Wändari va a guardar ciertos paralelos con El corazón de las tinieblas, publicada a fines del siglo XIX por Joseph Conrad, cuya maestría y universalidad radican en su comentario crítico del colonialismo, el imperialismo y las fricciones y rupturas producidas que venimos extrapolando a todo «encuentro» o «colisión» cultural, en un contexto de naturaleza arrasada, en las dimensiones personales, poblacionales y territoriales del espacio geográfico intervenido. Sin embargo, así también como en la novela corta del escritor polaco-británico, se van a atender dilemas morales sobre la disyuntiva del beneficio propio frente al colectivo, como cuestión inherente a la condición humana, al interior de las dinámicas por fuera de los imaginarios comunes acerca de lo indígena o lo nativo.

Siete décadas son las que separan el presente del «primer contacto». En términos cronológicos comparativos es un tiempo corto que da cuenta del prevaleciente desconocimiento de aquello que podríamos apreciar desde el entendimiento de la plurinacionalidad peruana, si la miopía histórica no nos hubiera afectado en la construcción del país del ayer y del hoy; aunque esta duración ha sido suficiente para obrar el relato de un proceso de asimilación, destrucción y arrinconamiento. Se narran imposiciones religiosas y enfermedades acarreadas, como marcas de aquel daño inicial a las comunidades Harakbut en Madre de Dios, y de este se muestra un registro fotográfico sobrecogedor, al borde y al interior de lo pesadillesco y fantasmal: «el horror», volviendo a Conrad. 

Son esas las reflexiones de apertura que nos suscita Wändari, que va desarrollando una visión viva y respetuosa del devenir de estas comunidades, a la par de la observación de la vulnerabilidad de su identidad, salvaguardada en un pequeño reducto, que se condice con la biodiversidad bellamente registrada en el filme, en amenaza por las actividades extractivas. A este respecto, el valor documental de este film reside en buena parte en el contraste de la misión de los harakbut conservacionistas frente a lo acaecido en la transmutación de las concepciones mundanas de quienes asumieron la modernidad, en toda la magnitud de la relatividad de la expresión, en tanto la misma relatividad del progreso en su aspecto más monetario y la idea de pertenencia al Estado peruano, otro ente puesto en entredicho, más aún cuando la noción de las naciones amazónicas es preexistente.

Esta va a ser, en un sentido más amplio, una denuncia al capitalismo salvaje y la explotación medioambiental, expuestos con claridad con la tala indiscriminada, la minería ilegal y los males derivados, correctamente ejemplificados en su abordaje de la grave problemática de La Pampa, la aledaña «tierra de nadie» corrompida por la trata de mujeres y niñas, un tema que bajo enfoques de género tiene en esta película figuras heroicas a destacar en la lideresa comunal y la investigadora fiscal. Además, Wändari, título que en la lengua harakbut refiere a su definición de territorio, es un sobresaliente retrato de admirables depositarios de un legado ancestral, manifiesto oral y musicalmente, entre ancianos sabios, últimos testigos de una era, y jóvenes herederos y herederas. 

Un retrato por demás no condescendiente, o más bien percibido como no juicioso, a la hora de vincular a los que tomaron la decisión de involucrarse en actividades lucrativas como una salida de sobrevivencia, esta complejidad tratada con agudeza por los realizadores españoles Daniel Lagares y Mariano Agudo (y sin dejar de señalar los méritos en cuanto a fotografía y edición puestos al servicio de ese tratamiento), que con similar tacto supieron resolver los asuntos de memoria y sus aristas que ocuparon La búsqueda (2018), sólido documental previo de la sociedad directoral que con Wändari aporta, en opinión de quien escribe, la película más lograda de la productora Guarango desde Choropampa: El precio del oro (Ernesto Cabellos, Stephanie Boyd, 2002), justamente otro título documental sobre los vicios del metal dorado.

Dato: Wändari se estrenó en agosto, en el Festival de Lima, en la sección no competitiva «Galas». Se transmitirá en televisión abierta el sábado 15 de octubre, a las 8:00 p.m. en TV Perú.