Entrevista con la cineasta huancaína Jacqueline Riveros, directora de «Yawar Wanka»


El 22° Festival de Cine de Lima, que terminó el pasado 11 de agosto, nos dejó la sensación de que el cine en nuestro país continúa expandiendo sus horizontes más allá de Lima. Prueba de eso fueron las 24 películas (8 largos y 16 cortos) que participaron de la muestra “Tierra en trance: una retrospectiva del cine peruano hecho en regiones”.

Jacqueline Riveros Matos fue una de las pocas mujeres realizadoras que se incluyó en la muestra, lo que la hace parte, además, del reducido grupo -también en expansión- de cineastas mujeres a nivel nacional. Con ella hablamos sobre su primer largometraje Yawar Wanka (2014), el polémicamente llamado “cine regional”, tema que tocó junto con otros colegas en una charla que se organizó para el festival, así como sobre su experiencia haciendo cine en su tierra natal, Huancayo.

“Estamos haciendo un cine que abrirá paso a las siguientes generaciones”

Jacqueline Riveros Matos

En el conversatorio sobre “cine regional” en el que participaste, se criticó mucho las etiquetas que se ponían al cine que se produce en regiones. ¿Cómo defines tu cine en relación a estas categorías?
Como dijeron en la charla, algunos ven el “cine regional” como costumbrista, porque mostramos cosas que son típicas de nuestros lugares, como la cultura y nuestras tradiciones. También se han usado etiquetas como el cine andino o indígena, pero el cine que hacemos en Huancayo no es definido tanto por ese lado, hay mucha variedad. Para mí, el cine que hago es simplemente una mezcla de géneros y también de varios referentes culturales que son propias de la zona.

¿Cómo fue tu experiencia aprendiendo a hacer cine antes de «Yawar Wanka», tu primer largometraje?
Antes de hacer este largo como directora, yo pasé por todas las etapas: actriz, asistente, productora y todo lo que hay. Con la experiencia que obtuve, aprendí mucho. Cuando empiezas a hacer cine es muy complicado que de frente seas director. A medida que entraba al mundo del cine y que apoyaba a otros colegas, yo sentía que ya podía dirigir un corto o una película. Un grupo de colegas y amigos del que formaba parte en Huancayo me dio esa oportunidad. Me dijeron: “tú ya tienes esa experiencia, ¿por qué no diriges? Hagamos una historia”. Entonces, Yawar Wanka surgió en conjunto, como lluvia de ideas. En aquel grupo, no éramos tan individualistas; o sea, no era como decir “yo soy directora, tengo mi idea y quiero así todo”. No. Pensamos todo y nos apoyábamos en grupo. En el momento de la lluvia de ideas, yo aporté varias cosas, como decidir cómo queríamos que fuera la historia. El que nos asesoró fue Nilo Inga, quien ya tenía varias experiencias con películas y que entendía bastante sobre la visión cósmica andina. Al final Nilo y yo escribimos el guión de «Yawar Wanka». Ganamos el Concurso de Proyectos de Largometraje para Regiones el 2011, que en ese entonces lo daba Conacine. Se presentaron trece proyectos, de los cuales yo fui la única chica que presentó el suyo. Nos premiaron con 190 mil soles.

Y una vez conseguido ese premio, ¿cómo se logró realizar la película?
Cuando ganamos ese dinero, pensamos que era suficiente para hacer la filmación, la pre y la postproducción, pero en el camino nos dimos cuenta que necesitábamos ser más profesionales, que ya no podíamos actuar empíricamente. Por ejemplo, contratamos a alguien que ya sabía un poco más de dirección de cámaras. Y nos chocó, porque nos dimos cuenta de que nos faltaba esto o lo otro, porque nos exigían más cosas para mejorar. El presupuesto faltó, y por eso hubo un periodo de espera para terminar la postproducción de la película. Recién el año pasado la presenté oficialmente al Ministerio de Cultura.

Hablemos de «Yawar Wanka». Es indudable que la película contiene muchos referentes culturales como lo señalaste al principio. ¿Cuál es la interpretación que le das a la cultura wanka en la película?
En Huancayo, y en todo el valle de Mantaro, tenemos historias que conocemos a través de nuestros abuelos. Queríamos ofrecer un mix de todo eso. Nilo sabía una cosa, yo sabía otra cosa, algún otro compañero del grupo sabía otra. Y juntamos esas historias. Además, en ese tiempo estaban de moda, por decirlo así, las películas de terror en Ayacucho. Y queríamos que la película tuviera también algo de misterio. Al final salió una película de ficción algo fantástica porque trata de cuentos andinos, pero que están entremezclados con una historia actual y de suspenso. Nilo viene de conocer más estas historias porque él es de la parte norte del Valle, donde las costumbres son más arraigadas. Yo soy más de la ciudad. Mis padres fueron migrantes y llegaron a Huancayo, en donde nací. No tengo tantas raíces wankas, pero me encanta la cultura. No soy ajena a ella y quise mostrarla.

Además de estas historias, ¿qué otros elementos culturales incluiste?
La película quiso mostrar también el humor huanca y la parte turística que nos caracteriza. Por ejemplo, el labrado del mate burilado que aparece en la película es propia de la zona. También me interesó mostrar los centros arqueológicos como Wari Willka, la cerámica, la artesanía. Otro ejemplo, el prendedor de la princesa wanka que aparece en la película tiene un símbolo que también está en el escudo de la Universidad de Huancayo. Hay un montón de simbología, y uno que es wanka se da cuenta. Otro ejemplo es el anciano de la película, representa a un enviado de los dioses, porque él es como un guardián. Tiene el nombre Nevash, como el del nevado. Él es el que siempre va a los pueblos a solucionar problemas de la gente buena. No sé si conoces ese cuento, de un anciano que busca a la gente buena, y a quien tratan mal. Él castiga el maltrato con diluvio. En la película, él ayuda al protagonista.

¿Cómo ha sido la recepción de la película en Huancayo?
La vez que la presentamos fue buena. Junto con Nilo Inga, el grupo que te conté y yo hemos pasado a trabajar como una productora que se llama “Inti Films Cine Wanka”. Esa productora ya ha ganado una imagen de presentar películas con contenido, con historias bien contadas. «Yawar Wanka» es una película un poco más profesional, la gente lo sabía y sabía que no éramos unos improvisados, por eso fue a verla y les gustó. Incluso hubo comentarios que todavía me quedan en la mente. Por ejemplo, alguien nos decía “oye, ¿eso era montaje? ¿O era una pantalla en verde?”. Y yo les decía que no, que era un escenario natural. La fotografía que hizo Marco Alvarado es muy buena.

¿Y cómo ha sido la recepción de la película en Lima?
Desde que la película fue estrenada el año pasado en el Ministerio de Cultura he escuchado varios comentarios positivos. Algunos me decían que debía mostrar la película a un público escolar, porque los chicos podrían aprender un poco más sobre nuestra cultura, sobre las historias que contamos. En la parte técnica, me han dicho que ha habido algunas fallas, pero creo que es propio del aprendizaje. La película la grabé el 2012, ahora ya conozco más. Yo mismo la veo y digo que hubiera podido hacer algunas cosas de manera diferente.

Sabemos que en Lima la difusión de un cine limeño ya de por sí es difícil, tomando en cuenta que las películas no duran mucho tiempo en una sala de cine comercial. Más difícil es todavía para películas realizadas en regiones. ¿Cómo se da la difusión de películas hechas en Huancayo?
Nosotros siempre pagamos para presentar una película en cines. Nos dan una sala en el horario de la mañana y pagamos por un día. Puede ser un día o dependiendo de lo que contratas. La mayoría de mis colegas que ha mostrado sus películas en cine han pagado en salas o, si no, en auditorios. Pero los auditorios no te dan esa calidad, la imagen puede estar fea o el sonido no te ayuda. El espectador dirá: “¿para eso voy a pagar mis ocho soles? Mejor pago 15 y veo una película bien taquillera”. Eso da pena.

Continuando con las diferencias entre Lima y las regiones. ¿Qué te parecen las representaciones de las realidades andinas que han venido surgiendo en el cine de Lima de manera creciente en estos últimos años?
Cuando tú miras estas películas y miras la sierra, que es lo que tú conoces, primero te identificas, pero cuando muestran las cosas de otra manera ajena a la realidad, da cólera. Es igual que con nuestro Huaylash. En Lima lo bailan, pero lo bailan mal, y tú dices “¡pero así no se baila!”. Mejor me gustaría que alguien de mi zona les enseñe a bailar y les explique cómo se hace. Algo así veo en las películas: en Lima muestran desde su perspectiva, pero no como se debe. Ahí es cuando mis colegas, los cineastas de las regiones, pegan el grito y dicen que, si ellos (refiriéndose a los directores de la capital) muestran nuestra realidad, nosotros podemos mostrarla mejor. Para ponerte un caso, hay una película que no me gustó mucho, que fue «La teta asustada». La vi en la premiere en Lima. No me gustó la manera en que presentó a la mujer de la sierra. Todos en la sala se reían mucho. No se trataba tanto de un tema de discriminación, sino que no se mostró lo auténtico. Era más una burla, creo yo.

¿Ahora que sigue? ¿Cuál es tu próximo proyecto?
Yo soy comunicadora social y he trabajado bastante en televisión, en noticieros, he sido jefa de redacción, directora de prensa. Me gusta bastante hacer reportajes y algo que, de alguna manera, combina el cine con los reportajes, es el documental. Tengo un proyecto de documental que ya está armado, aunque me falta darle una pulida. Tal vez pueda presentarlo pronto. Tengo varios guiones guardados que quisiera mejorar para irlos mostrando, y saber la opinión de quienes tienen más experiencia que yo escribiendo. Me gustaría también realizar proyectos dirigidos a niños y mostrar un poco más a la mujer andina desde mi visión.

¿Desde tu experiencia, cómo podrías explicar las dificultades que has tenido para hacer cine?
Como te dije, he pasado por todas las etapas. Desde el 2003 estoy involucrada en hacer cine de una manera u otra. He manejado cámaras de VHS, después las digitales. Desde que yo empecé no había en Huancayo alguien que fuera especialista en dirección de fotografía, no había sonidistas, nada. Entonces he vivido todo el proceso. Me parece que ahora el cine en Huancayo y en varias regiones en el país está en desarrollo, en una evolución. Los jóvenes están abriendo los ojos. Ahora hay más chicos que hacen cortos, también hay chicas. El obstáculo que tal vez existe para que este desarrollo continúe es un desconocimiento. La gente pensaba y todavía piensa que sólo se hace cine en Lima y no en provincias. Y cuando lo haces, no te creen, no te apoyan, no te auspician. Incluso, fui a un canal de televisión y pedí que hagan una nota informativa para difundir un largometraje. Y me dijeron: “Pero ¿quiénes actúan?”. “Es una película regional”, les respondí. “Pero ¿quiénes actúan?”. “No, no son conocidos”. Querían que todo sea cine comercial. No ven la importancia de lo que uno quiere mostrar o la parte cultural de una película de región. Otra dificultad es que no hay capacitación para las personas que quieren dedicarse al cine. Es difícil venir a Lima para estudiar una carrera, pero ahora hay personas que vienen acá y regresan a Huancayo. Eso me parece excelente. Ése sería mi consejo: si te gusta el cine, prepárate. Aunque también he escuchado a varios directores en el festival que dicen que no es necesario estudiar en una universidad o un instituto. Sea como sea, se trata de tener iniciativa propia. Ahora tenemos el internet y los jóvenes se pueden formar ahí. Depende de ellos. Nosotros y varios chicos de Huancayo hemos hecho eso: somos autodidactas. Ganar experiencia practicando es importante también.

¿Piensas que para las generaciones siguientes de provincias será un poco más fácil hacer cine en el futuro?
Sí. Alguien dijo en estos días que este cine no va a ser para nosotros sino para el futuro. Tal vez no nos vaya a beneficiar a nosotros directamente, pero está encaminando a las siguientes generaciones. Eso me gusta. Ahora hay chicos en Huancayo que se acercan y me piden que los apoye y yo encantada, porque me hubiera gustado que me apoyen de chibola, cuando empecé. Así como he tenido la suerte de encontrar ya en el camino gente profesional que me ha enseñado cómo se hace esto o eso, yo también hago lo mismo. Trato de enseñar desde mi experiencia.


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