De repente, el último verano: Falleció Elizabeth Taylor


Durante casi setenta años, Elizabeth Taylor adoptó una diversidad de rostros en el imaginario cinematográfico. Niña prodigio, estrella juvenil fogueada entre Lassie y las figuras maduras de Hollywood, actriz de carácter talentosa, joven ganadora dos veces del Oscar, emblema romántico y estético, protagonista de la industria y de autores valiosos que la buscaron por su nervio expuesto. Superstar consumada, diva autodestructiva, tan pródiga en bodas y divorcios, amoríos extraconyugales y viudeces, como en intoxicaciones y rehabilitaciones. Retirada prematura, filántropa generosa y paciente consuetudinaria en una vejez que no la dejó tranquila.

Es decir, Liz encarnó en la catapulta y el declive de su belleza y carrera el juego polimorfo de la fábrica de sueños del cine norteamericano. Fue un símbolo de la maquinaria de los viejos estudios, la de imanes cazatalentos y canteras escolares, y del desacomodo a la hora de la irrupción de nuevas sensibilidades y logísticas. Se formó en los años 40, asomó y maduró en los 50 y explotó en los 60; se relajó paulatinamente en los 70, se alejó en los 80 y desapareció en los 90. Su última actuación fue en el 2001, pero nunca dejó de ser perseguida por la prensa en sus reiterados ingresos hospitalarios que la consumían sin piedad.

Falleció hoy a los 79 años de edad. Recordémosla en pasajes de algunas de sus principales películas.

Jane Eyre (1944)

El padre de la novia (1950)

Gigante (1956)

La gata sobre el tejado caliente (1958)

De repente, el último verano (1959)

Butterfield 8 (1960)

Cleopatra (1963)

¿Quién le teme a Virginia Woolf? (1966)

Reflejos de tus ojos dorados (1967)

Yapa: Además, pueden ver completa El único juego de la ciudad (1970).

Fotos: Archivo LIFE


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