Volver al Futuro es una de las películas más memorables de los años 80: divertida, llena de grandes personajes, diálogos inteligentes y una buena dosis de sátira. Combina elementos de ciencia ficción con escenas típicas de una comedia romántica o una película juvenil, para crear algo diferente. Y al igual que producciones como Indiana Jones o Star Wars, logró quedarse en la memoria de incontables fanáticos, para volverse parte de la cultura popular; eventos como el reciente reestreno de la trilogía en los cines peruanos son una buena evidencia de su eterna popularidad.
En 1985, Marty McFly (Michael J. Fox) es un adolescente promedio que vive en los suburbios estadounidenses. Tiene una enamorada bonita, y una vida en casa bastante decepcionante. Su papá, George McFly (Crispin Glover) es un cobarde incapaz de decirle que no a su jefe, Biff Tanen (Thomas F. Wilson), y su mamá, Lorraine (Lea Thompson) es aburridísima. Es por todo esto que Marty se pasa la mayor parte del tiempo fuera de casa, muchas veces visitando al Doctor Brown (Christopher Lloyd). Pero un día, su vida cambia. Resulta que el loco científico ha inventado una máquina del tiempo: un viejo DeLorean con la capacidad de viajar al pasado y al futuro. Pero para que funcione, tuvo que robarle plutonio a unos terroristas, quienes una noche regresan con sed de venganza.
Después de una serie de eventos que ni me atrevería a spoilearles, Marty termina regresando al pasado, al año 1955. Con miedo de quedar atrapado en una época en la cual ni existía, busca a un Doctor Brown más joven, quien parece capaz de ayudarlo. Sin embargo, en el camino se cruza con una versión adolescente de su madre, quien se enamora de él, lo cual pone en peligro la existencia del mismo Marty y de su familia entera.
“Volver al Futuro” funciona porque no se toma demasiado en serio a sí misma: la sensación de aventura y emoción es palpable, y hay momentos en los que nos preocupamos por Marty, pero el tono jamás se torna demasiado lúgubre o deprimente. El viaje en el tiempo es explicado de manera divertida, con el Doc Brown usando varios tecnicismos que a final de cuentas no equivalen a nada. Es la manera de decir de Robert Zemeckis, el director, que acá lo importante no es el cómo si no el qué; “Volver al Futuro” es fantasía y aventuras, no ciencia ficción pura, un filme donde la diversión y el humor son más importantes que los elementos técnicos de su premisa.
Ahora, eso no quiere decir que la cinta sea un festín de risas y ridiculeces. De hecho, “Volver al Futuro” es una de las pocas películas en donde me parece se obtuvo el balance perfecto entre entretenimiento puro, humor y tensión. En tono, quizás la compararía con el “Superman” de Richard Donner. Ambas tienen una cualidad casi de tira cómica (algo entendible en el caso del Hombre de Acero), en donde los personajes mantienen el sentido del humor a pesar de encontrarse en peligro. Otros filmes de la misma época como Indiana Jones en Busca del Arca Perdida eran igual de entretenidos pero un poco más serios (y sangrientos); “Volver al Futuro” es igual de emocionante (especialmente durante el último tercio de la historia) pero más light.
La nostalgia tiene también mucho que ver con el éxito de “Volver al Futuro”, especialmente cuando se le ve hoy en día. Cuando se estrenó, una buena parte de su público había vivido en los años 50, por lo que ver el filme era una oportunidad de revisitar su infancia u adolescencia de manera nostálgica e inocente. Ahora, sin embargo, vemos a la película entera de manera nostálgica: tanto las escenas de los años 50, como las de los años 80. Los peinados, la ropa, la forma de hablar, un Michael J. Fox joven y saludable, efectos especiales prácticos… toda la película le hace a uno recordar una época más inocente, menos complicada.
Las actuaciones, como suele pasar en este tipo de blockbuster clásico, son todas excelentes. Al igual que en el caso de “El Arca Perdida”, donde Tom Selleck iba a interpretar a Indy en vez de Harrison Ford, era Erick Stoltz quien iba a hacer de Marty en vez de Michael J. Fox. Sin embargo, Stolz se retiró de la producción luego de unos desacuerdos, por lo que Fox lo reemplazó, grabando escenas de la película durante las noches y los fines de semana, y filmando para su popular serie “Family Ties” de día y durante los días de semana. No es necesario recalcar que todo ese esfuerzo valió la pena.
Fox le otorga una inocente cualidad a Marty que difícilmente otro actor hubiese podido lograr. No estamos hablando de un adolescente sarcástico, acostumbrado a decir malas palabras y estereotípicamente cachondo. Es muy fácil identificarse con Marty porque es tranquilo y completamente promedio; valiente, de eso no hay duda, pero no es un genio ni musculoso o guapo. Tiene bullies que lo fastidian , y pasa mucho tiempo con el Doc porque es su único verdadero amigo. Es un personaje sorprendentemente interesante, el cual Fox interpreta de manera carismática y afable.
Por su parte, Christopher Lloyd logra crear a un personaje que será recordado por décadas (y al cual todavía interpreta de cuando en cuando, ya sea en cameos para otras películas o hasta en comerciales de televisión), un Científico Loco típico, brillante pero olvidadizo. Lea Thompson demuestra que Lorraine no era tan aburrida como uno imaginaría cuando era joven; Crispin Glover es suficientemente patético (pero también tierno) como el padre de Marty, y Thomas F. Wilson interpreta a Biff como un bully de caricatura: no muy intimidante, pero realmente divertido.
Como ya todos deben saber, “Volver al Futuro” termina con un cliffhanger, un final que aparentemente dejaba la puerta abierta para una secuela. Curiosamente, esa no era la idea cuando la película se estrenó: Zemeckis diseñó el desenlace de esa manera únicamente porque le parecía divertido. Sin embargo, el filme fue un éxito por lo que Zemeckis y su guionista, Bob Gale, terminaron filmando una segunda y tercera parte al mismo tiempo. La primera secuela es para muchos mejor (o al menos igual de memorable) que la primera entrega, mientras que la tercera parte… pues digamos que cumplió su cometido y punto.
“Volver al Futuro” es una de esas películas que uno puede ver cientos de veces sin que pierda su encanto. Es una gran mezcla de fantasía, humor y drama, con un tono ligero pero no ridículo, y personajes bien desarrollados con los cuales uno se identifica. El guión está lleno de diálogos inteligentes y divertidos (al igual que muchos blockbusters clásicos, es infinitamente citable… ¡Great Scott!), y le dio la oportunidad a Zemeckis de desarrollar momentos notables, personajes entrañables, y diseños únicos (no hay nadie que no relacione al DeLorean con esta película). “Volver al Futuro” es simplemente mágica, por lo que si tienen la oportunidad de verla en cines este octubre, no deberían dejar de hacerlo.
Dato: Revisen en Cinepapaya los horarios del reestreno de Back to the Future.
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