[Crítica] “Alien: Covenant”: Michael Fassbender se roba la película


Muchos fanáticos de la saga de “Alien” se sintieron decepcionados con “Prometheus”, precuela indirecta o spin-off de la primera película. Harto se ha dicho y escrito sobre su guión irregular, lleno de personajes que toman decisiones inverosímiles y diálogos seudofilosóficos; o sobre el hecho de que no se sentía tanto como una película de “Alien”, si no más como una reflexión sobre la mortalidad y la creación de la vida, con una que otra referencia a cintas previas de la franquicia.

Bueno pues, al parecer Ridley Scott ha querido corregir algunos de los errores cometidos en “Prometeo” con “Alien: Covenant”, y el resultado final es… sorprendentemente igual de irregular que la película anterior. Sangrienta, intensa, y en muchos aspectos similar al filme seminal de 1979, “Alien: Covenant” es una maravilla visual, que desgraciadamente no logra convencer del todo a nivel de guion. Ridley Scott no es el problema de la franquicia, y dudo que vaya a serlo algún día; lo que el venerable cineasta necesita hacer es conseguirse mejores guionistas.

“Alien: Covenant” transcurre diez años después de “Prometeo”, cuenta la historia de la tripulación de la nave colonizadora “Covenant”, la cual se dirige a un planeta lejano que se espera pueda mantener vida inteligente. La nave lleva consigo más de dos mil colonizadores, así como un grupo de científicos que ayudarán a cumplir esta tarea. De estos, los más importantes son Daniels (Katherine Waterston, de Criaturas Fantásticas y Dónde Encontrarlas), la experta en terraformación; el segundo en comando, Oram (Billy Crudup); el piloto Tennessee (Danny McBride), y por supuesto, el infaltable androide, esta vez llamado Walter, y una vez más interpretado por el siempre genial Michael Fassbender.

Es durante este viaje que la nave sufre un accidente, y durante el caos, nuestros protagonistas reciben una misteriosa señal (aparentemente humana), proveniente de otro planeta, más cercano, con una atmósfera similar al de la Tierra. Curiosos con lo que podrán encontrar, la tripulación decide dirigirse a este planeta en el Covenant. Pero lo que no saben es que encontrarán horrores más allá de su imaginación, así como un par de respuestas (tanto satisfactorias como decepcionantes) relacionadas a los eventos vistos en “Prometheus”.

Si el final de “Prometeo” prometía un intrigante futuro para la doctora Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y el androide David (Fassbender), dedicados a encontrar tanto el mundo de los Ingenieros (creadores de los seres humanos) como respuestas a sus filosóficas interrogantes, “Alien: Covenant” decide desechas esas promesas. Claramente la película no trata sobre el personaje de Rapace, y una vez enterados de su eventual destino, uno no puede evitar sentirse ligeramente decepcionado. Disfruté de la manera en que el personaje de David es caracterizado en la película (coherente con lo visto en su predecesora), pero a la vez, sentí que los eventos —y la historia de trasfondo de “Convenant”—hacen de “Prometeo” una historia casi sin sentido.

Narrativamente hablando, esta cinta es una suerte de mezcla entre “Prometeo” y una película de ciencia ficción y terror serie B. Tenemos, por ejemplo, las reflexiones filosóficas del primero (especialmente cada vez que vemos a Fassbender en pantalla), pero también las secuencias de sangre y terror de lo segundo. Es una mezcla algo desconcertante, como si Scott no estuviese seguro de a quién quiere complacer —a los seguidores del filme anterior, o a los fanáticos de las dos primeras películas de la saga. Los diálogos sobre el propósito de la vida y la inutilidad de los humanos en comparación a los androides y los sublimes xenomorfos se sienten fuera de lugar al lado de las escenas de matanzas y destripamientos.

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Al igual que “Prometeo”, esta película está llena de personajes supuestamente inteligentes que cometen errores muy estúpidos. Los únicos que se salvan son Daniels (más que nada porque es, básicamente, una seudo Ellen Ripley), Tennessee, y por supuesto, los droides de Fassbender. El resto de personajes carecen de personalidad, intelecto o carisma. Es ejemplificadora de esto una secuencia en particular, donde una de las tripulantes se resbala con un charco de sangre, dispara al techo, y bloquea una puerta con su pierna mientras trata de escapar del intimidante xenomorfo.

La película está llena de momentos así; personajes que se acercan a un huevo alienígena sin usar un casco; científicos que visitan un planeta desconocido sin usar su traje protector, lo cual los lleva a infectarse y eventualmente contagiar al resto del equipo con la plaga vista en “Prometeo” (o una versión ‘mejorada’); médicos que realizan correctamente el proceso de cuarentena, y más. Es difícil tomar en serio a estos personajes (especialmente si se supone que son científicos o al menos profesionales capacitados), cuando se comportan igual que los protagonistas adolescentes de un slasher ochentero. Freddy Krueger y Jason Vorhees se sentirían como en casa en “Alien Covenant”.

Visualmente, “Alien: Covenant” es impresionante, pero esto no debería sorprender a estas alturas del partido; si hay algo que Ridley Scott no ha perdido a lo largo de los años, es su ojo para desarrollar composiciones visuales impactantes. Por otro lado, el filme agarra mejor viada durante su tercer acto; la tensión aumenta, y el Xenomorfo hace su aparición triunfal (no considero un spoiler mencionar esto, pues ya se le vio así en los trailers). Scott dirige las secuencias de acción y suspenso con aplomo, realmente extrayéndoles toda la tensión posible. “Alien: Covenant” no me dio nada de miedo, pero sí bastante asco, y me mantuvo al filo del asiento durante sus escenas más violentas.

Katherine Waterston, con su “baby face” y actitud tanto frágil como valiente, es convincente como la Ellen Ripley de esta película. Me gustó la transformación del personaje a lo largo de la historia, de terraformista simpática y algo tímida, a heroína intensa.

No obstante, quien se roba la película es Michael Fassbender; sin él, “Alien: Convenant” se vendría abajo. Las escenas en las que interpreta tanto a David (el androide de “Prometeo”) como Walter son verdaderamente fascinantes, clases maestras de cómo transmitir sensaciones solo con expresiones faciales y sutiles diferenciaciones en tonos de voz. Que haya sido capaz de desarrollar dos personajes en apariencia similares pero con motivaciones opuestas, especiales para la trama y más interesantes que los personajes humanos a pesar de ser androides, es verdaderamente espectacular.

“Alien: Covenant” se siente, por momentos, como una película cuyo guión pasó por demasiadas manos (curiosamente, lo mismo sucedió con “Prometeo”). Es tanto una secuela de “Prometeo”, como una precuela de “Alien”, y una historia sobre personajes nuevos. Trata de postular preguntas filosóficas sobre la creación y el valor de la vida, pero también intenta ser una película llena de sangre por doquier. Al tratar de hacer demasiado, no termina de convencer del todo. “Alien: Covenant” funciona como filme de monstruos tipo serie B, pero considerando tanto el prestigio de su director, como el de la franquicia, definitivamente pudo ser algo más.

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