[Crítica] “Chabuca» (2024): el espectáculo (algo) colorido

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En esta nueva película nacional a cargo de Tondero Producciones, conoceremos la vida del presentador de televisión y drag queen Ernesto Pimentel y lo que lo llevó a ser la estrella popular que terminó siendo. Desde su humilde infancia en Arequipa, pasando por su dura juventud llena de dolores y pérdidas, hasta llegar al estrellato convirtiéndose en “La chola Chabuca”.

De antemano, quiero dejar en claro que, como persona de 25 años, conozco poco sobre la vida de Ernesto Pimentel. Desde que tengo uso de razón, solo sabía dos cosas: que tiene un programa de televisión que conduce hasta el día de hoy bajo el mencionado alter ego de “La chola Chabuca” y la gran conmoción que se causó en su momento al saberse que era uno los más notorios portadores del VIH en el Perú. Conociendo solo esas dos cosas, creo que ya podía hacerme una idea de qué podría esperar de una película sobre su vida bajo el lente de una productora como Tondero, la cual sabemos que, salvo por la saga de Asu Mare, no tiene un éxito comercial de tanto impacto desde hace muchos años. 

Si algo salta a primera vista a nivel cinematográfico de esta película es la presencia de su director: Jorge Carmona del Solar. Carmona es un realizador que vería la popularidad por primera vez gracias a la televisión con propuestas diferentes a lo que se venía haciendo. Muchos recuerdan con cariño series como Misterio o La Gran Sangre que, a pesar de no ser las más prolijas, parecían demostrar unas ganas de querer sacudir las cosas, moviéndose de los sets a las calles, mostrando el barrio con una furiosa cámara en mano que fue puliéndose luego de trabajar por varios años en publicidad.

No es la primera vez que Carmona trabaja con Tondero. En el pasado, allá por el 2017, este participó en la adaptación cinematográfica del musical Av. Larco, que de lejos debe ser lo menos logrado que me ha tocado ver con su firma, siendo un trabajo sin alma y de un rock nacional tan plastificado que borra todo lo que significó en el contexto donde se desarrolla. Y es con esto que parto a hablar de Chabuca, ya que, si puedo comenzar a mencionar lo positivo que la película tiene, definitivamente está el hecho de que el director pudo aprender de uno que otro error que cometió anteriormente. 

En sus mejores momentos, Chabuca es un buen drama, con toques medio pícaros, acerca de cómo la vida misma y el espectáculo deben ir de la mano. Cada lugar es un escenario y está retratado como tal, ya sea por los elementos que lo componen o incluso en cómo se encuadra. A través del montaje, iremos viendo cómo esos distintos pasajes de la vida de Ernesto, hasta la concepción de «Chabuca», van formando una ilación interesante. Progresivamente, ese espectáculo que primero veía de manera muy discreta a través de un hueco en la pared, lo termina poniendo al centro del reflector, pero claro, no librándose de los obligatorios baches.

Carmona logra narrar de manera didáctica dicho crecimiento, evidenciando que Ernesto es alguien construido a base de todas las personas que lo rodearon a lo largo de su vida. Con los amigos y la familia, todo es más jovial y juguetón (con el entorno drag como el punto máximo donde los elementos cinematográficos resaltan con mayor fuerza), mientras que en su tórrido romance y otras veces que la tragedia llama a su puerta producto de su enfermedad, cambiamos súbitamente a lo apagado y lúgubre. 

Jorge Carmona (der.), director de «Chabuca», junto con sus actores Sergio Armasgo (izq.) y Miguel Dávalos (atrás).

Esas son decisiones que, de nuevo, son funcionales en los mejores momentos, además de ser complementadas con las ya muy mencionadas buenas actuaciones que tiene. Tanto los personajes secundarios interpretados por Haydée Cáceres y Norka Ramírez, como la revelación que resulta ser Sergio Armasgo como Pimentel, siendo ese torbellino de emociones que los momentos del filme van mostrando. Es gracias a él que la dualidad que atraviesa al personaje se hace mucho más palpable.

Sin embargo, en sus peores momentos, que no son pocos, hay un artificio muy forzado. Una mezcla entre Almodóvar, quedándose con lo superficial del director, y Wong Kar-wai, en una suerte de copia de Happy Together al momento de representar su romance u otros momentos duros de su vida (ojo al blanco y negro arbitrario), más una poética tan forzada que a como dé lugar te obliga a comprar esta idea de ícono nacional. Ahora, no es que Pimentel no lo sea, no en vano sigue siendo así de relevante, pero la película creo mucho favor no le hace en ese sentido, ya que es ahí que los vicios de su director, producto quizá de su fuerte contacto con la publicidad, entran a escena, dándote la impresión de querer vender al ícono, mas no ahondar demasiado en por qué es quién es. Sí, dentro de todo, es una película decente. Hasta en los momentos de publicidad más descarada hay algo de gracia al momento de filmar; no obstante, no olvidemos de dónde viene y cómo teme ensuciarse las manos un poco más de lo debido.

En conclusión, para ser la propuesta comercial más decente que su productora ha podido dar en mucho tiempo, a Chabuca le falta todavía para ser una película completamente buena. Valoro que tras de cámaras tenga gente realmente competente que no se vaya a lo seguro a nivel visual y muestre cosas que en nuestro estéril panorama resulten llamativas. Asimismo, que en su guion no haga solo hincapié en el tema de superación, sino también en esa búsqueda de la trascendencia desde lo popular y las barreras que hay que romper frente a cámaras, es algo que también miro de forma positiva. Lamentablemente, son ya sus ganas de ambicionar demasiado en cuanto a referencias y metáforas, lo que la termina haciendo algo vacía entre tanta parafernalia. Eso causa que nunca encuentre un tono definitivo, no dejándote realmente satisfecho una vez llegando al cierre.

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