Volver al futuro (1985)


Volver al futuro

Qué grata experiencia ver en pantalla grande, gracias al formato digital DCP, Volver al futuro (Back to the Future), relanzada el año pasado en Estados Unidos por los 25 años de su estreno. Sin perder la emoción del reencuentro con un clásico de la infancia, es la oportunidad de revisitarlo y apreciar las virtudes y limitaciones que lo convirtieron en un gran éxito, tan inesperado que el plan de la trilogía recién se trazó después de su exhibición.

Era el cuarto largo de Robert Zemeckis, un director que había mostrado aptitudes para la comedia y la aventura desde que debutó a fines de los años 70, contando en 1984 con Michael Douglas como protagonista y productor de Dos bribones tras la esmeralda perdida. La notable taquilla de esa cinta le permitió el acceso al ya encumbrado Steven Spielberg para llevar a la pantalla la historia de los viajes en el tiempo que había escrito con el guionista Bob Gale.

A lo largo de la filmografía de Zemeckis, es evidente la afinidad con el autor de ET y Close Encounters of the Third Kind. No en vano hizo luego la oscarizada Forrest Gump, y hasta sazonó con bonhomía la anécdota extrema de Náufrago (2000). Por ello, Volver al futuro es claramente una peripecia ingenua, amable, que juega a la exaltación en el contacto con lo desconocido, el desafío travieso a las leyes de la física, el guiño juguetón al gobierno conservador de Ronald Reagan, que recuerda con gracia su pasado de actor y a la distancia considera improbable que se haya convertido en presidente en los años 80. Recordar es vivir:

– ¿Quién es el presidente de los Estados Unidos en 1985?
– …Ronald Reagan.
– ¡¡¡Ronald Reagan!!! ¿El actor?
– Sí.
– ¿Y quién es el vicepresidente? ¿Jerry Lewis?

Los esfuerzos se centraron en tener un dúo efectivo, una trama suficientemente ingeniosa, ágil y verosímil, un trabajo laborioso de dirección artística –que va del vistoso DeLorean al conjunto de locaciones suburbanas de tibio desarrollo del ficticio Hill Valley–, y unos convincentes efectos especiales. Todos esos objetivos se lograron, empezando por la notable química de Michael J. Fox y Christopher Lloyd, que maneja hábilmente, a punta de diálogos de timing muy preciso que se solazan en el absurdo, el contraste de los perfiles del joven precavido centrado en el presente y pasado de su entorno familiar, y el viejo científico que audazmente emprende utopías y asume la ciencia y su talento con responsabilidad histórica.

En el medio, el otro protagonista es el tiempo, aparentemente relativizado por la facilidad con que Doc y Marty lo cruzan, pero de algún modo apreciado como un decurso de evoluciones y cambios sociales: Zemeckis y Gale escogieron los años 50, y específicamente 1955, como la época a visitar por Marty, cuando se gestan hitos socioculturales, como la irrupción del rock y otros populares ritmos musicales que van de la mano con el impulso de la juventud a romper tabúes y la gestación de «la segunda ola feminista». Es precisamente el año de Rebelde sin causa, el clásico que inmortalizó a James Dean, y del gesto de dignidad de Rosa Parks, la afroamericana que desacató una ley racista sobre el uso del transporte público. En las escenas del pasado, la película muestra jovencitas en abierto y –para la época– desembozado despertar sexual, incluida la futura madre de Marty, y al modesto empleado afroamericano que décadas más tarde será un eximio gobernador.

Volver al futuro

Algunos puntos débiles son el personaje de Jennifer (Claudia Wells), la sosa enamorada de Marty que aparece brevemente y que en las entregas posteriores encarnó con mayor gracia Elisabeth Shue; o el excesivo maniqueísmo de las personalidades del padre y la madre de Marty, que es utilizado para graficar los profundos cambios que él provoca en el pasado, violando las teorías apocalípticas de Doc. Sin embargo, para Zemeckis y Gale la superposición y conversión de roles son parte de las paradojas del relato, y así lo conciben en la puesta en escena.

Son reparos menores en un producto de, básicamente, puro entretenimiento de alta calidad, que cautivó a una generación, marcó la carrera de Fox y Lloyd y constituye, junto a las dos secuelas –cuyos relanzamientos esperamos ver en nuestras salas también–, lo más logrado de la trayectoria de Zemeckis, que por lo general dispensa obras fallidas. Su legión de fans permanece en el tiempo, que incluso pueden llegar a considerarla la mejor trilogía de la historia del cine, lo que nos parece algo exagerado. Es una linda saga, sí, con momentos inolvidables y ganchos para fomentar prematuras cinefilias.

Back to the Future

Dir.: Robert Zemeckis | 116 min | EE.UU.

Intérpretes: Michael J. Fox (Marty McFly), Christopher Lloyd (Emmet «Doc» Brown), Lea Thompson (Lorraine Baines/Lorraine McFly), Crispin Glover (George McFly), Thomas F. Wilson (Biff Tannen), Claudia Wells (Jennifer Parker).

Estreno en EE.UU.: 3 de julio de 1985
Reestreno en EE.UU.: 23 de octubre de 2010
Reestreno en Perú: 14 de abril de 2011


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2 respuestas

  1. […] salta por diferentes tiempos como Forrest Gump y uno piensa cuándo aparecerá Doc, el inventor de Volver al futuro, para poner […]

  2. […] veremos El último guerrero chanka y en el que acabamos de disfrutar un clásico de Hollywood como Volver al futuro. También puedes leer:La Noche de los Cortos 2010: "Sueños de […]

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