35 mm – Color – 2005 – 102 min.
Idioma original: Español
Guión: Daniel Burman
Fotografía: Ramiro Civita
Edición: Alejandro Parysow
Sonido: Jésica Suárez
Música: César Lerner
Dirección artística: María Eugenia Sueiro
Producción: BD Cine, Wanda Visión
Intérpretes:
Daniel Hendler, Adriana Aizemberg, Julieta Díaz, Damián Dreizik, Juan Bianchi
Sinopsis:
Perelman es un joven abogado que todavía no sabe muy bien quién va a ser cuando sea grande. En la búsqueda por definir su identidad, acepta, aunque con cierta aprensión, lo ya heredado, lo inmodificable, lo que él ya es. Pero lo que le cuesta hacer, y mucho, es la otra parte: continuar construyendo su identidad precisamente a partir de lo que se puede cambiar, de aquello que pueda diferenciarlo de su padre, de lo que hay por descubrir.
Daniel Burman (1973, Buenos Aires, Argentina) es Productor, escritor y director. A partir de 1992 comienza a trabajar en la industria del cine. Al mismo tiempo, dirije varios cortometrajes. Entre sus largometrajes, El abrazo partido (2003) fue premiada con el Gran Premio del Jurado y el Oso de Plata a mejor actor protagónico en el Festival de Berlín (2004).
Filmografía:
Niños envueltos (1995), Un crisantemo estalla en cinco esquinas (1998), Esperando al mesías (2000) y Todas las azafatas van al cielo (2002).
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Las situaciones cotidianas son, tal vez, las más difíciles de representar en el cine, debido al contraste que existe entre lo genuino y lo elaborado. El cine trata o aspira de alguna forma a elaborar su propia realidad en base a la realidad circundante, de tal modo las evocaciones son poetizadas en imágenes que nos acercan cada vez más a la experiencia de placer, de estar vivo, de tener "historia"; de sentirnos por un momentos parte de un gran proceso creativo que a su vez moviliza lo más complejo del engranaje de la vida.
Todas las reflexiones sobre "Derecho de Familia" y sobre las películas de Burman tendrán como constante ese vínculo entre realidad y credibilidad. Sus personajes poseen una vitalidad postmoderna. Tienen acentos de encarnación y caracteres minimalistas, gestos y posturas incompletas, parecen más de documental, por tanto existe un mérito extra. Carlos Sorín logra ese efecto con la utilización de un elenco casi sin actores profesionales, siguiendo la tradición de Cassavetes y Jarmush (el de su primera etapa), por lo que resalto de Burman esa habilidad de creación y dirección de personajes. Las porciones de comicidad que contiene la vida cotidiana de quienes viven como si los filmaran (esos monólogos con los que algunos nos entretenemos mientras describimos lo que nos pasa ante una "audiencia" interna, una especie de "director natural" que se regodea en nuestras experiencias)y las complejidades que poseen para relacionarse con "Los demás", son retratadas de forma magistral por la cámara y entregadas casi como diario abierto por Burman. Una humanidad sutilmente alejada de ese instinto autodestructivo que impulsa el "progreso" de esta sociedad involutiva y maquinal. Fenomenal y alentadora ventana de ese lado de la vida aún no contaminada, del que podemos hacer alarde los que vivimos de este lado del planeta.