Críticas de la Semana: extraños, exterminio, Naruse y Vargas Llosa


Esta semana la crítica local no se dedica exclusivamente a los estrenos comerciales, que los hay pero sin mucho lustre, sino también a llamar la atención sobre directores, o escritores importantes. Revisemos:

Seduciendo a un extraño

Enrique Silva de Correo se ha sentido estafado con la última cinta de Halle Berry:

En Seduciendo a un extraño lo primordial es la descarada intención de crear confusión y luego retorcer la historia hasta la más vergonzosa de las inverosimilitudes. Tal vez hubiera sido mejor revelar estos secretos al comienzo de la película para establecer el juego de la manipulación con una sustancial eficacia, tal como lo hacía el maestro Hitchcock en otro tiempo.

Mientras que Fedérico de Cárdenas de Domingo ha quedado satisfecho con Exterminio 2:

Fresnadillo se descubre continuador aplicado de Boyle y en algunos casos lo supera. El realizador canario logra una película tan viscosa como la de Boyle, muy pegada a su look de serie B, al horror clínico. La cumbre de esta versión transcurre en el Tube londinense, cuyos túneles subterráneos se prestan a todo tipo de sobresaltos.

Ante una cartelera poco atractiva. En Peru21, Alonso Izaguirre recomienda en su sección que no se pierdan el cine de Naruse en el megaciclo de la Filmoteca PUCP:

En el cine de Naruse, las mujeres eligen la dirección que tomarán sus vida a costa del sufrimiento; a veces, acompañan esa voluntad con decisiones extremas que incluyen el aborto voluntario. La ausencia de picos dramáticos es otro de las rasgos de su cinematografía. Mikio Naruse es el cineasta de lo sencillo

Y Ricardo Bedoya escribe en El Dominical sobre la relación de Vargas Llosa con el cine, rescatamos el comentario sobre Pantaleón y las visitadoras (1975) donde el escritor fungió también de director:

El tono es burlesco, como el de una comedia picaresca pensada para aprovechar el clima del «destape» que se vive en el cine internacional. La narración es atropellada, las situaciones son como bocetos o caricaturas, y el conjunto no es prolijo. En el Perú, la película es prohibida por la represiva y ridícula censura de la dictadura militar. Mario Vargas Llosa no volvió a intentar la dirección de cine.

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