Ex Machina (2015): No hay nada más humano que las ganas de vivir

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La ciencia ficción es un campo muy incierto (como todos los géneros, hay que ser sinceros). Puedes encontrar gratas sorpresas como grandes decepciones. Ex Machina, del director inglés Alex Garland es una nueva propuesta dentro del ‘subgénero’ de la inteligencia artificial, tan de moda hace algunos años. Al igual que muchas otras cintas del mismo corte, este filme brinda una reflexión sobre el estado de la condición humana y una nueva visión sobre los alcances del hombre en su incansable búsqueda de sentirse o parecerse a un dios todopoderoso.

Ex Machina cuenta la historia de Caleb (Domhnall Gleeson, «Bill Weasley» en la saga Harry Potter), un joven desarrollador en informática que trabaja en una de las compañías de internet más poderosas del mundo. Sin saber muy bien cómo, gana un concurso dentro de la empresa para realizar un largo viaje y convertirse en el asistente del misterioso, solitario y ebrio director ejecutivo y dueño de la compañía, Nathan, interpretado por Oscar Isaac («Inside Llewyn Davis», «A Most Violent Year»).

Cuando llega a la moderna casa de su jefe, muy alejada de la civilización, Caleb descubre que Nathan lo quiere para que participe en un experimento extraño y fascinante: interactuar con la primera inteligencia artificial auténtica, encerrada en el cuerpo de una hermosa chica-robot (la sueca Alicia Vikander), y ponerla a prueba con el fin de demostrar que realmente funciona. Una premisa bastante atractiva de por sí.

Alex Garland nos presenta una historia distinta a las acostumbradas, con más matices y giros narrativos que los esperados en este tipo de producciones. La película consigue que el género se refresque y brinda interesantes miradas alternativas sobre la fantasía de las mentes artificiales y los motivos de su creación. Ex Machina es una caja de sorpresas y una grata experiencia audiovisual. El filme funciona bien en los aspectos narrativo y técnico, pero que no se queda en una fría muestra de ciencia ficción con buenos efectos, sino que también es un claustrofóbico thriller psicológico con toques de morbo y mucha personalidad propia.

Para valorar Ex Machina y sus alcances hay que hablar del debutante director Alex Garland, quien a los 26 años publicó una conocida novela llamada The Beach que se convirtió en best-seller y le permitió ganarse la confianza del director Danny Boyle, quien adaptó el libro para el cine en 2000 (una película con Leo DiCaprio que no salió muy bien).

Poco después Boyle lo invitó a escribir los guiones de 28 Days Later… y Sunshine, ambas aclamadas por la crítica. Garland es un declarado amante de la ciencia ficción, como lo demuestra su trabajo posterior como guionista de Dredd y Never Let Me Go; y videojuegos como Halo, Enslaved: Odyssey to the West y Devil May Cry. No hay duda de que estamos frente a un capo en lo que a narración de historias se refiere.

Ex Machina nos presenta la idea de la inteligencia artificial como algo necesario para la ciencia, como un elemento esperado por la humanidad, lo cual fortalece la sensación de vivir en el escenario atemporal que Garland quiere construir con su historia, pues durante la película es difícil determinar si los hechos están sucediendo en nuestro tiempo o en algún futuro cercano o lejano, y eso es muy bueno, ya que ayuda a que la cinta gane identidad.

Caleb y Nathan nos introducen en la trama de inmediato y sin preámbulos. El jefe quiere que Caleb lo ayude a comprobar que Ava, como se llama la robot, tiene sentimientos y conciencia propia, esta pista de arranque se acompaña por una serie de elementos misteriosos y una sensación de engaño que hacen evidente que Nathan oculta algo. Caleb duda de las intenciones de su jefe, pero le fascina más la idea de acercarse a lo fantástico.

Ex Machina no teme en poner a prueba al espectador, juega con sus emociones y lo hace partícipe de la trama. Y todo esto prácticamente sin moverse de lugar -porque salvo un par de minutos al principio, otros al final, algunas escenas con un hermoso paisaje (y con diálogos que pudieron haberse dicho dentro de la casa) y una terraza- todo está filmado en cuatro o cinco escenarios interiores, pero con una iluminación perfecta que hace creíble que se trata de un moderno centro de investigación subterráneo. Lo que hace interesante a «Ex Machina» es que parece hecha para guardar analogías con una obra de teatro, por sus detalles minimalistas, sus cuatro únicos personajes principales y sus planos sin movimiento.

Caleb es el clásico «chico bueno» que al interactuar con Ava, empezará a cuestionar su propia naturaleza y qué tan hábil es en realidad manejando las relaciones humanas. El joven se encontrará en una encrucijada, pues se verá atrapado al no saber si debe hacerle caso a un hombre loco o una mujer-robot claramente más inteligente. La robot, una increíble Alicia Vikander, logra transmitir vida desde lo inerte, maneja a la perfección el lenguaje gestual. A pesar de haber estado expuesta al maquillaje y al proceso de efectos especiales, la actriz logra hacernos creer que se trata de una Frankestein 2.0.

Oscar Isaac en el papel de Nathan es quien se queda algo corto, lo cual es raro, pues el actor ha demostrado más de una vez que tiene grandes cualidades. Ese es tal vez el único punto flojo de la película. Nathan es un enemigo a nivel físico y psicológico, porque no solo está probando las capacidades de Ava, también vigila al segundo las acciones de Caleb. Sin embargo, Nathan no es lo suficientemente tétrico, a pesar de lo bien que resulta verlo luchar contra la clásica imagen de nerd inventor, es correcto, pero es muy cordial para lo que representa. Como repito, Alicia Vikander es quien se lleva los aplausos. Sobre si ella es tan fascinante como para enamorar a Caleb y al público, Garland lo deja a la opinión personal.

El director organiza todo con una determinación digna de aplauso. El modo de construir la tensión en la historia y la interacción de los personajes, sin desprenderse del factor narrativo ni del aspecto visual, forman un delicioso conjunto que puede ser visto como un thriller de elementos minimalistas que genera en el espectador un sentimiento de desconfianza constante que nos impide dejar de mirar la película. Una muy buena cinta, una historia atractiva, y una más que correcta ópera prima que puede marcar (para bien) el futuro de la carrera de Alex Garland.

Para terminar, recordemos que una de las características del trabajo de Garland es mostrar en pantalla cuáles serían las reacciones y los sentimientos más bajos de personas supuestamente inteligentes y civilizadas cuando se encuentran en un ambiente tenso y de frustración, como se vio en 28 Days Later y Sunshine. «Ex Machina» no es la excepción, los tres personajes principales son puestos a prueba, demostrando así que caer en estado de desesperación, y cometer locuras con el único fin de conseguir nuestros objetivos, no es exclusivo de la mente humana. Si un robot puede desarrollar ese estado, posiblemente sea igual o mejor que nosotros, un humano mejorado gracias a inteligencia artificial. ¿Estamos listos para eso? La película no lo responde, pero no estaría mal evaluarlo.

Notas finales:

  • Hay una reflexión interesante durante la película: Nathan menciona que la inteligencia artificial y el aspecto físico de Ava toman como referencia el historial de búsqueda de los incontables usuarios de internet, adquiriendo características de la mente humana, capacidad de reacción y razonamientos lógicos y emocionales. Eso nos lleva a pensar: ¿Tanto dice de nosotros nuestro historial de búsqueda de Google? Piénsalo.
  • A buscar la película en DVD o descargarla, porque parece que no llegará a nuestros cines en Perú. Una pena.

Esta entrada fue modificada por última vez en 5 de junio de 2015 11:47

Carlos Caramantín

Comunicador Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Editor General de El Celuloide.

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