Festival de Cine de Trujillo: Lina de Lima (2019), con Magaly Solier

lina de lima

En «Lina de Lima» la protagonista Magaly Solier se libera de la imagen que solía proyectar en varios títulos de su filmografía y que acabaron encasillándola en papeles de víctima de abusos e injusticias. Esta vez, bajo la batuta de la directora chilena María Paz González, encarna a una madre migrante peruana que labora como empleada del hogar para una familia acaudalada en Santiago de Chile, hasta que un día ocurre la ruptura con su vida anterior, la cual tendrá que asumir en adelante para tomar las riendas de su individualidad y sus deseos.

Lina lleva trabajando una década alejada de su país y de su familia, con la que se reencuentra solamente en Navidad y se conecta el resto del año por teléfono o redes sociales. Mientras trajina buscando regalos para su único hijo adolescente, se entera del nuevo compromiso de su ex esposo y de que su vástago se le distancia porque tiene novia. Se da cuenta que la vida en Perú ha seguido adelante sin ella. Sin embargo, busca llenar ese vacío con amantes esporádicos y haciendo de niñera cómplice y querendona de Clara, la hija menor de sus empleadores.

Al desarrollo de estos hechos, la película yuxtapone mediante cortes abruptos secuencias musicales de fantasía y estilo kitsch, que representan los estados de ánimo de la protagonista y sus deseos de evadirse de la realidad. En esa intención, curiosamente se asemeja al personaje de Selma que encarnó Björk para “Dancer in the Dark” (Lars von Trier, 2000). Al igual que la célebre islandesa, Solier es actriz y cantante, y las coincidencias entre ambas se proyectan hasta en el perfil de sus interpretaciones como trabajadoras migrantes que recrean en sus mentes un espacio feliz e imaginario que sirve de bálsamo a las penurias de su existencia. 

En los intervalos musicales se perciben referencias estéticas a la iconografía católica vista en “Madeinusa” (Claudia Llosa, 2005) -primer trabajo de Solier para el cine-, y al exotismo de la diva y cantante peruana Yma Súmac. Hay una escena en particular en una piscina olímpica -entre las más logradas- que recrea las coreografías acuáticas de los filmes protagonizados por la estrella hollywoodense Esther Williams en los años 40, en la que la figura de Lina se multiplica, como representando sus dilemas frente a lo que en adelante tendrá que decidir. 

Aparte de sus ensoñaciones, las vivencias de Lina transcurren en el suburbano santiaguero que iremos reconociendo en restaurantes, discotecas y centros comerciales frecuentados por migrantes. Cobra importancia en el desarrollo de la trama el espacio de trabajo -la residencia con piscina construida a medias que está bajo su cuidado- que ella convertirá en nuevo refugio para sus furtivos encuentros amatorios. Esta apropiación, aunque simbólica, de la casa de sus empleadores puede verse como un gesto de rebeldía y liberación ante su situación de subalterna. Entre sus parejas masculinas, destaca a nivel expresivo el migrante haitiano Maurice (Joseph Herode) con quien Lina supera la barrera del idioma apelando al humor, la ternura y gestos sutiles, y que corona una de las mejores actuaciones de Magaly Solier.

Suficientes son los elementos descritos para concluir que “Lina de Lima” se desmarca de la representación habitual del migrante que suele verse en el cine latinoamericano de hoy. Gracias a su mixtura de elementos y estilos, que combina realismo social, musical y melodrama de mirada distante, construye un retrato caleidoscópico y ligero, sin caer en juicios de valor, de una mujer bajo la influencia de la precariedad, que asume, con buen y resignado talante, las consecuencias de su decisión de construirse un futuro mejor lejos de su patria. 

Dato: Esta será la película inaugural del FECIT. Se proyectará el 10 de octubre, de manera presencial, en el auditorio de la DDC La Libertad.


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