Berlinale 2014: Entrevista a Fernando Vílchez, director de «Solo te puedo mostrar el color»

Publicado por

Hoy fue un día importante para el cine peruano. Fernando Vílchez Rodríguez presentó su cortometraje Solo te puedo mostrar el color en la Berlinale 2014. Se trata de su segunda participación en el festival (en 2011 mostró su anterior corto, La calma). El filme aborda un asunto señalado de la historia reciente del Perú: el conflicto en la región de Bagua entre miembros de la etnia awajún y las fuerzas gubernamentales, que en 2009 dio lugar a un incidente dramático, conocido como El Baguazo. Un episodio al que el cine, irremediablemente, tenía que asomarse.

Solo te puedo mostrar el color, de Fernando Vílchez.

En lugar de exponer un punto de vista unilateral, Vílchez ofrece un filme de capas múltiples, repleto de matices. Un trabajo brillante que cuestiona los discursos oficiales y expande su mirada. En esta conversación nos desvela algunas de las claves de la obra y detalla su largo proceso de creación.

¿Cuál es el origen del proyecto?
Todo empieza con mi corto anterior, La calma. Quería hacer de inmediato algo nuevo, un largometraje. Me basé en recuerdos de mi infancia. Mi padre es policía, en el pasado se iba a operativos contra el terrorismo en diferentes regiones durante los ochenta y principios de los noventa. Quería hacer la historia de un policía, pero los ochenta no es mi época, prefería situarlo en la actualidad. Hoy lo más parecido a eso son los operativos de los policías relacionados con conflictos sociales. El de Bagua es el más representativo de la última década. Los policías fueron a esta zona y hubo víctimas de ambos bandos. Pensé que debía desplazarme al lugar para plantear la situación correctamente. En principio se trataba de un proyecto de ficción, pero cuando llegué allí me di cuenta de que se trata de un mundo totalmente desconocido e inhóspito.

En el verano de 2012 contacté con una asamblea de apus regionales, que deciden lo que hacen sus comunidades en los siguientes seis meses. Me presenté y les conté mi idea. Estuvieron discutiendo durante tres horas en awajún, un idioma que no entiendo, y después me dijeron que no les interesaba, que era un extraño y que habían tenido muchos problemas en los últimos tiempos con los foráneos que querían conocer su mundo. Me preguntaron qué podía ofrecerles, y les dije que sería interesante hacer un taller de video para los jóvenes. Al año siguiente regresé a la zona y empecé a documentar su relato de los hechos que allí habían sucedido.

Es una historia que no se conoce, hay muchos testimonios que no se han escuchado. También grabaciones que se venden en sus mercados, DVDs titulados «Las imágenes del Baguazo». Eran grabaciones amateurs que mostraban a los más de 200 heridos de aquel suceso. Lo más impactante es que no lo orientaban desde el dolor. Las portadas eran alegres. Entonces el proyecto de ficción quedó a un lado y me concentré en hacer una obra documental. Los jefes aceptaron mi idea del taller y, de las grabaciones que hice allí, salió el documental La espera. Al mismo tiempo quería discutir de otra manera el conflicto. Con Solo te puedo mostrar el color quería decir que no hay muchas respuestas que ofrecer, que sólo podemos esbozar una mirada.

Desde el principio tu perspectiva es muy honesta, con la llegada a un territorio ajeno. Ese era tu caso. Tu distancia es palpable en el corto.
Creo que no puedes ir a un territorio como Bagua, que ha tenido un conflicto tan importante, a pontificar ni a favor ni en contra. El país está muy crispado por el tema. Decidimos empezar de cero, sin prejuicios. Quería ser lo más sincero posible. La estética es muy casera también porque nuestra idea era hacer algo muy inmediato.

Me interesa mucho la naturaleza de tus imágenes, las diferentes capas.
Mientras grababa no tuve muy en cuenta las imágenes que iba acumulando, las que estaban filmadas por otros, como las que encontré en esos DVDs que vendían en los mercados. Además, los chicos con los que hice el taller grabaron muchas imágenes con mi cámara, pero no fui consciente de su valor hasta que llegué a la sala de montaje. Entonces revisé todo lo que tenía, unas 140 horas entre audios e imágenes, y me di cuenta de que debía fundirlas. Lo interesantes es que los planos que grabé no tenían una finalidad clara. Lo hacía para tener un registro sin saber a dónde irían a parar. Muchas veces estaba aburrido y cogía la cámara.

¿Cómo fue el proceso de montaje?
Complicado, me llevó unos cuatro o cinco meses. Empecé con la edición del documental, la historia oficial, con entrevistas, etc. Las imágenes del taller de video me permitieron reflejar los intereses, la mirada de los nativos. El taller fue una experiencia fantástica. Duró más de un mes y lo dividimos en dos partes. En la primera los chicos aprendían a utilizar la cámara, aspectos técnicos. La otra era más creativa. Ellos hacían reportajes sobre la gente del pueblo o escenas de películas. Al final del taller tenían unos días libres para grabar lo que quisieran. Filmaban el cacao, el río, a sus vecinos… Muchos de los planos que están en el corto los grabaron ellos. Les fascinaba la cámara. Hay que tener en cuenta que sólo tienen una hora de electricidad al día. Ese tiempo lo utilizábamos para conectar el portátil y ver lo que habían grabado. Toda la comunidad se reunía para verlo y se reían, estaban asombrados.

¿Qué cineastas te han influido a la hora de trabajar en el corto?
Quizás por la manera de trabajar con las imágenes, yo diría que el director francés Sylvain George.

Esta entrada fue modificada por última vez en 9 de febrero de 2014 20:47

Ver comentarios

Compartir
Publicado por

Esta web usa cookies.