Diversas impresiones ha tenido el documental Hija de la laguna del director Ernesto ‘Tito’ Cabellos, desde su estreno el pasado 27 de agosto. Al parecer, todos están de acuerdo en que es un hito que una película de estas características haya logrado estrenarse en las salas de cine comercial, aunque sea tan solo en cuatro de ellas. Algo digno de resaltar sobre todo por el tema que aborda, el conflicto socioeconómico alrededor del proyecto minero Conga.

En su blog Páginas del Diario de Satán, Ricardo Bedoya afirma:

La película ilustra un problema, pero no registra contradicciones. Por eso, sus momentos más logrados son aquellos en los que la voluntad de observar y descubrir lo que se halla frente a la cámara se imponen sobre la catequesis. Por ejemplo, la secuencia de la entrada al socavón de la mina boliviana, o las intervenciones de las mujeres de El Totoral, o la llegada de la policía a las inmediaciones de la laguna, o la imagen de Nélida llorando mientras cosecha.

En Alpacine opinaron así:

«Hija de la laguna» consigue lo que busca, convertir a la laguna y su paisaje en un personaje, preocuparnos por su futuro, lamentar su suerte y todo a partir de imágenes poderosas que superan al tono discursivo que a veces se le escapa.

Por su parte Juan Luis Dammert B. en el sitio web EsAhora escribió:

“La Hija de la Laguna” contribuye a una mejor comprensión no solo del conflicto Conga sino en general de los conflictos mineros en el Perú. (…) la obra nos permite mirar Conga desde la perspectiva de las personas afectadas por el proyecto, es decir, nos permite identificarnos con aquellos que la gran prensa (que tampoco es imparcial) presenta como los “revoltosos” o “terroristas antimineros”.

En Cinepapaya, Julio Buitrón resaltó que la cinta:

Se convierte así en un trabajo de memoria que radiografía la soledad, la incertidumbre y la latente desaparición que afronta una comunidad debido a la vorágine del capitalismo. Más que un documental, este parece ser una tierna y cruda elegía sobre un pueblo que desaparece.

En el podcast Pasaje 18, Claudio Cordero y Kathy Subirana resaltan lo que más le gustó de la película:

(«Hija de la laguna») es importante porque pone en imágenes, un tema que es tan debatido… que ha conmocionado a la opinión pública.

Es un documental con un contenido super político, pero no mete la idea de partidos sino solamente a partir de los pobladores, no entrevista ninguna autoridad.

Te muestra un Perú profundo, una cosmovisión de gente campesina que vive en el campo. (…) Nélida en diversos momentos te enfrenta que crees lo que es normal y crees que cualquier persona que vive en el campo aspira a vivir en la ciudad para vivir mejor (…) y en realidad a ella no le gusta.

Raúl Lescano Méndez, redactor en Lamula.pe fue un poco más crítico sobre la estructura de la trama:

Por momentos no se sabe si el eje central de «Hija de la laguna» es Nélida Ayay, la problemática de Conga o la minería en general. Los tres ejes están relacionados, claro, pero no se llega a hacer explícito cuál es el papel que cumple cada uno de estos factores dentro de los otros. Esto se debe, en buena medida, a que la Hija de la Laguna carece de todo tipo de contextos: histórico, político, económico, cultural. El proyecto Conga, por ejemplo, queda reducido a una insistencia de la minera Yanacocha, pero no se explica por qué una empresa es tan terca en llevar a cabo un proyecto que causa tantas resistencias.

Mientras que aquí en Cinencuentro, nuestro colaborador Elías Candia destacó los momentos más importantes del documental:

Ver a Nélida presente en la marcha por el agua y la tierra en Lima, ver la marcha en sí, ver la brutal represión con la que arremeten los policías hacia los cajamarquinos en su Plaza de Armas al decretarse el estado de emergencia, y ver el impacto ambiental de la minería informal en la selva con los ojos de una trabajadora afín al medio, representan los momentos más fuertes y empáticos del documental, por la cercanía con la que transcurrieron esos hechos, y por lo lejos y desinformados que estuvieron y estuvimos algunos en el momento ocurrido.