[Crítica] “Antonia en la vida” (2022), de Natalia Rojas

Antonia en la Vida 2022

Hay infinidad de historias en el medio audiovisual acerca del paso a la adultez y la maduración en general, las cuales, dentro del extenso género del drama, han encontrado una categoría propia: el coming-of-age. Tomando esto en cuenta, es claro que el primer largometraje de Natalia Rojas Gamarra (Lima, 1983) entra dentro de la categoría con una propuesta enfocada mucho más en el camino hacia la mediana edad y el rol de la mujer en la sociedad.

Dicho esto, Antonia en la vida es un filme que se desarrolla en torno a la idea de la maternidad y la decisión de si aceptarla o escoger otro camino. Lo interesante de este último punto es como la cinta maneja una mentalidad totalmente parcial al respecto, hecho que dota de consistencia a su idea respecto a la libertad de decidir en cuanto al cuerpo y, en general, a la vida que cada persona tiene por delante. En sí, es un guion con una mirada feminista que, gracias a su ejecución, es capaz de representar de forma orgánica la presión que la sociedad (y la propia familia) ejerce sobre las mujeres que se niegan a tener hijos y, al mismo tiempo, crear una historia reconocible acerca de la incertidumbre que causa el paso del tiempo.

Así, la película sigue a Antonia (interpretada por Antonia Moreno), una limeña de 39 años, indecisa y llena de inseguridades quien tendrá que decidir si cumplir el viaje de sus sueños junto a su perrita Ayasqa o ceder ante la insistencia de sus familiares para que se convierta en madre. Ante esto, ella emprenderá un viaje de introspección a las playas de San Bartolo, lugar donde podrá conectar consigo misma y comprender lo fugaz e inesperada que es la existencia.

Antonia en la Vida

Como tal, Antonia cumple el rol de protagonista de manera convincente gracias a una caracterización sólida y orgánica. El largometraje la dibuja como una persona generalmente solitaria, esto mostrándola a lo largo de tomas abiertas en lugares repletos de personas como serían las calles y las playas de Lima, hecho que da a entender lo aislada que se siente ante una realidad que parece rechazar su estilo de vida menos tradicional. Agregar también lo identificable que resulta su estado constante de ansiedad más allá de un escena que retrata un ataque de pánico, siendo el silencio y la voz interior elementos que la película mantiene presentes al momento de profundizar en la protagonista.

Por otro lado, los momentos en los que Antonia se encuentra rodeada con sus amigos o familiares se registran con cámara en mano, manejo que consigue dar una impresión de grabación casera y causar un efecto inmersivo en las experiencias que se muestran en pantalla. Más allá de sentirse parte del momento, la cámara enfoca constantemente las reacciones de la protagonista quien, incapaz de encontrar su lugar en un mundo lleno de expectativas, reacciona con desasosiego e incomodidad. Ante esto surge el personaje de la madre quien trata de apoyar a su hija incluso si resulta inoportuno, hecho que da paso a conversaciones dotadas de cierto encanto y que funcionan como paralelos al conflicto de Antonia.

Es cuando la protagonista decide instalarse por un tiempo en la playa, que el filme desenvuelve sus interacciones e ideas más interesantes al introducir al personaje de Valeria (Paulina Bazán). Con esto hago referencia a su situación como chica embarazada a temprana edad que ha tomado la decisión de tener a su hijo y criarlo, mostrando así un opuesto completo a la historia de Antonia y cerrando el círculo de lo que representa la decisión de ser madre para las mujeres mucho más allá de las imposiciones sociales. Otro punto a destacar es cómo el filme maneja esta idea sin recaer en la incriminación del personaje siendo, en sí, una forma como esta redondea su idea respecto a la vida y su correlación con las aventuras. Son estas experiencias impredecibles y hasta peligrosas las que, al mismo tiempo, validan nuestra razón de ser y existir.

Destaca también la gran presencia que el término “viaje” tiene en la película, al no referirse únicamente al deseo de Antonia por vivir una última aventura con su perrita fuera del país. Esta palabra puede interpretarse como “vida» en muchos casos, siendo la de cada persona diferente y propia más allá de lo que el supuesto destino quiera establecer como “única posibilidad”. En el caso en concreto, la protagonista lee a lo largo de la cinta fragmentos de un libro de aventuras de la National Geographic, experiencias distintas y variadas que sucedieron a lo largo del planeta, hecho que se correlaciona perfectamente con lo antes expuesto.

Más allá de un apartado técnico correcto, Antonia en la vida funciona como una síntesis bastante completa de lo que representa el vivir en un mundo donde el tiempo parece acabarse pronto. Incluso si su duración es poco más de una hora, es una propuesta honesta sin mayores pretensiones que logra mantener el interés gracias a una ejecución sobria y una protagonista escrita con suficiente profundidad. Un vistazo a una vida tan ajena como identificable.

Dato: La ópera prima de Natalia Rojas se estrenó el 10 de abril en el Centro Cultural PUCP, como parte de un ciclo de cine de películas nacionales. Las siguientes funciones en esa sala serán los días 18 de abril a las 8:30 p.m. y 14,15 y 19 de abril a las 6:30 p.m.
Asimismo, la película realizará un recorrido descentralizado por las regiones de Cusco, Arequipa, La Libertad (Trujillo), Ucayali (Pucallpa), Ica y Lambayeque (Chiclayo), en funciones gratuitas en salas de cine alternativas y junto a producciones regionales.


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