The Visitor (2007)

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Dir. Thomas McCarthy | 104 min. | EE.UU

Intérpretes: Richard Jenkins (Prof. Walter Vale), Haaz Sleiman (Tarek Khalil), Danai Jekesai Gurira (Zainab), Hiam Abbass (Mouna Khalil), Marian Seldes (Barbara), Maggie Moore (Karen), Michael Cumpsty (Charles), Bill McHenry (Darin), Richard Kind (Jacob), Tzahi Moskovitz (Zev), Amir Arison (Señor Shah)

Estreno en España: 13 de marzo de 2009

Cuando Walter Vale (talentoso Richard Jenkins) se traslada unos días a Nueva York para ofrecer una ponencia sobre la Globalización, referida a la economía, no adivina ni por asomo que parte de las consecuencias sociales de la misma le van a salpicar su compostura fría y tranquila, al tiempo que le van a enriquecer como ser humano. Él, mediocre profesor de economía en Connecticut, viudo, que intenta inútilmente aprender a tocar el piano, y como afirmará más tarde ante una madre angustiada, vive una nada cotidiana, se mezclará directamente con la variedad de culturas que conviven en Nueva York, con la problemática de la inmigración en Estados Unidos (esta vez fuera del entorno latino), tema a través del cual la película nos conduce al sentimiento de impotencia que produce en gente de bien leyes que han sido endurecidas bajo el manto inmateiral y excusa para todo de la Bushiana “guerra contra el terror”.

La nada cotidiana

1.- El cine independiente americano consolidado por el prestigio de Festivales como Sundance o Toronto, Tokio o Buenos Aires, va entrando con paso decidido en la ceremonia de los mainstream por excelencia, los Oscar de Hollywood. El año pasado fue una pequeña obra independiente pequeña de Jason Reitman la que se coló dentro del más difícil todavía, nominación a mejor película, me refiero a Juno. Este año son dos los largos de bajo presupuesto, ajustados días de rodaje, excelentes actores que no estrellas, y conmovedoras historias con las que comulga de pleno el espectador, los que han destacado entre los Premios de la Academia: la profunda cuchillada que produce Frozen River, de Courtney Hunt, por la que Melissa Leo fue nominada a Mejor Actriz, y The Visitor, del actor-director Thomas McCarthy, por la que fue nominado a Mejor Actor el famoso secundario Richard Jenkins. Ambas se aventuran en la temática social que está transformando el planeta en los últimos decenios, me refiero a la migración, temporal o definitiva, y sus enmarañamientos, oscuridades legales, sus intríngulis en suma. Resulta insólito que una historia como la americana que se hizo a base de inmigrantes y que puso en tierra de nadie a los indios, coloca a diario con ellos a mucha gente sin recursos (importante matiz), opinión que alcanzo de Hilario J. Rodríguez -respecto a Frozen River-, perfectamente trasladable a The Visitor.

Cuando Walter Vale (talentoso Richard Jenkins) se traslada unos días a Nueva York para ofrecer una ponencia sobre la Globalización, referida a la economía, no adivina ni por asomo que parte de las consecuencias sociales de la misma le van a salpicar su compostura fría y tranquila, al tiempo que le van a enriquecer como ser humano. Él, mediocre profesor de economía en Connecticut, viudo, que intenta inútilmente aprender a tocar el piano, y como afirmará más tarde ante una madre angustiada, vive una nada cotidiana, se mezclará directamente con la variedad de culturas que conviven en Nueva York, con la problemática de la inmigración en Estados Unidos (esta vez fuera del entorno latino), tema a través del cual la película nos conduce al sentimiento de impotencia que produce en gente de bien leyes que han sido endurecidas bajo el manto inmateiral y excusa para todo de la Bushiana “guerra contra el terror”. McCarthy refleja en la película, de manera realista y al mismo tiempo inútil, entendido éste término como inverso del American Dream de las megaproducciones donde todo es posible solucionarlo, la angustia diaria en la que vive el ilegal. Aquí solo queda una rabia fría, congelada en su furia, que solo encuentra vía de escape a través de los golpes rítmicos dados a un tambor africano, el djembe.

2.-El realizador de The Visitor (que como actor veremos pronto en Duplicity) lo tenía más que claro, quería a un actor curtido en el teatro y desde 1985 en repartos miles de apoyo a realizadores de variado tono, desde Allen, a los Coen, pasando por Mike Nichols. Richard Jenkins a quién hemos visto recientemente en un papel muy majadero en la última Coen, Quemar después de leer, se alza en esta producción independiente en protagonista absoluto. Y lo hace con encomio admirable. McCarthy nos cuenta que desde las primeras líneas de su guión pensó en este actor que puede pasar perfectamente por una persona como usted o como yo, normal y vulgar, es decir de la masa. E ahí donde reside la fortaleza de esta estupenda cinta, en sus personajes, en la labor de sus actores desconocidos, excepción hecha de Jenkins y Hiam Abbass. No nos cabe la menor duda que la película no hubiera sido la misma con una estrella de la talla de Robert Redford, Morgan Freeman o Gene Hackman. El problema de estos star es su incapacidad para suplantar al ciudadano corriente, al tiempo que les resulta desequilibrante actuar con actores desconocidos, aunque sean excelentes. Es como si formaran una liga de seres extraordinarios que les incapacita para todo tipo de papel. Recuerdo de Frankie & Johnny, Garry Marshall, la discusión que arreó Michelle Pfeiffer por no dar el perfil de una camarera tan corriente como se le supone al personaje. Imposible, su ángel asomaba por todos los resquicios.

Richard Jenkins aportó al personaje de Walter ideas que derivan, aunque sea sutilmente, hacia un cambio progresivo y vital en este gris profesor académico. Un ejemplo es el cambio de gafas, idea del propio actor. Pero no es el único. Haaz Sleiman, actor que interpreta a Tarek Khalil, investigó sobre la manera de tocar el djembe, curiosidades (tocar en ropa interior) varias y ritmos sobre el tema, saliendo del habitual cliché cinematográfico de un personaje árabe, en un papel de músico, de un artista…“nunca vi a un árabe con este perfil en el cine” se sorprende el realizador. Las dos mujeres que completan el reparto son bien diferentes a los personajes masculinos. La fortaleza y humanidad, carisma y diplomacia (la manera en la que susurra a Walter que Zanaib es muy negra cuando está a punto de conocer a la novia de su hijo) de Hiam Abbass nos sigue dejando sin aliento. Más que nada porque no es común ver mujeres maduras con arrugas en el cine, hartos como estamos de artificiosos monumentos. Abbass interpreta a la madre de Tarek, que acude a Nueva York cuando su hijo es detenido en un centro especial de inmigración, sutilmente encuadrado en plena ciudad. Pero otra diferencia la marca a su vez la novia de Tarek, senegalesa, diseñadora de bisutería, de carácter más bien desconfiado, a la que la actriz teatral, Norteamérica criada en Zimbabwe, Danai Gurira, le aporta un aire de frescura natural bien focalizado por la actriz en sus pocas apariciones. Como afirma McCarthy, la tensión dramática se genera a partir de la interacción de todos estos personajes tan diferentes entre sí, sin olvidar que la ciudad de Nueva York es en sí otro personaje, ese que se toca con las entrañas, y no la urbe de innumerables comedias pastel a lo Kate Hudson y Cía.

3.-The Visitor es la segunda obra como director de otro actor secundario, Thomas McCarthy, que vimos recientemente en Michael Clayton, o Syriana entre muchas otras. Ganó el premio Independent Spirit al mejor director por esta película, y venía de cosechar buenas críticas y el premio BAFTA al mejor guión con su anterior trabajo, Vías cruzadas (The Station Agent). McCarthy confiesa que es hijo del boba a boca, que sus películas son esas pequeñas obras que no necesitan del gran marketing que vende humo, sino que hacen su mercado entre el espectador admirado de descubrir una delicatessen entre tanto estofado de producto palotimero. ¿Son los actores mejores directores y los directores mejores actores?. A veces un intercambio de pieles es ventajoso para la audiencia. El caso superlativo de Clint Eastwod, o la reciente y divertida Tropic Thunder lo confirman. En todo caso el hecho de que el director sea a su vez actor ayuda a la comunicación con los actores, pero no es regla fija que un actor sea un buen director, y a la inversa, afirma McCarthy.

Al cabo de una minuciosa investigación y su interrelación con amigos asistentes sociales que trabajan con inmigrantes, además de su propia experiencia negativa en un centro como el de la película, Thomas McCarthy comprobó en carne propia el maltrato de los agentes y guardias de dichos lugares, y la impotencia que genera la indefensión ante tal poder institucional, ratificado por leyes que son como el espíritu santo, algo intangible y convenientemente absurdo.
Sin la dimensión emotiva, el choque y la hondura que provocan Frozen River y películas independientes de la talla de Happiness, Drugstore Cowboy, Lone Star, Sangre fácil, Memento, o Lost in Translation, con la que tiene mucho en común, The Visitor es una película queda, serena en su realismo, flemáticamente anglosajona, y no obstante verdadera e impactante, donde la música se torna en un medio curativo contra la desesperación del vacío. Es una ventana de muchas cotidianidades que viven alejadas de la vida cambiante, la que produce la tan cacareada globalización. Perfecta desde el prisma económico para los funcionarios de corbata de seda y martini en lujosos hoteles, una lata engorrosa desde el prisma social para los mismos querubines.

Marquen «imprescindible» en su agenda.

Esta entrada fue modificada por última vez en 16 de marzo de 2009 15:18

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  • Me encantó esta película muy entretenida y con un guión muy original. Nunca se cae y creo que bien nominado Richard Jenkins.

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