Festival de Lima 2017: Entrevista con el director del documental «Mi tía Toty» (Ecuador)


Una de las películas en competencia del 21° Festival de Cine de Lima, es el documental ecuatoriano «Mi tía Toty», primer largometraje dirigido por León Felipe Troya.

Sinopsis: Filme existencial donde la catarsis es siempre la risa: peripecias de un realizador y su tía en un intento por entender y aceptar, desde el cine, cómo el tiempo pasa y no vuelve más. Una mirada a la experiencia de la vejez a través de la vida de Toty Rodríguez, actriz ecuatoriana que hizo carrera en Francia en los 60, diva e ícono de la liberación femenina en su país.

Debajo conversamos con el director León Felipe Troya, previo a su visita a Lima:

¿Cuál es el motivo principal que te llevó a realizar este documental?
Actualmente nuestras sociedades urbanas gozan de una grado de liberalidad y modernidad que en décadas pasadas -como la de los años 60- no pertenecían a nuestras idiosincracias más bien de carácter casi feudal. El hecho de que una chica se vaya a vivir sola o con su pareja sin casarse es algo que sucede en nuestros días sin causar generalmente una ruptura dentro de las relaciones con sus padres. Toty fue parte de una generación que nos ha abierto el camino: ella nunca se casó y vivió con sus parejas «en pecado», algo que conmovió mucho a la sociedad ecuatoriana de ese entonces. Por otro lado su actividad artística ha sido una fuente de inspiración a muchas mujeres de mi país. El trabajo de ella y sus compañeros de teatro y televisión que hicieron en los años 70 y 80 facilitó que ahora haya una generación de cineastas y productores audiovisuales apropiados de sus profesiones y reconocidos -ahora más que antes- como actores importantes en la construcción de una sociedad más participativa y plural. A veces sucede que los jóvenes de ahora desechan lo antiguo o mayor porque es «out dated» o fuera de moda. Creo que es importante recordar que la mayoría de nosotros también seremos viejos algún día y que la vejez es un espacio de nuestra existencia donde suele haber harta experiencia y conocimiento.

¿Cuánto tiempo te llevó realizarlo? ¿Puedes contarnos el proceso de forma general?
Cerca de 7 años se demoró el proyecto en llegar a ser una película largometraje documental. Inicié con una idea más bien general de lo que quería contar y cómo lo quería contar, el proceso de escritura en el documental es constante -el género documental es mucho más vivo que la ficción. Participamos en el taller Miradas Contemporáneas con la acertada mirada y generoso consejo de Marta Andreu que nos aportó en la creación y el punto de vista. El rodaje se llevó a cabo en Quito, Guayaquil y Cuenca en el Ecuador; también estuvimos en París por 12 días. Fue en ese viaje que la realidad del proyecto exigió que me involucrara más en la historia que queríamos contar y «orgánicamente» me fui metiendo al cuadro (como las maletas se extraviaron no llegó la caña del boom y yo como sonidista me acerqué más de lo normal a la acción para lograr una adecuada toma, terminé dentro del cuadro). Debo resaltar que en este proyecto es muy importante la participación de todos los colaboradores que no se remiten a su área específica sino que aportan creativamente con el desarrolo del filme. No se puede negar que también hay pantanos en este tipo de proyectos: la economía, la inspiración, los ánimos y las musas nos abandonan en medio camino. En ese momento me di una pausa y me puse a estudiar actuación. El montaje tomó 11 meses y la posproducción alrededor de 3 meses. Un rodaje espaciado durante 5 años.

Al ser una película autofinanciada, ¿cuáles fueron los principales retos que tuviste?
El principal reto en estos casos es no dejar a la familia propia sin los recursos que normalmente van para cubrir las necesidades varias de una familia. Tuvimos con mi esposa y productora ejecutiva, Anita Krainer, la idea de hacer una campaña de levantamiento de fondos con parientes y amigos en Ecuador y Austria -siendo mi cónyuge austríaca-, algo que nos dio buenos resultados: financiamos un tercio en el proceso de posproducción. También he tenido que recurrir a familiares directos para lograr préstamos blandos y donaciones. Realicé varias aplicaciones a los fondos concursables del CNCine de Ecuador pero solamente en esta última oportunidad logré el fondo para promoción y estreno el año pasado 2016, que ha sido un muy buen espaldarazo para poder mostrar nuestro trabajo en el Ecuador y el mundo.

¿Cuán importante fue el aporte de Carla Valencia, la editora del documental?
El contar con Carla Valencia como la montajista de este proyecto fue un ingrediente muy importante. Con Carla compartimos dos talleres cinematográficos, cada uno con su proyecto, y en seguida ella mostró empatía para con el nuestro. El conocimiento, el oficio, la inteligencia y sobre todo la sensibilidad de Carla aportaron indudablemente en gran medida a llegar al retrato justo que hemos hecho. Al ser yo mismo director, productor, guionista, sonidista e incluso actor de un filme es muy difícil encontrar la distancia justa, el color ni chillón ni pálido (metafóricamente hablando). Ahí entra Carla con su punto de vista alejado de las emociones que uno le pone al plano por lo que costó lograrlo, o el afecto que se le tiene y ella, la montajista, nos determina que es lo necesario y que no. Con Carla logramos presentar una Toty más «normal» -sin dejar de ser un ser fuera de lo normal- que transita por las emociones y situaciones que muchos de nosotros también tenemos y a veces no las expresamos por temores al qué dirán.

¿Cómo está siendo recibido el documental por los jóvenes o las personas que no conocen a Toty?
Hasta el momento hemos tenido una buena recepción del público joven que ha visto el filme, especialmente entre la mujeres. A la mayoría de mujeres les impresiona le película porque reconocen su propia historia personal; reflexionan sobre su presente y también el futuro que aún no existe para ellas y se presenta como varias opciones de vida. También ha sido interesante la percepción que los jóvenes del Ecuador (hombres y mujeres) que conocían a Toty por sus últimas apariciones en televisión comercial y teatro comedia, tienen luego de ver el filme. Se sorprenden mucho de la gran carrera internacional (en Francia principalmente) que Toty logró; pero lo que más les llama la atención es la vitalidad del personaje a pesar de estar bastante entrada en años. Otro punto que «duele» a la gente es el precario estado financiero de Toty actualmente en contraste con lo que tuvo hace décadas en París.

¿Qué opina tu familia de la forma como has retratado a tu tía?
Sucedió (como era de esperarse) que al inicio del proceso de realización de la película, Toty -con su gran ímpetu- pretendió conducir el documental ciertos momentos hacia determinados ámbitos o temas. Yo le hice saber que eso no era posible porque es una obra realizada por mi persona y soy yo quien es el responsable de la película (lo que se ve y lo que no se ve, lo que se filma y lo que no se filma, lo que se editará o no, a quién se entrevista y a quién no). Con esta libertad que debe ser inherente a la dirección y creación de una película pude confrontarme a Toty y a familia de la cual somos parte: recién en el estreno mundial en el Festival EDOC de Quito la familia y Toty vieron la película por primera vez. Un poco nervioso sí estaba yo en el estreno pero sabía que nuestro trabajo fue hecho con mucha honestidad y cariño. Hasta ahora los familiares que la han visto se han emocionado mucho y sorprendido de la calidad del filme. Les agrada que el retrato la muestra en todos sus ámbitos -incluidas la depresiones- y se ríen bastante de las ocurrencias de la tía. Mi impresión es que la mayoría de mis familiares están bastante contentos con el trabajo que hemos hecho durante estos años con poquísimas excepciones que prefieren que se resalte sus momentos más glamourosos y no se muestre el lado de la tristeza, depresiones o su tono infantil.


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