[Crítica] «Carajita»: El atropello de un vínculo y las clases sociales que lo envuelven

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“Carajita” (2021), película dirigida por Silvina Schnicer y Ulises Porra, pareja de realizadores argentino-español, logra encontrar la perfecta manera de narrar y sobre todo, hacer sentir un vínculo tan complejo como distinto. Las mil y un leyendas que se conocen sobre el trabajo de las nanas en Latinoamérica llegan a ser el perfecto escenario para explorar cómo lo íntimo cruza y enlaza la estrecha línea de las grandes dimensiones sociales, en este caso en la República Dominicana actual. 

Con un poético arranque, envuelto en planos donde no se logra registrar ningún rostro en especial ni tampoco una situación en concreto, somos guiados por una voz en off al real contexto de la película, el vínculo entre Yari, la empleada doméstica, y Sarah, la hija menor de una familia de clase acomodada. Tan solo unos minutos bastan para empezar a sentir esta eterna relación, donde la maternidad abraza y la seguridad arrulla. Es entonces cuando la familia debe mudarse cerca al pueblo natal de Yari, que las diferencias de clases sociales comienzan a ponerse a prueba, direccionando con fuerza el relato.

Una mezcla de sabor dominicano y sentimentalismo crudo argentino quedan al descubierto en esta coproducción. La melodiosa forma de mostrar las relaciones, tragedias, diferencias de clase y de culto, llegan a ser la herramienta maestra para explorar este universo. Conforme la historia avanza, un trágico accidente sucede, marcando sin retorno alguno el destino de los personajes. Un clima culposo, oscuro y tenso se empieza a generar, lo cual hace cambiar la atmósfera de la película en su totalidad. 

En este su tercer largometraje, el trabajo de los directores nos muestra que encuadrar la cámara a favor del sentimiento y darle al plano el valor y espacio que este necesita por su propia naturaleza, es brindarle a la película el poder para que empiece a hablar por sí sola. Una narrativa visual única, donde se utiliza la iluminación para enmarcar estados emocionales, y el sonido para resaltar con dureza lo que las palabras intentan susurrar. 

“Carajita” reúne una fuerza de voluntad para plasmar la emoción dentro de la imagen y estimula al espectador mediante una extensa gama de registros metafóricos. La película se presentó en el Festival de Cine de Mar del Plata, ganó el premio a mejor largometraje en el Festival de Guadalajara y compitió en el 26 Festival de Cine de Lima, traduciendo en todo momento la mirada desde el corazón y la indiferencia en la sociedad actual. 


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