La vigilia (2010)

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La vigilia, el reciente estreno de Augusto Tamayo, ha creado cierta expectativa y genera comentarios apasionados. Es cierto que presentarla como el cierre de una trilogía es muy forzado, pero lo que no cambia es el estilo, que básicamente es el mismo de las dos obras anteriores que supusieron un nuevo y personal comienzo en su filmografía en este decenio –tras sus dispersos trabajos previos–, y logra en este caso frutos levemente mejores. Tamayo es un narrador lineal, ortodoxo, que busca la corrección formal e incluso intenta el virtuosismo en la medida de las posibilidades técnicas y logísticas. Su puesta en escena típica es una especie de ceremonia elegante que se luce dentro de lo necesario y trata de evitar las exploraciones del lenguaje que parezcan estridentes y digresivas.

Esta característica, aunque en comparación con otras estéticas puede resultar plana y carente de sorpresas, no es necesariamente un defecto, ya que si se domina ese registro y las condiciones de la producción lo permiten, puede dar lugar a películas técnicamente irreprochables y expresivamente atinadas, lo que no es poco. El riesgo es que, de tanto acicalamiento, se caiga en la pomposidad y la mera ilustración. El bien esquivo y Una sombra al frente representaban al mismo tiempo ese potencial y ese peligro, y por ello sus irregulares resultados.

La vigilia encarna la parcial turbación de esa suerte de «orden» del planteamiento narrativo de Tamayo, en la irrupción de la joven marginal, áspera y primitiva, en el mundo de Edgardo Chocano, un renombrado intelectual que vive solo en una residencia de ribetes palaciegos, rodeado de arte y absorbido por su trabajo académico. La cinta se inicia con una presentación sosegada del personaje de Gianfranco Brero y de su espacio y sensibilidad; se le ve solitario pero cómodo, complacido en plena escritura; los movimientos pausados de cámara se pasean por su sala, acompañados de lírica música y el paulatino sonido de las teclas, mostrando sus pinturas y la refinada ambientación general, antes de llegar a él. Los minutos transcurren con tedio y algún incidente raro, como un breve apagón en la casa, en el intento de preparar al espectador de que algo insólito puede pasar. Ocurre entonces una fricción de tratamientos, porque el ingreso de la chica impone un tuntún y un ruido electrónico que saturan la banda sonora y aportan poco al ya obvio desacomodo del encuadre y el shock que representa el ataque.

La cámara empieza a seguir a la intrusa para registrar cómo profana un lugar no en vano colmado de elementos religiosos –que asimismo aparecerán en exteriores–, vomitando, escupiendo, cogiendo el vestuario, tirando la impresora, sirviéndose la comida y botándola. Pero sobre todo observa cómo enfrenta al dueño, desconcertada por su actitud reflexiva y serena. Surgen expresiones que desentonan y que afectan la actuación de Stephanie Orúe: gestos crispados, histriónicos, que incluso imitan al Pietro Sibille de Días de Santiago («pensar, pensar, tengo que pensar», con las manos arqueadas y el dedo presionando la sien); locuacidad y lenguaje vulgar a borbotones; inusuales construcciones verbales («fotos de mierda las que guardas»). En realidad, a la película le va mejor en la distensión y el descenso de decibeles.

La visitante asume el lugar como una cueva, tiene el instinto de tomarlo cual escondite y propiedad efímera, mientras está a la expectativa de lo que sucede en la calle y trata de entender a qué atenerse con su rehén. Cuando los roles se invierten, y fracasa una y otra vez ante la inteligencia de Chocano, el guión inserta otra presencia anómala, la de los perseguidores que buscan no sólo a ella sino también una misteriosa mercancía, lo que provocará que el intelectual se involucre más y tenga que dejar su templo, y se siga enredando sucesivamente. Es decir, en el momento que la exploración de ambos caracteres, en intensa pugna, está a punto de agotarse, Tamayo se las arregla para introducir nuevos motivos que permitan abandonar ese estadío y saltar al siguiente, en el lapso de una vertiginosa noche que presenta una Lima curiosamente despoblada y mayoritariamente calma. Pasa de la chica–dominante a la chica–dominada; y luego del síndrome de Estocolmo mutuo a una figura compartida de acosados y cómplices, de Chocano–acompañante a Chocano–ejecutor, del «yo nada tengo que ver contigo» a la figura paternal, incapaz de abusar de su alcohólico abatimiento y completa desnudez.

Es un esquema que busca deliberadamente, y por encima de todo, el máximo contraste, el acceso permitido de la ladronzuela a la ropa de la hija de él que ya había manipulado, el uso de un vestido níveo que brillará más en la oscuridad callejera, entre tiroteos y atajos; la incursión del hombre citadino en los recovecos de una ciudad desconocida para sus ojos, en pasadizos laberínticos cargados de tinieblas que llevan a ningún lado. En esa línea, las inflexiones narrativas son las que más sufren. En el paso por el cementerio, la correría por el Centro Histórico limeño –con algunos planos rutinarios, además–, la separación en la iglesia luego del encuentro con los «pirañitas», y principalmente en el Morro Solar, entre otras secuencias, La vigilia saca provecho dramático de locaciones bien escogidas, pulcramente iluminadas y troceadas, pero los pasos de Chocano son cada vez menos sostenibles lógicamente, y dan pie a una escena final poco natural, hecha de ademanes teatrales de larga distancia, que contempla sin tener por qué estar ahí, si no es porque el realizador quiere que experimente ese trance traumático, aunque nuevamente reaparezca en su hábitat y sin mayores diferencias a la vista. Son los límites de una estructura narrativa que juega permanentemente con el no decir mucho y dejar en el misterio y la ambigüedad la vida del personaje extraño, que incluso alcanza al objeto que ocasiona el conflicto y nunca se llega a saber exactamente qué es, pese a que finalmente lo vemos, como un paquete que podría ser cualquier cosa.

Dirección y Guión: Augusto Tamayo | 95 min. | Perú

Producción: Augusto Tamayo y Nathalie Hendrickx

Fotografía: Juan Durán

Edición: Julio Wissar

Intérpretes: Gianfranco Brero (Edgardo Chocano), Stephanie Orúe (Jessica), Tommy Párraga (Wilber), Jaime Zevallos (Jesús), Miriam Reátegui (tía de Jessica), Carlos Orbegozo (El Mono).

Estreno en el Perú: 28 de octubre de 2010


Esta entrada fue modificada por última vez en 8 de noviembre de 2010 13:11

Ver comentarios

  • Ví la película en su última función, la del miércoles a las 7pm en Larcomar con la sala semivacia.
    Las secuencia de créditos estaba diseñada, un primer indicio de la seriedad con la que se podría haber realizado la empresa. Seguidamente los decorados y la arquitectura dei interior de la casa y del patio exterior de la casa del lector de filosofía, terminaban de reforzar esta impresión.
    En líneas generales, me parece que la producción y el Arte salen con nota aprobatoria salvo por algunos pequeños errores, como aquel calzón rojo que la muchacha le enseña al filósofo para corroborar que es una puta y que resulta ser una tautología, al tratar de añadir a través del color lo que la sola presencia corporal de la muchacha aporta. Un calzón blanco habría tenido un efecto mayor, pues descubrir en el interior de esta muchachita endemoniada un vestigio de inocencia y fragilidad hubiera multiplicado exponencialmente su sensualidad. Pero bueno, esos son sólo detalles al fin y al cabo. Aquí viene lo bueno.
    El guión sale desaprobado. La concepción y construcción del personaje femenino es paupérrimo. Una muchacha formada en las antípodas de la intelectualidad no tiene porque carecer de complejidad. Ahí encuentro vestigios de un recurrente prejuicio académico. Bernard Shaw resolvió su obra Pigmalion con una mujer de la calle que aparte de hermosa y grosera, se las ingeniaba para proyectar encanto y dulzura, hipnotizando a los espectadores
    ¿Por qué no nos quisieron hipnotizar a nosotros también?. Por el contrario, proveen a la señorita de una gran sensualidad al vestirla como una ninfa del anime japonés, pero la distancian completamente del afecto de los espectadores al asignarle como rasgo dominante la vulgaridad caricaturizada del achorado, sin mayor matiz.
    La edición sale desaprobada porque, aunque se preocupa por tratar de imprimir un ritmo agitado a ciertos momentos, lo hizo de una forma desajustada, casi sin control. Como si, vislumbrando la pendiente que se avecinaba, hubiese decidido soltar las riendas de la carreta y taparse los ojos.
    El sonido sale desaprobado porque sus recursos formales para acentuar los distintos matices de la historia son de una precariedad superada desde los años 50 en el cine. Esos golpes de vibración grave son efectismo puro...
    El director sale desaprobado porque no es capaz de proyectar en imágenes la carga de emociones que implica un encuentro de seres antagónicos que a un tiempo se repelen y se necesitan. Jamás el viejo intelectual cede a la sensualidad de la joven, ni siquiera la sombra de la duda descompone su rostro.
    La secuencia en la que ante el peligro deciden encerrarse en una puerta secreta y una vez adentro encienden un fósforo es de un grado de ingenuidad y de una falta de veroisimilitud sólo superada por el hecho casi inmediato que decidan entreabrir la puerta para observar mejor a sus asesinos.
    A nivel formal, las contradicciónes en la construcción del punto de vista en algunas escenas claves, en las que el sonido apuesta por un personaje y la edición por otro, no hacen sino demostrar la falta de lucidez y carácter para conducir la historia, como por ejemplo en la escena del teléfono y el general. En la que parece que l chica sufriera escuchando a varios metros de distancia la dos voces de la conversación.
    A buena cuenta si para algo ha servido La Vigilia es para terminar de aclarar las sospechas de que el Arte(decorado, vestuario, locaciones) y la Dirección son oficios incompatibles para una misma persona en un mismo rodaje.
    ¡Ajusta Lope!

  • hola, soy un espectador comun o corriente y vi la pelicula la semana pasada.
    senti desde las primeras tomas una transportacion a una concepcion de la vida del primer personaje llamado chocano, la cadencia de las tomas de todo su alrededor, cada una de ellas me llevan a una apacible quietud, intelectualidad y ademas estatus que queda muy bien descrita desde la primera toma de la mansion que nos presenta tamayo.
    sin embargo la interrupcion del personaje de jessica en la escena creo que podria haber sido mas trabajada, se que augusto deja mucha libertad a sus actores y eso es bueno como director sugerente pero creo que a veces tiene que ser un poco mas tirano en estipular algunas escenas sobre todo las que van a cambiar el ritmo y la cadencia de la estructura gramatical, y no hablo sobre las tomas sino como historia,pero aun asi es atrapante, me parecio curioso ver que siendo una pelicula cadenciosa la intriga es atrapante, no quiero hablar sobre los actores pero si como pelicula y es que siento que no son de estas que debas dar una opinion ni bien sales del cine, por que tus opiniones comienzan a cambiar conforme pasan los dias, despues de estos dias, ves lima desde otro angulo, y ves las diferencias sociales con otros ojos mas concientes y algunas invisivilidades salen a la luz con elementos clasicos puestos en la pelicula como el lenguaje entre chocano y jessica.
    es curioso el modo en que chocano encuentra darle cierta adrenalina a su monotoma vida, y augusto lo pone a tal punto de cuestionarse "el que hago yo aqui" sumado a la escena en el que sale a relucir un angulo voyerista y no se acaba hasta que aun asi decide despues de todo ir al morro solar para no sentir como algo inconcluso, una dialectica interna entre una especie de "quiero ser participe de esta conclusion" y "que va a pasar con esta historia de adrenalina en el que se ha sumergido concientemente y a la vez inconcientemente", y nuevamente toma con libre albedrio la desicion de ir a buscarla o rescatarla que es un sentimiento que por momemtos tiene este personaje, como en la escena de la llamada por telefono a la comisaria.
    y un final con un pequeño sabor amargo, por otro angulo reflexivo, y por otro insatisfecho.
    hay un personaje que me parece muy fuete en su actuacion y mas aun al final que es el que da el desenlace llamado jesus el marido de yesica, un poco flotante a nivel de historia pero con mucha fuerza, creo que tamayo a nivel de historia hubiera podido aprovechar mas a este personaje que en las pocas tomas que tiene buena actuacion,la escena en que se hacerca a chocano es muy aterradora, y como el hay otros un poco flotantes que quizas sea la propuesta dramaturgica, pero que sin lugar a duda te deja ciertos vacios o espacios que quizas se le obliga al espectador a llenar imaginariamente.
    los dejo...
    nash

  • Sean de Lombardi, Tamayo, Galvez o los Vega, de los viejos o los nuevos, fallidas o logradas, el hecho es que este año las peliculas nacionales no han llevado el publico que se esperaba a las salas.

  • Hola.
    ví la película y leí estas crítica y comentarios,
    para mi es una mala película, así de simple, se nota claramente que es un mal guión
    y como tal, mi pregunta va a la gente de conacine q premió esta obra, en proyecto, premió el guión, o sea que el jurado que premió esta obra, leyó el guión y se supone que a ellos les pareció interesante

    No me puedo explicar que película vieron esas personas del jurado, por favor que salgan a contárnosla porque no creo que un guión de esa naturaleza tenga que ser premiado y dejar de premiar a algún nuevo cineasta que pueda proponer algo nuevo o al menos inciar su búsqueda.

    sí un cineasta nuevo, presentaba ese mismo guión, tengan por seguro que NO se hubiese premiado ese proyecto, entocnes, que se premia, un nombre?, y luego no culpemos al público, por no querer ir a ver cine peruano, porq junto con la película ELLA, son de lo peor del año en cuanto a cine peruano se refiere, y ambas premiadas por conacine, fallidas desde la concepción (guión - proyecto) Y esto no va en contra de todos los trabajadores técnicos y actores de los respectivos equipos de filmación.

    es realmente triste ver a gente nueva q está tras estos premios 5 a 7 años no se les de el premio, pero estos señores con un par de años o uno, ya es suficiente para que les den el premio y tengan estos resultados deplorables.

    mi reclamo va al jurado y a conacine por haber premiado estos trabajos, que se notan claramente que desde el inicio (guión) está mal planteado.

  • Bueno miren, yo no niego que tamayo es inteligente, de repente serà un buen profesor como dicen sus ex-alumnos o actuales discipulos pero mi opiniòn es que la pelìcula le saliò falllida, ha intentado hacer un thriller y no le saliò. Eso es todo. Lombardi tambièn intento hacer algo parecido con "Ella" que tiene referentes a "Extraños en un tren" donde un hombre mata a una persona y un desconocido se le une en el crimen, pero Lombardi nunca va a ser Hitchcock, ..... les falta pues. Lo malo es que cuando no tienen pràctica en un gènero irremediablemente van a meter la pata y eso es para todo oficio. Ni modo Augusto serà pa la pròxima. Ojalà que el sr tamayo no tome a mal las criticas y comentarios como hizo su pataza Chicho Durant cuando Alonzo Izaguirre critico y señalo los errores que veia en "El Premio", y moviò cielo y tierra , apoyado con su colegas( creo que tamayo tambièn lo apoyo)para que lo despidan de su chamba. Y no estoy hablando mal de nadie porque de buena fuente se que se intento eso.

    • No hay ninguna duda de que intentaron eso y parece que no es la primera vez. Creo que antes Ricardo Bedoya tambien fue blanco de la ira non santa de Durant. Felizmente su diario apoyo a Izaguirre e hizo publica la carta en la que se sugeria su despido, con lo que todos los comnotados cineastas encabezados por Durand, Tamayo y Lombardi (pero firmaron la mayoria de integrantes de la APCP) reclamaron diciendo que su gestion era privada y que esa carta no habia sido pensada ni enviada para ser hecha publica y prefirieron no insistir. Mis felicitaciones al diario que defendio a su periodista.

  • Que más da....la película es un fiasco, sí. . Para q tanta vuelta al asunto y queda claro que las críticas no son contra Tamayo directamente.

  • Nadie descalifica a las personas. Solo es un hecho objetivo: Si Tamayo ha escrito "brillantes" libros sobre guión como dicen algunos, por què no lo refleja en la estructura de sus historias, que él mismo se encarga de escribir.

    • Quizá es mejor escribiendo cómo se debe hacer un guion de cine que haciendo guiones. Es decir puede enseñar a redactar pero a la hora de imaginar una historia ya no tiene la misma capacidad. Sin embargo ¿y "La Fuga del Chacal"? ¿Que tal fue esa pela? derepente no todo es tan horroroso en la filmografia de Tamayo, ya me empieza a dar un poco de penita, hay que ver que no es facil hacer una pela aunque sea pesima, sin duda Tamayo pone todo el corazon en sus proyectos aunque despues salgan fallidos, el no quiere que salgan asi, tiene alumnos, gente valiosa que espera mucho de el.

    • "Algunos" no. Lo he dicho yo solamente.
      ¿Cuál es el hecho objetivo que señalas? Sólo has hecho una pregunta.

      Repito algunas ideas:
      1) "Claro que otra cosa, muy distinta de ser profesor, es hacer películas."
      2) "¿Cuántos cineastas peruanos brillantes hay egresados de la Escuela de Cuba? ¿O todos aquellos que ahora estudian en Argentina vienen convertidos en brillantes? ¿Eso niega que haya profesores brillantes en esos sitios?"

      ¿Tú tienes una respuesta para lo segundo? Parece que la tuvieras. Dila y comenzamos a resolver los problemas del cine peruano.

  • ¿De cuándo acá la escuela determina eso? ¿Cuántos cineastas peruanos brillantes hay egresados de la Escuela de Cuba? ¿O todos aquellos que ahora estudian en Argentina vienen convertidos en brillantes? ¿Eso niega que haya profesores brillantes en esos sitios?
    Insisto: descalificar a las personas no nos va a llevar a nada.

      • ¿Sobrecalificarlas? ¿Quién ha hecho eso? ¿Y por eso hay que descalificarlas?
        Te invito a leer sus libros, en particular el de guión. Compáralo con los varios libros de guión que circulan. Verás el nivel.

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