Tras la gran sorpresa que resultó “Capitán América: El Soldado del Invierno”, los hermanos Anthony y Joe Russo (conocidos por dirigir varios de los mejores episodios de “Arrested Development” y “Community”) se pusieron en marcha para adaptar uno de los cómics más populares de los últimos años, “Civil War” de Mark Millar, aquel que enfrentó a dos equipos de superhéroes en una batalla por su libertad. Los Russo (de quienes hay que ver Welcome to Collinwood) tomaron la premisa de la historia original y se enfocaron en los puntos que diferencian al Capitán América (Chris Evans) de Iron Man (Robert Downey Jr.), líderes de cada uno de los equipos en disputa. De esa forma, todos los personajes, tanto protagonistas como secundarios, se enfrentan a las consecuencias de sus acciones y superpoderes, para evaluar luego cómo sus propias motivaciones personales influyen en su visión de lo que significa ser un héroe. A pesar de lo saturada que podría verse por la cantidad de personajes involucrados, que incluye el debut en pantallas de Black Panther (Chadwick Boseman) y la presentación del nuevo Spider-Man (Tom Holland), nada dentro de “Capitán América: Civil War” se siente excesivo. Los hermanos Russo mantienen siempre el enfoque de la película en las acciones y decisiones del Capitán América, y en su exploración personal de la responsabilidad moral y el valor de la amistad.
La película se inicia con un flashback que busca explicar la forma en la que trabajaba El Soldado del Invierno, Bucky Barnes (Sebastian Stan), cuando era controlado mentalmente por la organización terrorista Hydra, elemento que tomará peso en la trama mucho después. Luego de eso, vemos a los Vengadores enfrentarse a Crossbones (Frank Grillo) en la ciudad de Lagos (Nigeria), desplegando su mejor química y un efectivo trabajo en equipo. Los héroes vencen a sus enemigos, pero en el proceso son responsables indirectos de la muerte de varios civiles involucrados en la batalla, que afecta personalmente a más de un protagonista, sobre todo a Scarlet Witch (Elizabeth Olsen), quien tuvo en sus manos evitar la catástrofe. Este hecho acelera las acciones de los gobiernos mundiales en relación a cómo deben proceder frente a las acciones superheroicas, en un mundo cada vez más inquieto por las destrucciones causadas por los Vengadores y otros seres con poderes. El General Ross (William Hurt), a quien no veíamos desde El Increíble Hulk (2008), es quien le comunica a los Vengadores que deben someterse a una supervisión voluntaria por parte de las Naciones Unidas, esto con el fin de evitar consecuencias como las de Lagos, Nueva York (Los Vengadores, 2012) y Sokovia (Avengers: Era de Ultrón, 2015). Pero, cómo sabemos, eso es algo que más de un miembro del equipo no está dispuesto a aceptar.
Algo que caracteriza a Capitán América: Civil War es su simpleza. A pesar de contar con tantos héroes, no hay rastros de ese abultamiento de subtramas presente en Avengers: Age of Ultron. Todos los personajes se rigen con parámetros bastante delgados que los integran a la historia con mucha efectividad. Eso hace que las escenas de acción se sientan como algo más que simple violencia física. La batalla entre el Capitán y Iron Man, así como las de sus compañeros, refleja muy bien la evolución de sus motivaciones, que se inician como disputas ideológico-políticas, pero que en el fondo son sumamente emocionales. Podría parecer algo aventurado calificar a la película como un drama (porque no lo es), pero a diferencia de otras películas de cómics estrenadas en los últimos años, es la que mejor ha sabido manejar los conflictos entre personas, y el hecho de que los personajes ya cuenten con una historia conocida por todos, hace más efectivo el resultado. El afecto entre el Capitán y Tony visto anteriormente en las cintas grupales hace más interesante su enemistad. Sumado eso a lo que representa el malvado Helmut Zemo (Daniel Brühl) para la historia, se crea un ambiente oscuro lleno de intrigas y desencantos. Me animo a decir que, solo dentro del subgénero de las películas de superhéroes, “Capitán América: Civil War” es la cinta mejor escrita desde “The Dark Knight” de Christopher Nolan.
Y es que el Spider-Man del inglés Tom Holland es interesante no solo porque se trata del debut del personaje en el Universo Cinematográfico de Marvel tras dos franquicias que quedaron a deber, y después de toda la telenovela que se desarrolló por la propiedad de sus derechos, es interesante porque se trata de una reinvención de todo lo que hemos conocido de él en el cine. Para empezar, el Peter Parker de “Capitán América: Civil War” es prácticamente un niño, es la versión más joven del personaje que hemos visto en la gran pantalla, con dudas de adolescente promedio y con poco control de sus habilidades recién adquiridas, algo muy cercano a los primeros años de la contraparte gráfica, que muchos siempre quisimos ver antes y se nos fue negado por guionistas que preferían verlo salvar a su novia. Acá tenemos a un adolescente en crecimiento que genera confianza y con ganas de aprender y ayudar. Como complemento, las secuencias de acción nos muestran qué tan ágil, capaz y divertido podría llegar a ser el personaje cuando le llegue la hora de presentarnos sus historias en solitario. Resulta anticipado compararlo ahora con las versiones de Tobey Maguire y Andrew Garfield, o catalogar a Tom Holland como el mejor Hombre Araña del cine (primero hay que ver «Spider-Man: Homecoming», que llega el próximo año), pero si algo es cierto, es que ya no quedan dudas del potencial del actor. Queda esperar.
Sería imposible no comparar a “Capitán América: Civil War” con Batman v Superman: Dawn of Justice, incluso porque después de verlas, se podrían reconocer muchas coincidencias narrativas, pero siendo algo objetivos, se puede concluir fácilmente que son películas muy diferentes. Sin afán de crear polémica, siento que la película de Marvel es efectiva en más aspectos que la cinta de Zack Snyder. Y es una opinión de cinéfilo y no de fan de los cómics. “Capitán América: Civil War” desborda acción, ritmo y equilibrio y, pese a lo complicado que resulta, no deja casi ningún cabo suelto. Es posiblemente la cinta mejor actuada del estudio. Si bien Chris Evans no es un gran actor, cumple dignamente el papel. Y Robert Downey Jr., a pesar de que ya casi no nos muestra hasta dónde puede llegar, hace un trabajo destacable como Tony Stark, cargando las culpas que rodea al personaje y explicando el porqué de sus decisiones. No es un duelo actoral de nivel DiCaprio-Nicholson, pero es lo suficientemente potente para complacer a la platea.
“Capitán América: Civil War” es una alternativa interesante incluso para los poco familiarizados con los cómics de superhéroes, es un blockbuster que escapa del molde, y en un mundo de atolondramiento sistemático, es algo que se agradece bastante. Cuando un estudio entiende que su público evoluciona, y que está obligado a hacerlo con él, es que se obtienen resultados tan satisfactorios con este.
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Como un niño de 10 en los Estados Unidos en 1953, vi cómics ya que estaban destinados: un pasatiempo barato para los niños. Lamentablemente, hoy se han convertido en un pasatiempo barato para los adultos, no porque el género ha madurado, pero debido a que el nivel intelectual de la audiencia se ha deteriorado. Cómics todavía fallan miserablemente para definir el "mal" como nada más que una opinión política. El término "terrorista", como las edades han pasado, ha sustituido los términos tales como "salvaje sediento de sangre," que se utilizaba para describir el indio americano que luchó para proteger su tierra de la ocupación injusta. Igualmente, ha sustituido el término "comunista", que se utilizaba para definir los que lucharon para proteger a sus pueblos de la agresión económica del capitalismo transnacional.
Por otro lado, "bueno" no se definen claramente en los cómics, y se convierte en sinónimo de "poderoso", dejando una impresión hipnótica que quien tiene lo más poder no puede hacer nada malo. Sin embargo, una mirada rápida en el planeta Tierra revela que lo opuesto es cierto. "Poderoso" se convierte en "rico" y hace que tanto dinero se puede financiar este tipo de trucos baratos para promover en sí mismo, mientras que deliberadamente dejando "verdad" indefinido. El hecho de que el género de vacío está aumentando en popularidad prueba mi punto.
En 1953, los cómics se venden por US $ 0.10. Hoy en día, los coleccionistas piden precios exorbitantes por temas originales. Irónicamente, los que están en perfecto estado, nunca abierto, ni una sola palabra que alguna vez leído, son mucho más valiosos que serían versiones jirones leídos por reyes, presidentes y príncipes de todas las partes del mundo. Incluso los coleccionistas saben que no tienen valor literario.