Cinencuentro

«Fever Dreams In The Jungle», filmando con Herzog en la selva peruana


La Amazonía peruana, 48 cineastas de todo el mundo y Werner Herzog… ¿Qué puede resultar de estos ingredientes?

Por Fernando Valdivia Gómez,
documentalista y comunicador social,
director de Teleandes Producciones
y la Escuela de Cine Amazónico.

Era martes, el segundo día del taller «Filmando en Perú con Werner Herzog» y los alumnos, productores, asesores y guías nos reunimos en la Plaza de Armas de Puerto Maldonado para terminar de visitar locaciones. El sol y el calor eran intensos y el mítico director alemán Werner Herzog se negó a subir a una mototaxi, decidió recorrer por sus propios medios las 20 cuadras hasta el gran colegio donde cerca de 100 niños pasaron un casting. “Caminar a pie revela el mundo” diría en varias oportunidades y lo ponía en práctica, esa caminata observando la ciudad es para él lo más cercano a una clase magistral.

La idea se gestó 5 años atrás, cuando Liliana Diaz y Estephania Bonnett, las cabezas de Black Factory Cinema con sede en Barcelona, decidieron organizar talleres donde el expositor principal fuese un reconocido cineasta. Lograron convencer al director iraní Abbas Kiarostami y diseñaron un taller dirigido a jóvenes realizadores que en pocos días debían escribir, filmar y editar sus cortometrajes. Este modelo de trabajo logró buenos resultados, se replicó en Barcelona, Bogotá y en la Escuela Internacional de Cine y TV en Cuba; los cortometrajes superaron las expectativas y muchos alcanzaron reconocimientos en afamados festivales. Por ese mismo tiempo la dupla Díaz-Bonnet se lanzó a proponerle lo mismo a Herzog, quien públicamente repite que detesta las escuelas de cine y se limita a charlas o clases maestras esporádicamente. Como era de esperar, Herzog se negó amablemente, pero el punto de quiebre se dio con el inesperado fallecimiento de Kiarostami en Julio del 2016; el suspenso de los siguientes talleres tuvo un giro dramático cuando Herzog lo soltó: “es el momento de tomar la posta de Abbas”.

Art never sleeps… love what you do… pero sueña con los ojos abiertos… las frases escritas y firmadas por Francis Ford Coppola, Steven Spielberg, Fernando Birri y otros cineastas legendarios sobre los muros de la famosa Escuela de Cine de San Antonio de los Baños en Cuba, estimulan el espíritu de la creación y aquí se desarrolló el primer taller con Herzog. Como era de esperar, la demanda por participar fue enorme y los resultados convencieron más al director alemán: no se trataba de un taller convencional, más bien de una experiencia donde se camina, se inspira, se crea y se comparte. Valía la pena continuar.

¿Y cómo es que llegaron a nuestro país? Por años el Perú intenta posicionarse frente al mundo de diferentes maneras, desde la gastronomía hasta las posibilidades de inversión, sin embargo se había dejado de lado la potencialidad de nuestros paisajes y escenarios. Al no existir una Film Comission que promocione locaciones nacionales y facilite el ingreso de equipos de rodaje, nuestras maravillas escénicas seguirían siendo visitadas básicamente por turistas. ¿Cuánto ganaría nuestro país si se rodara una película o una superproducción en nuestros territorios? Cuando esto ocurre se generan puestos de trabajo, se brindan servicios y se mueve significativamente la economía. Teniéndolo en mente, Black Factory Cinema, Inkaterra y Promperú, con el apoyo del Ministerio de Cultura, llegaron a un acuerdo para brindar las condiciones que permitiesen realizar el siguiente taller de Herzog en las selvas de Madre de Dios.

Acostumbrado a desplazarse por el mundo, para Herzog regresar a la Amazonía peruana significaba mover un cúmulo de emociones, desde revivir la tensa aventura de rodar Aguirre la ira de dios con el estresante Kinsky, subir un barco por las montañas de Camisea en Fitzcarraldo, su vida salvada por casualidad como lo revela en Alas de esperanza, la gran amistad con el entrañable Jorge Vignati «el soldado del cine», hasta su alianza de más de 45 años con el empresario Jorge Koechlin. Era un regreso a sus raíces y como dice en Enemigo mío: “donde conocí mi destino”.

¿Cómo aprovechar al máximo los 11 días previstos para el taller? El trabajo de pre producción debía ser exhaustivo y lograr ubicar locaciones, personajes, potenciales actores y -al menos- el acceso a una comunidad nativa. De esa manera se ahorraría valioso tiempo y los cineastas participantes en el taller ganarían concentración. Postularon 500, se seleccionaron 48, cada uno debía encontrar su tema, escribir la historia, filmarla (¡solo!) y editarla.

La selva peruana contiene un abanico interminable de historias, “he sentido que es el lugar donde nacen las historias, donde levantas una piedra hay una historia, hablas con alguien y hay una historia, y no solo una historia real, el mundo de la fantasía y lo real acá se mezclan, están entrelazados de una manera que nosotros en Europa ya hemos perdido” señala la actriz y realizadora alemana Sonia Ortiz, que al igual que otros compañeros de China, Singapur, Kuwait, Argentina, USA, Colombia, Irlanda, Brasil, Israel, Puerto Rico, Inglaterra, Armenia, España, Kosovo, Francia, Canadá, Australia, México, Croacia, Italia, Suecia, Jordania, Holanda y el Perú, se lanzaron a la aventura de la creación cinematográfica en un territorio desconocido para la mayoría.

Y filmar en la selva es cosa seria: podemos pasar de un día soleado a una lluvia inesperada en minutos, los ríos son las carreteras y no siempre hay botes disponibles, la energía eléctrica no llega a zonas rurales, los zancudos pueden alimentarse de tu mano mientras intentas estabilizar una toma resistiendo el escozor, los personajes hoy están y quizás mañana no, crees que tienes una historia pero de pronto aparece otra mejor y otra y otra planteándote el dilema de seguir o cambiar; las filmaciones nocturnas requieren una organización especial para salvar las complejidades logísticas y de seguridad. Todo esto desestabiliza la tranquilidad emocional de cualquier realizador, sin embargo Werner lo capitalizó muy bien proponiendo un tema o premisa común a todas las obras a producir: Fever dreams in the jungle (sueños febriles en la selva). Por ese sendero debían transitar los cortometrajes, pero teniendo en cuenta además algunas ideas que se planteaban en las master class nocturnas, como las difusas fronteras entre el documental y la ficción, constante en la obra Herzoguiana.

Lucía Valdemoros de Argentina cree que uno de los consejos más importantes que recibió antes de salir a filmar fue el “escuchen, escuchen, escuchen” sugiriendo que prestar atención podría ser la puerta para entrar a los mundos de las personas. Cuando el colombiano Felipe López escuchó “hay una diferencia entre la realidad y la verdad” se quedó pensando en las maneras de profundizar en las situaciones, más allá de la piel, algo parecido ocurrió con Tom Hamburger de Brasil cuando oyó a Herzog decir “Usted no consigue ver el bosque por causa de los arboles”. Los 54 años de experiencia y más de 64 obras del mítico alemán mutaron en combustible motivacional de los jóvenes cineastas que se lanzaron al rodaje, olvidándose de los cocodrilos y culebras que los atormentaban antes de llegar al Perú.

Así como los cineastas venidos de todo el mundo iniciaron su aventura fílmica, el equipo de producción1 también tuvo retos que superar, el principal, lograr que todos culminen el taller enteros. Inkaterra dio el soporte logístico con sus instalaciones y el apoyo de guías muy capaces pero poco habituados a las imprevisibles necesidades de 48 cineastas afiebrados. Su ubicación, al pie del rio Madre de Dios, entre Puerto Maldonado y la comunidad ese’eja Palma Real, permitió hacer desplazamientos de menos de una hora para cada locación. La necesaria conversación sobre interculturalidad y estrategias de abordaje para trabajar con personas de la Amazonía dio sus frutos al establecer un ritmo de trabajo flexible, acomodándose a la dinámica diaria de los pobladores, quienes actuaron sin ser actores o fueron personajes compartiendo ángulos íntimos de su vida y que obligaron a algunos realizadores a alterar su historia original. “Uno puede tener una idea y buscarla en el rodaje o la edición y pasar por alto situaciones que son mucho más ricas; por eso estar atento, con los ojos abiertos y no cerrarse únicamente a lo que vino a buscar” escuchó el realizador argentino Agustín Barrutia en las master class nocturnas y lo tomó en cuenta para «Memorias profundas de la selva» cortometraje rodado en la comunidad Palma Real. Joao Couto de Brasil descubrió un personaje excepcional y fuera del casting para Las sandalias de Jesús y Micah Van Hove de EE.UU. cambió de actor cuando descubrió las potencialidades artísticas de su carismático asistente quien finalmente hizo el rol principal en Del arco vacío.

Y ¿dónde quedaron los sueños febriles? ese paso indefinible entre la creatividad y el delirio tropical a donde nos llevan los relatos, los sonidos, olores y sabores de la Amazonía. Algunas obras tuvieron la justa dosis entre la reflexión y la locura, como «Los caminos de la mente» realizado por la singapurense Dewi Tan o la danza lumínica de un caracol alternando con espíritus novatos en Tunche fever del colombiano Sebastián López Borda. Spacewalkers del paisa Juan Pablo Caballero es también otro viaje fascinante donde se entrelazan el mundo occidental, el mundo andino, el amazónico y una aspiración interplanetaria a modo de relato lúdico del devenir de la humanidad. En «Nightmare Hunter» del puertoriqueño Rolando Gil, la cámara es el dardo energético de un shamán corriendo hacia su futura víctima o saliendo de ella en escenarios oníricos pintados de azul. Cada obra fue febril por su proceso mismo de elaboración maratónica, rompiendo los esquemas establecidos por la industria cinematográfica; aquí se usaron cámaras pequeñas, pocos trípodes, sin luces especiales, sin actores profesionales, la mayoría filmando solos y sin hablar el idioma nativo ni el castellano, con tal viada que en varios casos lograron culminar hasta dos cortometrajes. “La obra debe durar un mínimo de 5 minutos, cada uno de esos 300 segundos cuenta” fue la indicación de Herzog y se cumplió a cabalidad porque la selva y el cine se aman, son aliados, gracias a las imágenes que generosamente entrega el monte, este gran criadero de relatos.

Para Liliana Díaz, gestora de este -más que taller- encuentro emocional cinematográfico, la Amazonía peruana “dobla o triplica las expectativas que uno tiene” porque trabajar en la selva despierta las fibras más sensibles de nuestros sentidos, estimulados desde la naturaleza y las culturas, pero también por la solidaridad que despierta entre quienes trabajamos en actividades colectivas como el cine. Su compañera de Black Factory Cinema, Estephania Bonnett, aprovechó para dirigirse a los nuevos realizadores peruanos y decirles “que acá si hay historias, pueden salir a su misma tierra a buscarlas, pueden encontrar muy fácilmente la narrativa en sus propios espacios” Un llamado a quienes quieren hacer cine en las regiones amazónicas o en aquellas donde aún se produce limitadamente como Madre de Dios, San Martín o Amazonas.

Al mediodía del 11 de mayo se terminó con la proyección de los cortometrajes y el necesario feedback; algunos realizadores como el francés Quentin Lazzarotto pudieron proyectar a la población de Palma Real su «Carlito Leaves Forever» (Carlito se va para siempre). Alex Caro Delgado, el actor natural descubierto casualmente se emocionó tanto al verse en pantalla que compartió públicamente por las redes el cortometraje donde actuó a pesar de estar inacabado. Está pendiente la proyección en Puerto Maldonado, en una ciudad donde el bicho del cine ha pegado fuerte, ya reclaman un taller para que puedan hacer sus películas. Mientras tanto, en las calles de la ciudad, en los bosques y en las comunidades nativas cercanas, han quedado resonando los pasos de esta tropa de cineastas que miraron a un país con los ojos y el corazón y le dejaron un regalo fílmico febril, de la mano de una leyenda del cine que ahora mismo está caminando por China, rodando él y su camarógrafo, solos, livianos y felices; es lo que queda después de haber dicho que este fue el mejor taller que ha realizado, y de haberse librado del peso de los sueños.

Y queda un pendiente más: que Herzog responda la última pregunta que le hice durante la despedida en el aeropuerto “¿Para cuándo el filming in Cusco?”.

(1) El equipo de producción estuvo conformado por la fotógrafa Melissa Ramírez y el equipo de producción de Perú: Nuria Frigola, Gabriel Meseth (por Inkaterra), Alex Giraldo, Pavel Martiarena y Fernando Valdivia, quien además fue el asesor para el trabajo con pueblos originarios.

(2) Una selección de 14 cortometrajes elaborados en el taller serán exhibidos en el 22 Festival de Cine de Lima 2018. Aquí la lista de cortos seleccionados.


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