Festival de Valdivia 2013: Entrevista a Luis López, director de «El futuro»

El futuro, de Luis Lopez Carrasco

Luis, «El futuro» es de las películas que me hacen recordar que una persona no es producto del azar o el destino, que no estamos donde estamos por casualidad sino que somos un proceso político y la historia de un país está detrás nuestro. ¿Tú también lo ves así?
Sí, se aplica para la película y también para nosotros. Por ejemplo, mi propio caso. Yo me he criado en una clase media donde entendías que, si conseguías una serie de objetivos, luego te iría bien en la vida. En el 2010, luego de Los materiales, me dieron una beca para hacer videoarte en Berlín y yo estaba feliz con mi vida pues todo iba saliendo muy bien. Allá me sentía tan optimista que empecé a hacer mis planes para cuando volviera a España: proyectos de documentales, crear una empresa productora, pedir una línea de crédito, etc. Lo tenía todo listo. Un año después, volví… y a los seis meses de mi regreso tuve que abortar todos mis planes de crecimiento artístico y profesional.

El futuro, de Luis Lopez Carrasco
Luis López Carrasco, director de "El futuro", detrás de la cámara.

¿Qué había pasado? Durante mi ausencia, Zapatero había tomado las medidas económicas del 12 de mayo del 2010, obligado por la comisión europea, recortando la política social. Habíamos regresado al país en vías de desarrollo que era España a finales de los setenta. Empezaron a desaparecer instituciones y derechos, y empezó a crecer mi sensación de haber vivido treinta años en un país que no era el país que yo creía. Es como haber viajado a Berlín y regresar a una realidad paralela, una realidad donde se había rasgado un telón y empezaba a aflorar toda basura, corrupción y ponzoña, donde te dabas cuenta que habíamos vivido en un espejismo de democracia y prosperidad.

Y de algún modo ese espejismo de prosperidad estaba vinculado a unas maneras de entender la democracia, las relaciones laborales y las relaciones personales. Y pienso que ese corpus moral se inició en 1982. Ese año se inauguran muchos valores morales: se confunde democracia con valores aplicados a la sociedad de consumo y se esparcen valores de ocio que antes solo había disfrutado la élite económica, por ejemplo.

Además, yo me he criado en los ochentas y los valores con los que he crecido y que he compartido son los valores de una época en constante fiesta, de ocio, frivolidad y hedonismo extremo (en contrapunto siniestro por la cantidad de gente que murió por la heroína y el SIDA). Pienso en la historia de España y veo también mi historia, llegando al punto en que, en muy poco tiempo, abandonamos cualquier idea de movilización civil y política y terminamos entregando un cheque en blanco a los partidos para que hagan y deshagan a su antojo.

¿Tú has tenido posturas activistas antes del 2010?
No, nunca. He vivido en ese mundo de ocio que menciono. Para mí, ser adolescente en los noventas fue vivir en una sociedad estable, con muy poco tejido social de carácter político.

Entonces, si hubiera una crítica en la película, no sería tanto contra el ocio de la sociedad o «la movida madrileña» de entonces sino contra ti mismo, una crítica muy dura además.
¡Justamente de eso trata todo! Hay un mea culpa, sin duda. No me interesa tanto criticar la movida madrileña o la juventud de entonces, porque yo mismo no he movido el culo para nada. ¿Qué pasó con nosotros para que hayamos acabado como hemos acabado? Por un lado, nos hemos dejado llevar por todo tipo de inercias. Por otro lado, buena parte de la respuesta tiene que ver con que la sociedad piensa que nos podemos convertir en demócratas en un día. Si tienes una dictadura de 40 años, eso no es así, para nada.

Has mencionado el ambiente central de tu película, que es la fiesta. Pero no es solo una fiesta de jolgorio extremo sino también se notan muchas otras capas, más oscuras y extrañas.
Sin duda. A lo largo de la fiesta, sea porque los provocamos o porque los encontramos sin querer, aparecen momentos de ensimismamiento individual. Por los rostros que vemos en le encuadre están pasando todo tipo de emociones, ¡menos la alegría! Y eso es porque el ocio nocturno tiene ese componente de soledad.

Entonces queda claro que estamos viendo una fiesta real con borrachera real y demás. ¿Cómo fue la preparación de este rodaje?
Decidimos que íbamos a rodarlo todo en tres días. Lo primero fue conseguir una localización. El primer día compramos bebida en gran cantidad, pusimos música sin parar y así recibimos a los invitados. La gente llegaba, pasaba a vestirse y luego al salón. Y de ahí empezó la fiesta y mi labor como director consistió, a veces, en no hacer nada. Suena poco “trascendental” para la idea de “autor”, pero así fue. Y lo fue porque hicimos un casting hábil. No recuerdo quién decía que el setenta por ciento de la dirección de actores es un buen casting. Estoy de acuerdo. Elegimos gente por la personalidad y también por la complexión (ya que la gente en los ochentas se alimentaba de otra manera, no había chicas que estuvieran en el gimnasio todo el día, etc). Investigamos el look y la fisonomía en muchos documentales y archivos de la época buscando rostros atemporales y, finalmente, conseguimos gente vinculada a la noche, gente de discotecas, gente variopinta que por su personalidad excéntrica suelen provocar situaciones. Claro que también actuaron amigos míos: así, si la escena se descontrolaba, podía tener gente de confianza a la que podía dar indicaciones.

En esas “situaciones” que mencionas, ¿qué haces? ¿te vas a la esquina con la cámara?
Sí, sí. Ion de Sosa (fotografía) y yo montamos el teleobjetivo y nos íbamos a una esquina y en la mayor parte de la película el actor o actriz que aparece en pantalla no sabe que lo estábamos filmando. Nos dimos cuenta que era la mejor manera de enfrentar ese rodaje, con distancia, y luego yendo de un lado al otro, corriendo detrás de lo que sucedía. Por ejemplo, nos gritaban: «¡están dando de mamar en la cocina!» y salíamos disparados hacia allá. Para mí, un rodaje así es una experiencia bastante única y creo que eso se siente en la película.

Es un espíritu entusiasta que se percibe de inicio a fin, quizás porque, como dices, gran parte del trabajo estaba en el aspecto previo de planificar la puesta en escena ideal. Rodaje como provocación, literalmente.
Sin duda, en el rodaje intenté provocar las condiciones para poder retratar rostros en pleno éxtasis infernal como el público de Rolling Stones en «Gimme Shelter», donde la gente está tan pasada de vueltas que son el rostro del inframundo. Bueno, no era la idea llegar a eso (para lo cual habría tenido que drogar al personal de una manera peligrosa), pero sí era una idea como punto de partida.

Con relación a esta y otras etapas de la película, ¿cuál es la principal diferencia con tus trabajos anteriores con Los Hijos?
Es distinto en cuanto dentro del Colectivo Los Hijos nosotros cedemos nuestra individualidad a una unidad colectiva. Por momentos me sentía más desprotegido porque en el colectivo si tienes una crisis, pueden seguir los otros. Aquí no. Aquí estaba solo, y aunque siempre he hecho trabajos por mi cuenta el peso y la responsabilidad han sido mayores. Claro que, también, la satisfacción es muy profunda. No por nada intento plasmar en esta película todas las preocupaciones que han atravesado mi cuerpo y cerebro estos últimos tres años.

Entrevista: Fernando Vílchez Rodríguez – @elaguainmovil


2 respuestas

  1. […] -Entrevista a Luis López Carrasco en Blocs&Docs y en Cinencuentro […]

  2. […] no hay que olvidar un antecedente fundamental de Luis López Carrasco: él es miembro del colectivo Los Hijos, grupo creador de esa gran película llamada Los materiales […]

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