequeñísimo, tienes a los proletarios, al industrial y al prestamista, que con el capital del industrial hace préstamos.

Así hemos trabajado y como hemos estado metidísimas en la casa de esta gente, han venido amigos, nos han contado historias personales, hemos filmado en sus camas, ya no solamente el trabajo de ver los botes con maderas hasta el techo y ellos como hormigas trabajando, sino también ver lo íntimo de la familia. Las cosas muy en el día y en la noche, con grandes angulares y con lentes para verlos de cerca, con historias del trabajo y con cosas muy personales. Es una película que va a tener bastantes niveles, y que está cerquísima de la gente. Más cerca, imposible. No somos nosotros los que hablamos, es una película que ya no sé si es ficción o documental. Y eso me encanta porque eso es imposible de inventar. Respetamos el tiempo de ellos en hacer la escena y no cortamos, hacemos varios planos secuencia, un 95% es plano secuencia. Cámara fija, ningún lenguaje de reportaje o muy estructurado.

¿En qué zona ha sido el rodaje?

MJ: En Pucallpa, por el Manantay, ahí hacen carbón. No nos ha interesado tanto el aspecto ecológico pero claro que sabemos que el carbón destruye la selva, hay un plano en el cual ves pasar un bote con tantos árboles cortados que no necesitas poner subtítulos, la destrucción es omnipresente, pero no estamos haciendo ningún comentario exterior al punto de vista de la familia. No se dice que estamos destruyendo nada, no nos corresponde, sino al espectador.

Siempre tu relación con el Perú ha sido o a través de tu familia o por fiestas regionales, y ahora es un enfoque totalmente diferente lo que estás haciendo con este documental.

MJ: Bueno, también tiene que ver con Bénédicte, es una película de las dos. Creo que este tipo de enfoque, si yo hubiera estado sola, hubiera sido muy difícil usarlo. Necesitas mucha rapidez si quieres estar al filo de lo que está pasando para transformar lo que estás escuchando y encontrar las ideas para hacer una ficción en esta «ficción documental». No es fácil, requiere un trabajo de proximidad con la gente, requiere estar muy cerca, mucha confianza, pero al mismo tiempo trabajar bastante. Ella ha manejado bastante la cámara y yo he sido la que escucha. Bénédicte entiende bastante, pero ha habido una manera de trabajar que depende de esta relación. Yo creo que sola no lo hubiera hecho, muy difícil. Pero ahora el problema es que me parece que es un lenguaje bien avanzado; más allá de las cosas que he hecho antes. ¿Ahora qué voy a hacer? No sé. Ese es un gran problema.

Benedicte Lienard
Bénédicte Liénard, cineasta belga

Bénédicte Liénard: Porque cuando filmas a una persona que trabaja, a la vez es importante trabajar, es imposible despegarse de eso, tienes que trabajar en lo que la otra persona está haciendo. Es un trabajo compartido, si tú no trabajas cómo vas a ir pidiendo. Tiene relación directa con la complicidad de la gente, tú trabajas, yo trabajo. Es un momento de vida con los otros.

MJ: Te puedo decir que mientras ellos estaban cargando el aserrín, yo no pero Bénédicte sí ayudaba. También cuando cargan planchas, ella ayuda, se integra.

BL: Y cuando la gente no tiene plata ni para comer, una película no arregla el problema de la plata. Diez minutos después no tiene para comida. Es una colaboración, una historia de amor. Porque la protagonista es fantástica, un arquetipo de mujer, un ejemplo de trabajo, una gran fuerza de imaginación, de fantasía. Es una tragedia su vida y aún así tiene mucha vida, mucha risa. Aquí hay más color que en Bélgica, aquí todo es diferente, es muy vívido. La vida es fuerte aquí, es muy interesante todo eso.

Con todo lo que tienen entre manos, ¿están contentas con lo que han conseguido?

MJ: Si, muy contentas. Ha estado difícil, pero valió la pena. Terminamos todo hace una semana y nos hemos dado el lujo de mirar todas las escenas y rehacer una o dos que nos parecía que tenían unos pequeños problemas porque no había un plano secuencia o por la focal que habíamos utilizado, o hacer planos para cosas que filmamos al momento pues sentimos que al editar se necesitaba algo más. Y hemos pasado día por día mirando todo y arreglando hasta llegar a un momento donde pensamos que ya no teníamos nada más por arreglar, que teníamos todo. Creo que tenemos un material bien rico, que cuando lo vemos, nos encanta.

¿Con qué cámara fueron?

MJ: Con una Sony FS100, que es bastante manejable. Le pusieron rieles y otros para hacer el foco pero algo muy pequeño para no llamar mucho la atención.

¿Hay más exteriores, más interiores? ¿Está balanceado?

MJ: Será mitad de cada uno. Por ejemplo, nos levantábamos a las cinco de la mañana y había una cosa que queríamos, que habíamos vivido la vez pasada y es que cuando el sol sale y además hay evaporación, la entrada al Manantay es una maravilla. Nos levantamos y justo un día hemos tenido algo increíble, para llorar: el agua, el aire, todo se ilumina, es increíble. Una persona, el que conducía nuestro bote, fue un actor excelente. Como conducía el bote, conocía a Nancy y a veces son milagros lo que pasan. Había una tensión erótica entre ellos dos, y la tienes a ella diciendo: «Yo no necesito marido, yo tengo un zambo negro que me pinta el cuerpo, se me pega todo el día, me da de comer y es todo lo que necesito, mi marido es el carbón». Al toque nos pusimos a grabar eso.

Reflexiones

¿Por qué hacen documentales?

BL: Porque la ficción llega a aburrir. Los documentales son fantásticos, son una cuestión de vida, una cuestión de cine. La vida es muy interesante, la película no. El dinero para la ficción es mucho. Esperas la plata y la vida pasa. No necesitas mucha plata para una película documental hoy en día. Con el documental uno es muy libre, uno escoge su vida, es una cuestión de vida, es una cuestión política, porque con el documental toda vida es normal: «Soy un director de cine, mi vida es normal». Mi vida es libre, por ejemplo, con las películas, hemos ido cuatro veces a Pucallpa.

MJ: Dos veces para la primera película, la suya, y dos veces para esta. Vinimos en febrero para hacer la investigación, y luego estuvimos filmando. Para nosotras conseguir plata para un documental es más fácil que conseguir plata para una ficción.

BL: La ficción es muy pesada, si nosotras escribimos una ficción, esperaríamos la plata por cuatro años. Cuando la televisión distribuye tu documental, hay muchos espectadores directos. El valor de trabajar el documental con la plata de la televisión, es perfecto. Me gusta mucho el pueblo, la filmación con gente simple, por ejemplo los carboneros dicen «¿Por qué filma mi vida? Eso no interesa ¿Por qué mi vida?». Pero es que tu vida sí es interesante. Una imagen de ti, una imagen de esta familia, del pueblo, es una valorización de tu vida, de tu trabajo, de tu valor verdadero.

En Bélgica yo trabajo mucho en una cárcel, toda mi filmación es en la zona de exclusión social. Hoy en día hay una cultura de la imagen, porque sin imágenes ¿qué cultura fabricas? Es una visión fundamental de la cultura, de la imagen. Hablar con la gente es muy interesante, es que la vida es interesante. La vida de ese carbonero, ese tipo de vidas van a desaparecer. Como los Betamax, ya no existen. Es una clase social extremadamente baja, es una fabricación tradicional, es una memoria de trabajo, el trabajo manual.

¿Esta es una coproducción peruana también?

BL: Es una idea peruana, es una asociación con la historia de gente peruana. La coproducción no es una cuestión de plata, es una cuestión de filosofía. ¿Por qué es una película belga? Por la gente, la historia de gente, la realidad de gente. Si es de gente peruana, es una película peruana de facto.

MJ: Sandra Yépez, de TV Cultura, nos ha ayudado bastante y nos va a seguir ayudando porque nosotros queremos que sea una película que la puedas mostrar aquí, ir con ellos a Pucallpa para mostrarles a la gente. Esta es una coproducción con TV Cultura y la relación con ellos recién empieza, porque también nos presentamos al concurso de Dicine acá, no se ganó pero hay otras posibilidades.

Entrevista realizada en Lima, el 8 de noviembre del 2012, por Antolín Prieto y Luis Ramos.
Fotos: Miguel Bueno, Cinergie.be
Transcripción: José Carlos Ramos Panta


4 respuestas

  1. […] he podido conversar con creadores que en pequeñas charlas me han regalado grandes consejos, como Mary Jiménez o Everardo […]

  2. […] progress de festivales y encuentros que tuvo la peli fueron motivadores. En algún momento también Mary Jiménez vio el documental en uno de sus primeros cortes, y su apreciación fue muy enriquecedora. Luego la […]

  3. […] Sobre las brasas, de Mary Jiménez y Bénédicte Liénard. Película documental realizada en Ucayali que se estrenó en Bélgica. […]

  4. […] de Norma Acosta y “El Huallaga”, de Lupe Benites. También destaca el último filme de Mary Jiménez, “Face […]

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