“Los helechos”: Entrevista con el director Antolín Prieto y el actor Pedro Kanashiro


Después de participar en la competencia oficial del Festival de Cine de Lima y del Festival de Cine de Málaga, llegó a la cartelera comercial limeña “Los helechos”, la primera película peruana que utiliza la técnica de impro en el cine.

Entrevistamos al director Antolín Prieto y al actor Pedro Kanashiro sobre esta película que supone para el cineasta el primer largometraje que dirige y para el intérprete, su primera experiencia en cine. Conversamos sobre los temas de la película que se conectan con sus vivencias personales, los cómics que publicaron antes del estreno y que complementan la historia del film, las referencias literarias y cinematográficas que los inspiraron, entre otros aspectos de la creación de esta ópera prima.

Rodrigo Portales: Antolín, cuéntanos sobre los cómics que han realizado y que funcionan como precuelas de la película.
Antolín Prieto: Son tres cómics. Por un lado, sobre Toshiro y Helena que es una de las parejas, luego está Iris con Felipe que es la otra pareja y finalmente otro cómic sobre Toshiro con Felipe, que es de alguna manera otro tipo de pareja dentro de la película.

Rodrigo: Pedro, ¿interviniste en la creación de los cómics para tu personaje Toshiro? ¿Cómo fue esa impro para crear el cómic con relación a la impro que generaron para desarrollar la película?
Pedro Kanashiro: El impro de la película sucede primero. Entonces se han ido construyendo los diálogos y las relaciones de los personajes durante el rodaje y en base a ese conocer ya el personaje, surge la parte del cómic que es como la precuela. Se mencionan en la película algunas cosas que en el cómic hacen más sentido en ambos lados.

Antolín: En la película hay mucho fuera de campo que no solamente es a nivel de cuadro sino también a nivel de historia. Lima está fuera de cuadro en la película, pero en los comics Lima se hace presente porque además son estas tres historias tienen que ver con ritos de la ciudad, campeonatos, matrimonios, Matsuri, entonces termina trayendo la historia y aterrizándola en un espacio que conocemos para de ahí partir a desarrollar la historia de la película.

El tercer cómic precuela de «Los helechos» titulado «Matrimonio».

Rodrigo: En “Los helechos” aparece el personaje de Iris leyendo en algunas escenas “Crónica de San Gabriel” de Julio Ramón Ribeyro.
Antolín: El personaje de Iris era un poco más intelectual y había que dotarle de algún elemento que representara un poco eso. Un libro podía ser una excusa para que ella pudiera estar en otra órbita, ella quiere leer y no la dejan leer (risas).

Rodrigo: Explícanos por qué lo citas y si existe alguna relación del autor con los personajes y situaciones que desarrollas en la película.
Antolín: Ribeyro tiene esa cuestión de los personajes cotidianos, y me pareció interesante esa novela porque es un cambio de un personaje que lo sacan de la ciudad y se va al campo, entonces dije por ahí va a ver unas resonancias. Por decir, no teníamos idea que el personaje de la pareja de Iris iba a elegir el nombre de Felipe que es el mismo del personaje del libro, y así comenzaron a salir otras cosas. Hay una cita del libro que es “Abramos una página”, y es un texto que termina aportando a la historia desde otro lado, y así empiezan a aparecer otras resonancias que tenían que ver con las casualidades de la vida que creo tiene un poco que ver con la película y con ese retrato de gente común, que es un poco a lo que aspirábamos. No queríamos explorar por un lado que no fuera cercano, porque no iba a aportar verosimilitud y autenticidad a los personajes. Ribeyro me gusta, no sé si hay una cuestión consciente pero sus cuentos me parecen geniales (“Alienación”, “Silvio en el rosedal”), a lo mejor hay algo pero ha sido de manera inconsciente.

Juan Carlos Ugarelli: En una entrevista anterior nos comentaste que entre tus referencias estuvieron el subgénero del mumblecore, los hermanos Duplass, incluso Rohmer. ¿Qué elementos particulares te inspiraron de ellos?
Antolín: Yo creo que la cuestión de gente común pasando momentos normales cotidianos y sobre todo esta forma de hablar atropellada, de todos los días, que es algo que en la película estaba liberado. Hablaban como querían hablar y eso es lo que estaba buscando yo. Era encontrar ese color que está cercano a la vivencia cotidiana, y el mumblecore tiene bastante de eso. De Rohmer en específico en “Cuento de verano” hay esta cosa del campo y que vas a la ciudad y te explayas allí; claro que sin aspirar esos niveles, pero sí a buscar ese color. De “Los exiliados románticos” también tienen soportar un viaje.

Juan Carlos: ¿Compartiste estas referencias con los actores para que ellos puedan construir a sus personajes?
Antolín: No, más que todo lo trabajé con Mafer, que es una de las actrices y también es coguionista. Lo que hicimos con ella fue ver algunas películas, hacer algunos estudios de estructuras y personajes, en algunos casos búsqueda de situaciones y arcos para poder construir la película. No solo revisamos películas, sino también un poco de literatura y cómics, porque había varios caminos para construir la historia. Finalmente era una búsqueda narrativa antes que una búsqueda particular de un consumo de un tipo de medio.

Juan Carlos: Si bien en la película se utiliza la técnica de impro, había una estructura para el guion. ¿Cuánto fue cambiando esta estructura durante los ensayos con los actores y finalmente durante el rodaje?
Antolín: Es que no ensayamos.

Pedro: Eran como entrenamientos, porque había que acostumbrarse a la cámara, eran otros diálogos y otras historias.

Antolín: Por una parte hicimos otras historias y cuando ya definimos “Vamos a contar esto”, lo que hicimos fue crear pasados para cada personaje. Entonces Toshiro y Felipe se fueron un día al cine, o instalaron una aplicación para jugar y tener ese contacto a través del juego que en algunos momentos se usa en la película. También se fueron a los bolos creo.

Pedro: Un día a la semana nos juntamos como patas y entonces como código había esas cosas en común, porque a Micky yo lo conozco de otro espacio y jamás habíamos compartido algo de este tema.

Antolín: Lo importante era construir estos espacios para que, cuando fuéramos a grabar, sea natural y haya un acuerdo sobre qué conversar y así no nos preocupamos tanto en construir hacia adelante, sino en consolidar esta relación para que después funcione en la película.

Los actores Pedro Kanashiro y Miki Vargas en una escena de la película.

Rodrigo: Sobre la relación entre los personajes masculinos, entre Felipe y Toshiro, si bien tiene que ver con la amistad, también se sugiere un vínculo laboral ahí. Felipe aspira a un ascenso a través de una ayuda de Toshiro que es su superior. ¿Cómo trabajaron ese vínculo?
Antolín: Entre Felipe y Toshiro, ahora que lo mencionas me acordé de un cuento de Ribeyro que tiene que ver sobre un ascenso (“El jefe”), entonces fue un poco querer poner agendas a estos personajes masculinos que salen pero ya van con segundas intenciones. Y en el caso de Felipe está haciendo una apuesta mayor, no solamente es con su mujer sino también con su amigo. Hay cosas en medio que creo eran parte de lo que se podía entretejer para generar las relaciones que estaban ahí y que íbamos a ir viendo por dónde se van desarrollando en general. No había un derrotero tan particular en esa relación, sabíamos unas cuantas cosas: el tema de la barba de Felipe, que se estaba dejando en ese momento, daba para especular y hacer un grupo de bromas alrededor, pero fue una cosa que tuvimos que incorporar a la película y comenzó a dar oportunidades.

Juan Carlos: ¿Cuántas tomas tuviste en promedio para cada escena?
Antolín: Grabamos poco, 3 a 4 tomas. Solo en una escena tuvimos como 18 a 20 tomas, porque queríamos que Felipe se enojara, entonces era repetir y repetir. Pero en realidad hicimos mucho trabajo de entrenamiento antes y teníamos una confianza en la técnica, que fue resultando en general y daban rápidos resultados porque creo que la energía que estaban moviendo los personajes seguía en el tiempo.

Juan Carlos: Pedro, en tu caso la experiencia viene el teatro impro. ¿Esta es su primera película o ya has tenido una experiencia en cine anteriormente?
Pedro: Sí, esta fue mi primera experiencia en cine y después me llamaron para hacer otra película, “Intercambiadas”, donde tuve una pequeña participación [N.E.: Producción de Tondero, dirigida por Daniel Vega]. “Los helechos” fue todo un proceso de aprendizaje porque estaba la impro, la cámara, el sonido, estaban los objetos reales, entonces fue una exploración, un aprendizaje y fue una experiencia divertida, o sea tenía tres elementos que así no mas no los encuentras y éramos amigos todos.

Juan Carlos: ¿Esos elementos son los que diferencian el trabajo en teatro y en cine?
Pedro: Sí, podría decirse que hay una parte técnica que tiene que ver con la cámara, el sonido, dónde te paras, cómo manipulas los objetos, es una parte que es diferente; la otra parte también es un enfoque desde la improvisación misma: tú solamente improvisas para un público y vas leyendo lo que va pasando y de acuerdo a eso sube tu energía o baja tu energía y haces cambios; no es igual con el feedback del sonidista (risas) que tenía sus gestitos. Del lado de la improvisación creo que también hubo varios ajustes que hacer.

Antolín: Y el tema de continuidad también porque finalmente como grabamos en desorden había informaciones que cargaban los personajes, pero que estaban antes. Entonces cada personaje lleva su propia continuidad de creación de personajes, además de la continuidad de la película que todos nosotros ayudamos a llevar.

Pedro: Aparte que nosotros no veíamos las escenas que iban grabando los demás, entonces había diálogos que recién toman sentido cuando vemos la peli completa.

Juan Carlos: ¿Cuál fue el principal reto como actor al crear este personaje con la técnica de impro?

Pedro: Toshiro tiene bastantes cosas de mí. Yo no he sido actor toda mi vida, he trabajado en sistemas. Entonces tenía esta experiencia de cómo es un trabajo en oficina, eso me sirvió para integrarlo al personaje. Aparte tengo experiencia como nikkei, que es un modo de vida. Mafer, que tiene el personaje de Helena, y yo somos esposos en la vida real, también ese componente suma para para armar el personaje de Toshiro que tiene varias tiene varios porcentajes de mí mismo y también está sazonado con choco chips de otras experiencias (risas).

Rodrigo: Antolín, antes de “Los helechos”, hiciste cuatro cortos. Hay como una exploración de estilos en tus trabajos anteriores, algo de cine asiático, trabajaste la mirada contemplativa. ¿Qué tanto de todo aquello has rescatado o reformulado para tu primer largo?
Antolín: Viéndolo en perspectiva, creo que hay como una búsqueda en distintos trabajos, una cuestión de hibridación, como en “Los helechos” que es un trabajo con impro a mitad de camino entre la ficción y un poco de documental. Hay mucho que va a aparecer en el momento a través de las actuaciones, y que los trabajos anteriores tenían un poco de esto: la mezcla de no actores en ficción o el trabajo de hacer ficción a través de registro documental del mundo. Esas búsquedas expresivas tienen que ver con no definir, jugar con el límite de ficción y documental.

Y sobre el lenguaje, siento que tal vez fue resolver cuándo necesito hacer un nuevo plano o cuándo no. Tratar de definir si necesito cambiar para contar o lo puedo contar sin moverme puede funcionar. Creo que hay algo de eso en particular en “Los helechos” y que tiene que ver también con un tema de producción: hay poco tiempo, queríamos que el impro funcione y para eso se necesita más tiempo y trataba de encuadrar pocas veces.

Rodrigo: Antolín, eres trujillano pero vives ya hace un tiempo en Miraflores. ¿Has querido proyectar alguna mirada sobre Lima, su clase media o el entorno que has conocido desde que estás trabajando y viviendo aquí?
Antolín: No lo sé, no lo tengo de manera consciente. Quizá el hecho que los personajes sean medio extranjeros funciona con que no sea tan de aquí y me sienta de la ciudad todo el tiempo y haga que se pueda ver un poco con algo de distancia. Se me ocurre ahora pero no tengo una respuesta concreta a querer pensar cómo desde otro lado, quizás es eso o quizás es un poquito que me gusta observar más de lejos.

Rodrigo: ¿Puedes contarnos algo imprevisto que haya ocurrido durante el rodaje?
Antolín: Bueno sí, la polilla que aparece en la cena nocturna fue uno de esos detalles. Otro momento es cuando Felipe y Toshiro se ponen a volar las cometas y no levantaban vuelo.

Pedro: Justo en ese momento no corría ni una pizquita de aire (risas).

Rodrigo: Sí, yo lo vi como que esos varones ni siquiera pueden hacer volar una cometa…
Antolín: Cuando lo empiezas a leer en conjunto comienza a adquirir significados. Por ejemplo, hay una escena en el río donde Toshiro y Helena tienen una conversación en primer plano y hay otra conversación en segundo plano que no la escuché hasta que estuvimos editando (ahí el ruido estaba muy fuerte), hay una acción con una moneda que hallan en el río, y eso establece algo en la relación entre ellos. Son como cosas que van pasando, hallándose y construyéndose a partir de que los actores se preocuparon en seguir construyendo sus personajes, entonces eso iba creciendo sin darse cuenta y eso fue más bien una cosa fortuita.

Rodrigo: Me sorprendió cómo trabajas el contraste en la escena del puente, va de lo más distante y sin embargo es una de las más emotivas.
Antolín: La del puente es una escena que es de Helena y Toshiro, no necesitamos dar demasiada información, era una resolución que tiene que pasar por lo emotivo y no por la cantidad de información. Si te pones a explicar entre ellos es medio raro, una pareja no se explica las cosas pues ya se conocen entre los dos, ¿no?

Rodrigo: Hay también otro contraste entre las escenas con mujeres y hombres. Con ellas, cuando están juntas las tres, hay mucha fluidez y normalidad, especialmente en la escena del cuarto, en comparación con las escenas con hombres.
Antolín: He tenido la suerte de tener amigas que han visto el guion, se han puesto a conversar y compartir sus cosas y yo he visto esa energía y es hermosa, entonces eso es lo que estaba buscando en esa toma en particular, reflejar eso. Mafer Gutierrez, Nuria Frigola y Mariana Palau se han lucido haciendo esa escena que ha quedado muy bien. Y su contraparte es cuando ves a sus parejas en sus temas, sus problemas, y te terminas enterando por qué ellos se andan contando las cosas a cuentagotas. Hay un poco de cómo se relacionan hombres y mujeres en la película.

Juan Carlos: La película se presentó en el Festival de Málaga hace unos meses. ¿Qué tal fue la experiencia de llevar allá la película y qué retroalimentación tuviste del público español?
Antolín: Como todo festival, ha sido una vorágine entre presentaciones, entrevistas y proyecciones que siento que sí fue enriquecedor en ese sentido y el enfrentarse con el público allí y después en Madrid -donde tuvimos un pequeño pre estreno-  fue interesante porque las lecturas fueron por otro lado. Muchas de las cosas que aquí por ejemplo a los personajes se veía de forma positiva, allá se los veía negativos y viceversa, entonces esa mirada desde otro punto de vista fue interesante para poder contrastar las lecturas.

Juan Carlos: ¿Cómo qué fue por ejemplo?
Antolín: Por decir aquí es “Pobrecito Felipe lo que le está pasando” y por allá era “Felipe qué malo es cómo le hace eso a su mujer” y de los dos lados eran mujeres juzgando a la película. Hay puntos de vista distintos que tienen que ver con la carga cultural y educativa de cada lugar y eso es interesante. La película está ahí como para que cada uno la tome y la convierta a partir de dónde está parado allí ese día.

Pedro Kanashiro, Núria Frigola Torrent, Máfer Gutiérrez,  Miki Vargas, Mariana Palau, Feffo Neyra y el director Antolín Prieto.

Juan Carlos: El espectador interpreta, analiza y completa la película en base a su propia visión. Como esta es una película que trabaja temas de parejas, cada espectador la ve desde la situación sentimental en la que se encuentra ese momento.
Antolín: Sí, yo creo que eso va a ser un poco lo que dices. La película está escrita y está hecha de manera que está abierta a esperar que la gente la complete o incluso el final está también hecho en esa apuesta de que cada espectador haga el esfuerzo de entrar y completarla. Creo que eso es un poco diferente también a las películas que quieren dejarte todo anudado y con respuesta.

Rodrigo: ¿Quieres dejar en incógnita el origen del título de la película?
Antolín: No tiene un nombre permanente. Puede adquirir muchos sentidos dependiendo de la óptica del espectador.  

Pedro: Era un nombre por mientras, y bueno que se quedó hasta el final.

Antolín: Los helechos crecen en todos lados, son algunas de las plantas más antiguas que existen en el planeta, entonces puedes darle un sentido por ahí, o jugar con que los helechos se parecen a “los hechos” y puede ser un juego de palabras, o puedes llevarlo por donde quieras y no hay una respuesta al nombre de la película.

Juan Carlos: En la entrevista que hicimos el año pasado en Cinencuentro nos comentaste de un proyecto que se llama “Los viudos” que también involucra la técnica impro. ¿En qué estado está ese proyecto?
Antolín: Lo hemos presentado al concurso de DAFO este año, vamos a ver si es que hay suerte para encontrar financiamiento y poder hacerlo. Es un proyecto un poco diferente en el sentido en que “Los helechos” está en el campo y este es en la ciudad; hay otros ritmos, hay otros personajes y hay otras búsquedas para retar con la impro. Entonces no es como reafirmar y repetir, sino como seguir buscando a través de esto y ahí estamos con ese proyecto por ahora.

Entrevista realizada por Rodrigo Portales y Juan Carlos Ugarelli, en Miraflores el 30 de mayo de 2019.


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