Intérpretes: Martina Gusman (Julia), Elli Medeiros (Sofia), Rodrigo Santoro (Ramiro), Laura García y Tomás Plotinsky.
Entre comienzo y final, Leonera aparenta ser una película de cárceles de mujeres. Ello debido a un tremendo esfuerzo de producción que le permitió filmar en tres cárceles reales; pero a condición, por lo visto, de dar una buena imagen de los carceleros y hasta del jefe de uno de los penales. Fuera de esto, el director logra una puesta en escena realista con el concurso de un grupo de internas. Aquí no interesa juzgar si la heroína es buena o mala, sino si es capaz de superar sus limitaciones personales y asumir la responsabilidad sobre su cuerpo, su hijo y su vida.
Esta película tiene un prólogo y un epílogo extraordinarios. La secuencia inicial es tan sobrecogedora, que nos prepara para tolerar las rudezas que se observarán en la mayor parte del filme; que se desarrolla en prisiones de mujeres. Por otro lado, la secuencia final logra recrear inesperadamente el clima de tensión que domina buena parte del filme, con un detalle musical que culmina y corona esta notable película.
Entre comienzo y final, Leonera aparenta ser una película de cárceles de mujeres. Ello debido a un tremendo esfuerzo de producción que le permitió filmar en tres cárceles reales; pero a condición, por lo visto, de dar una buena imagen de los carceleros y hasta del jefe de uno de los penales. Fuera de esto, el director logra una puesta en escena realista con el concurso de un grupo de internas. Destacan, en este sentido, las largas y penosas escenas de recepción y traslado interno de la protagonista, la vida cotidiana al interior de la cárcel, la adaptación y aprendizaje de la recién llegada a su nuevo hábitat y la inevitable –y muy bien conseguida- escena de protesta de las detenidas. El componente documental está muy bien ensamblado con la línea dramática que produce la transformación interna de la protagonista.
En cierta forma, esta película retoma la problemática tratada por El color púrpura, de Steven Spielberg, con la gran diferencia de que mientras el director norteamericano nos ofrece una versión edulcorada y vaciada de todo contenido trasgresor (aunque más amplia y compleja), el director argentino tiene un planteamiento eminentemente realista, polémico y descarnado. Aquí no interesa juzgar si la heroína es buena o mala, sino si es capaz de superar sus limitaciones personales y asumir la responsabilidad sobre su cuerpo, su hijo y su vida. De otro lado, la heroína de Leonera es la antítesis de la protagonista de La mujer sin cabeza, quien solo comparte con ella la clase social de origen pero que en todo lo demás no pude ser más distinta. Verónica es una mujer completamente condicionada por su medio social y hasta familiar (por más que tenga un amante) al punto que es incapaz de tomar decisiones propias en el ámbito moral y de responsabilidad legal que se plantea en esa película. Se trata de una mujer dependiente cuyo comportamiento está explicado de la manera más pedestre que pueda imaginarse en esa cinta de Lucrecia Martel.
En suma, Leonera es una película con un muy buen acabado profesional, actuaciones notables y con un planteamiento cuestionador de la situación de la mujer en circunstancias extremas; donde la protagonista se encuentra ubicada en una vaga línea divisora entre el bien y el mal, debiendo resolver sus dilemas personales en base a decisiones éticas que cuestionan el marco legal.
Esta entrada fue modificada por última vez en 18 de agosto de 2008 18:04
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