«La luz en el cerro», thriller con Ramón García y Manuel Gold, se estrenará en el 20° Festival de Lima

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Un thriller filmado en las alturas de Cusco, protagonizado por Ramón García y Manuel Gold, se estrenará en el próximo Festival de Lima, que empieza el 5 de agosto.

La luz en el cerro, la ópera prima de Ricardo Velarde Alburquerque, formará parte de la sección especial que desde el año pasado el festival dedica al nuevo cine nacional, llamada Hecho en el Perú.

Este es uno de los más prometedores filmes peruanos del año, ganador del Concurso de Postproducción 2015 del Ministerio de Cultura. En dicho concurso, el jurado la premió por unanimidad, señalando que la película «con una estrategia adecuada tiene grandes posibilidades de encontrarse con un público amplio, pudiendo ser un exponente de cine de género notable en la producción nacional de estos años«.

«La luz en el cerro» es además la última película peruana rodada enteramente en material fílmico. Se filmó en Super 16mm, en locaciones de Marcapata y Coline en Cusco a mediados del 2012. Aquí les mostramos su tráiler oficial, y seguidamente una completa entrevista con el director Ricardo Velarde:

La luz en el cerro se presentará el sábado 6 de agosto a las 4:30 p.m. en la Sala Roja CCPUCP, y el domingo 7 a las 8:00 p.m. en la Sala Robles Godoy, Ministerio de Cultura.

Actualización [21 julio]: La ópera prima de Ricardo Velarde tendrá su premiere mundial a fines de agosto en el Festival de Montreal, como parte de la Competencia Oficial.

Meses atrás pudimos ver una primera versión de la cinta, luego conversamos con el director en una extensa entrevista donde abordamos diversos aspectos de su primer largometraje, el largo camino desde la escritura del guion, la elaboración de los personajes con los actores, la edición, así como su decisión de filmar en celuloide, algo realmente inusual en nuestro medio:

– Ricardo, ¿cuál es la historia que veremos en “La luz en el cerro”?
Se trata de un thriller, una película de misterio y de suspenso. Hay una muerte enigmática. Tenemos a dos jóvenes practicantes forenses de la capital, haciendo sus prácticas en este pueblo remoto de los Andes. Ellos están encargados de resolver el misterio de esa muerte. A lo largo del proceso desvelan una leyenda que incluye hechos tantos históricos como mágicos. Hay una presencia maligna en la película y es la audiencia la que debe revelar el origen de esta presencia.

– ¿Cómo nació “La luz en el cerro”?
En el 2010, viviendo aún en Inglaterra, donde estudié cine, escribí el primer borrador de una película de terror. La inspiración para esa película fue una vieja casona que un amigo y director de arte Yerko Zlatar había heredado. Era una casona de madera, antiquísima, ubicada en medio de la selva de Quincemil, en plena Carretera Interoceánica. Es un lugar alucinante y muy misterioso. Viajé allá y nos quedamos una semana en ese lugar, las noches la pasábamos con la gente de la zona, bebiendo, escuchando sus historias. Eran impresionantes, sobre todo leyendas del lugar, y algunos hechos históricos que se mezclan con esas leyendas, lo que se ha convertido en el folclore local en esa zona.

Cuando regresamos a Cusco yo ya estaba pensando en dejar el proyecto de terror y embarcarme en una película que ilustre en cierto sentido estas historias que me habían contado y que incluyan tanto a los personajes de los relatos, como a los narradores. Luego, cuando volví a Inglaterra, Yerko me llama y me cuenta que la casa había sido incendiada por invasores de tierra. Yo tomé esa tragedia como una señal. En ese momento abandoné por completo la historia de terror y empecé a escribir “La luz en el cerro”.

– ¿Cuántas versiones del guion escribiste?
Inicialmente tenía planeado hacer una película con cuatro historias cuyos relatos se entrelazaban. Pero al final decidí sacar un poco de cada una y crear una sola historia. Para esto tuve que averiguar en qué se basan estos folclores. He viajado repetidas veces a esa zona pasando tiempo con la gente para aprender realmente de ellos. La historia, en cierto sentido, ha sido generada por mí pero también por el lugar y por la gente. A veces simplemente iba y tomaba fotos a los lugares, y meses después revisando esas imágenes, encontraba la manera de articular escenas. Fue un proceso bastante espontáneo y orgánico. La Luz en el Cerro fue filmada usando el guion version 11.5.

– ¿Cómo fue el proceso de fusionar este género universal que es el thriller con elementos locales de la cultura andina?
Mi intención siempre fue crear una película de género que sea 100% latinoamericana. Creo que como cineastas latinoamericanos tenemos cierta responsabilidad de incluir ese contexto histórico o cultural en nuestros trabajos, y no simplemente fotocopiar un género foráneo. Un thriller que se desarrolle en un contexto andino, nos fuerza a tener un tratamiento distinto de este género y no necesariamente emular estilos que son parte de una era en la historia del cine. Creo que tenemos esa gran oportunidad como latinoamericanos, y no debemos dejarla de lado por el temor de creer que vas a condicionar al espectador a no entender tu película. Por ejemplo, si alguien me dice: “Yo vengo a ver una película de suspenso, y encuentro alguien hablando en quechua”. No tienes porqué dejar de utilizar ese elemento, es parte de nuestra cultura.

Esa es justamente la idea detrás del nombre de nuestra empresa productora, Caudal Films: un caudal inmenso, como el flujo de un río rebosando de imágenes, sonidos y toda esa riqueza que tenemos en el Perú para poder crear historias. Por supuesto que un thriller necesita que los elementos propios de ese género estén presentes, eso es muy cierto. Pero no debemos evitar usar ese caudal para enriquecer nuestras historias.

– Cuéntanos sobre el reparto de actores limeños
Elegir a los actores principales, Manuel Gold, Ramón García, Emilram Cossio y Stephanie Orúe, fue básicamente un trabajo de ir a ver teatro. Me gusta la disciplina del actor de teatro.

A Ramón García lo llamé para conocerlo antes de hacerle una audición. Creo que con actores como él, tú sabes que su trabajo será increíble. Pero yo quería ver un aspecto de Ramón que no se ha visto mucho: lo dramático, lo trágico. Estamos más acostumbrados a ver a Ramón como la figura paternal, bonachona, cómica. Todo lo opuesto a Juan Padilla, su personaje en “La luz en el cerro”: es un antihéroe, un policía que a pesar de ser impulsivo y violento, es una persona moral que aún cree en hacer el bien a la sociedad, algo que no es muy común en nuestro contexto peruano.

Manuel Gold me llamó la atención por su inteligencia como actor, siendo tan joven. Lo vi el 2011 en una adaptación cómica de la película de Hitchcock, “Los 39 escalones”. Me sorprendió lo audaz que es. Manuel es otro actor que es más conocido por su faceta cómica, sé que también ha hecho obras dramáticas, pero lamentablemente no las había visto. Creo que tanto a mí como a él nos interesó explorar más ese otro lado de su registro actoral, y sé que el público se sorprenderá mucho con el resultado.

Emilram Cossio me sorprendió cuando lo vi en el teatro, por el amplio registro que maneja. Me di cuenta inmediatamente que él tenía que interpretar a ‘El chino’. Siempre visualicé a los dos personajes forenses, el de Emilram y de Manuel Gold, como complementarios uno del otro. Durante el rodaje los metí en un cuarto a que pasen el tiempo juntos, solos. Les pedí que hagan ensayos, sin mi presencia, para que desarrollen juntos sus propios personajes. Y creo que lo hicieron muy bien.

Stephanie Orúe es una tremenda actriz, su personaje, Carmen es una chica inteligente calculadora y maliciosa con personalidad múltiple. Luego de ver a Stephanie en el teatro y de audicionarla me convenció totalmente. Ella ahora tiene mucha popularidad con la serie de televisión “Valiente Amor” y me alegra mucho el reconocimiento y cariño que tiene el público por su trabajo.

También contamos con los geniales Mario Velásquez y Carlos Victoria, con quienes tampoco fue nada difícil la elección.

– En la película también destacan los actores cusqueños
Sí, a través de nuestra película, nos importa mucho mostrarle al público el trabajo de estos actores y actrices del Cusco, que si bien dentro de su circuito son conocidos, nos da mucho gusto poder presentarlos a nivel nacional.

Tenemos a Julio César Flores que interpreta al personaje cuya muerte será el disparador de la historia. Vemos cómo fue su vida a través de flashbacks. Está Dalia Paz, una tremenda actriz, ella tiene el rol de Hortensia, la madre de la familia Cárdenas, esposa del personaje de Julio César. También contamos con Lucho Castro quien había trabajado años atrás en películas de Luis Figueroa, entre otros, y quien interpreta a Armando, un dueño de cantina con personalidad explosiva. Y está también Daniel Núñez Durán, escritor, director y actor de cine regional de Huancayo, quien interpreta a Rojas, un silencioso pero agresivo matón.

Los personajes de los niños fueron interpretados por no actores. Son Nelson Champi y Begni Mercado, niños locales de la zona. El trabajo con ellos fue colaborativo, de coaching con Dalia Paz y con mi amigo José Huamán Turpo, cineasta y documentalista cusqueño. Fue un gran trabajo de ambos en la preparación de estos actores naturales. Durante rodaje construimos atmósferas en la que podían ser ellos mismos. Después de tan solo dos días rodando, los chicos estaban ya totalmente sueltos e interpretando con responsabilidad y precisión sus personajes. Nelson (quien interpreta a Danilo) por ejemplo se ganó el apodo de ‘El capo’, debido a la profesionalidad con que realizaba su trabajo.

Don Alejandro Chipayo (de Marcapata), quien interpreta al Abuelo, nos impactó a todos con el realismo de su performance. Creo realmente que la gente del Ande son actores naturales instintivos, han pasado por generaciones sus relatos históricos y su mística por vía oral. Cuando te narran un acontecimiento, se paran de sus sillas y empiezan a interpretar los personajes de sus historias con sus propias voces y movimientos corporales. Desde niño siempre me ha impactado mucho ese aspecto de ellos.

El personaje de ‘Chapi’ está basado totalmente en alguien que yo conocí en esas noches que pasé en Quincemil, y que me contaba las historias más increíbles. Él también es interpretado por un no actor de Puno, Tomasito (Tomás Zuñiga Salas), un personaje que trajo José Huamán y que cuando lo vi pensé que era perfecto para el papel. Para mí es como un extranjero que vino a buscar oro, y que la selva succionó, ya no tiene ni identidad, su acento es indistinguible. Tiene el cabello y la barba larga, parece un gnomo que sale del cerro.

– ¿Cómo fue el proceso de creación de los personajes?
No me apego a un método o técnica específica para dirigir actores. Creo que cada proyecto así como cada actor o no actor requiere una manera diferente de realizar ese trabajo. Por ejemplo, en “La luz en el cerro”, contamos con muy poco tiempo para realizar ensayos con actores de Lima previamente al rodaje. Tuve que tomar decisiones rápidas. Previamente había pedido a los actores que agreguen contenido a la caracterización de sus personajes y no se enfoquen solo en leer instrucciones, sabía que eso sería fundamental para aplicar la técnica que más convenía con ellos de acuerdo a las limitaciones de este proyecto.
Para actores profesionales y altamente flexibles como ellos era lo más adecuado. Cuando empezamos los ensayos, ellos ya tenían una base del desarrollo la cual simplemente yo iba puliendo de acuerdo a mis expectativas del personaje y requerimientos de la escena, o en otros casos agregando y enfatizando las sorpresas y aspectos nuevos que ellos proponían en los personajes. Fue un proceso bastante colaborativo.

– ¿Por qué decidiste filmar tu película en celuloide?
Porque es un lindo formato, en aquel momento ya estaba a punto de desaparecer y quería obtener la profundidad de imagen que te da el fílmico al grabar en las montañas, en campo abierto. También lo hice por seguridad. Yo solo he trabajado en soporte fílmico. Como estudiante he podido usar la cámara de cine en todo terreno. Teniendo esa experiencia, pasar al digital para mi primera película, en un formato totalmente nuevo, me hubiera puesto en una posición de inseguridad. No quería tomar ese riesgo.

Pero además hay otros aspectos del celuloide que me parecen importantes: creo que el fílmico te condiciona a trabajar con un método, la limitación de contar con cierta cantidad de material virgen, manteniendo por ejemplo un shooting ratio de 3 a 1, que fue el que manejamos nosotros, nos puso a todo el crew y actores en un estado de concentración y responsabilidad. No hay distracciones, y te esfuerzas en hacerlo bien a la primera. Eso fue fundamental para filmar en las montañas donde dependemos del corto tiempo para obtener la luz deseada y donde las condiciones atmosféricas cambian radicalmente de un momento al otro. El celuloide básicamente te exige a no huevear.

– ¿Qué nos puedes comentar sobre el proceso de edición?
Yo soy editor, tengo cierta experiencia editando mis propios trabajos, y conozco los errores que se cometen al editar apresuradamente algo que tú mismo has rodado. El director/editor tiene mucho apego a su material, y si no trabajas de la mano con alguien más, no te va a salir bien. Es lo que hice yo, trabajé con quien es mi mentor, mi profesor de edición en la London Film School, Jaime Estrada-Torres, un profesional colombiano con un currículo impresionante. Jaime es el jefe del departamento de edición de la escuela, ha sido consultor e instructor de Avid en grandes producciones como “Eyes Wide Shut” de Kubrick, o la serie “Band of Brothers” de Spielberg. Si no lo tuviera a él como asesor, yo no me mandaría a editar mi propio trabajo.

– La música incidental también sobresale en tu film, ¿cómo trabajaste este aspecto?
La musica de «La luz en el cerro» fue conceptualizada desde que escribía el guión. Quería un sonido híbrido, con presencia urbana y andina al mismo tiempo. No quería canciones ni melodías pegajosas, más bien un sonido ambiguo que genere suspenso. Joni Chiappe es un excelente músico. Él compuso e interpretó la música original de la película, la cual combina instrumentación acústica y elementos andinos con música de sintetizadores y atmósferas con tendencias minimalistas.

Los personajes de Manuel Gold y Emilram Cossio, son dos jóvenes forenses, amantes del rock metal. Estuve a punto de solicitar permisos a bandas extranjeras de metal para algunos tracks musicales pero Manuel Gold, quien escucha mucho metal en la vida real, me dio a conocer a la banda peruana Chaska, quienes fusionan el rock metal y progresivo con intrumentacion andina y nativa. Estamos muy contentos de contar con los temas de Chaska en varias escenas.

– ¿Cómo armaste el crew para tu película?
Al comienzo solo éramos yo y Michelle Prazak, mi esposa y productora principal de la película. Michelle es una artista plástica bastante activa quien ya ha trabajado conmigo en producciones pasadas. Ella también fue directora de casting en Lima. Michelle estuvo desde el inicio de este proyecto, desde el guion hasta la edición, con mucho aporte creativo que está presente en la película.

Al llegar a Lima nos contactamos con nuestro amigo Yerko Zlatar, el director de arte de la película. Conocí a Matías Durán y a su padre, el gran director de fotografia Juan Durán. Juan inmediatamente aceptó ser el director de fotografía en mi película, y nos contactó con Natalie Hendrickx, quien fue la productora durante la temporada de preproducción y producción. Natalie me conectó con parte de los profesionales locales y construyó el equipo del área de producción. Yo traje a un sector del equipo, el lado más creativo: los encargados de sonido, arte y fotografía.

También es importante mencionar a María Esperanza Barbosa, quien fue jefa de producción y estuvo todo el tiempo luchando contra viento y marea para poder continuar con el rodaje. A pesar de las dificultades y pocos recursos, ella y su equipo de asistentes pudieron lograr las condiciones para rodar en Lima, Marcapata y Coline. María Esperanza y José Huamán Turpo (director cusqueño y nuestro asesor en Cusco) aún mantienen una función activa y valiosa en el proyecto. También quiero mencionar a Peter Lara, quien fue mi asistente de dirección y rescató el rodaje más de una vez.

Quisiera agradecer también a las personas y autoridades de Marcapata y Coline en Cusco por el enorme aporte y por su corazón abierto al proyecto el cual lo hicieron suyo también.

Luego de rodar nos quedamos sin un centavo, y tuvimos que volver al equipo mínimo de Caudal Films, yo y Michelle Prazak. Nos hemos demorado mucho en hacer esta película porque no hemos tenido un financiamiento muy sólido y completo, así que la hemos venido haciendo por partes según los fondos que conseguíamos. El año pasado recibimos el premio de postproducción de DAFO, que nos ha permitido completar todos los aspectos técnicos de la copia cero.

Sobre Ricardo Velarde, el director

Antes de viajar a estudiar cine a Londres, pasé por varias cosas. Estudié Publicidad, luego Comunicaciones, pero no lo terminé. Luego, a mediados de los años 90 descubrí los primeros programas de animación por computadora. Empecé a investigarlos y me volví autodidacta en construcción de modelos y animación 3D. Mi sueño entonces era hacer largos de animación. El cine me ha encantado desde niño, pero nunca veía cercana la posibilidad de convertirme en director. No tenía los recursos para decir, ok voy a poner esta plata y voy a hacer una película. No lo veía como algo factible. Pero los programas de animación me dieron la oportunidad de crear mis personajes, mis atmósferas, y animarlos. Y también me dio la posibilidad de trabajar como freelance para publicidad, haciendo modelos 3D para comerciales por ejemplo.

A fines de los años 90, los amigos de ATA – Alta Tecnología Andina, vieron mi trabajo y me invitaron a participar al Primer Festival de Videoarte Peruano, que ellos organizaban. Yo no era artista, era animador. Pero la gente de ATA consideró que mi trabajo necesitaba algún tipo de audiencia, pues en esa época había poquísima gente haciendo animación 3D en Perú.

Ahí proyectaron una animación mía, llamada “Langoy”. ATA había invitado al festival al videoartista español Manuel Saiz, él vió mis trabajos y les gustó mucho. Manuel me dijo: tú no deberías estar acá, no eres videoartista, tú deberías hacer cine. Él fue el que me metió esa idea en la cabeza. Me convenció de comprarme una pequeña cámara digital Sony, y así empezó todo. Mis siguientes animaciones ya incluían gente, acción viva. Hice algunos cortos, que mostré en los festivales de ATA, y también los usé para postular a la escuela donde estudié cine, la London Film School, una escuela muy tradicional y prestigiosa. Tuve la suerte de vivir durante 10 años en Londres junto con varios amigos, de una manera modesta pero pasándola bien, culturizándonos. Por ejemplo, con una pequeña parte de tu capital diario, puedes hacerte socio del National Film Theater y ver películas de Stanley Kubrick en 70mm. Entonces, gracias a esto pude ver harto cine, y aprender mucho en la escuela sobre cine clásico.

Luego de terminar mis estudios, trabajé en la escuela editando los cortos que hacían los alumnos para graduarse. La idea de ser director era algo platónico, así que me aferré a la edición, me encantaba ese trabajo, sabía que editando iba a dirigir mejor. Trabajar como editor con los directores ha sido genial, eso me permitió aprender de las cosas buenas y de los errores que puede cometer un director. Tú puedes motivar a tu equipo con tu historia, con tu guion, pero también tienes que motivarlos con tu energía, con tu actitud hacia ellos.

Como dicen muchos, no tienes que ir a una escuela de cine para hacer cine. Hay muchas otras maneras. Pero la práctica siempre es fundamental, porque en la práctica aprendes el dinamismo del equipo, en cómo comunicarte con tu gente. Lo más importante que tiene la escuela y que el autodidacta no va a tener es que te hacen practicar todo el tiempo en cortometrajes. Debo haber trabajado en 30 o más cortos durante 3 años, haciendo todo, como gaffer, director de fotografía, sonidista, editor, etc. Así, semana tras semana, jornada tras jornada, practicaba todo el tiempo.

La luz en el cerro (2016)

Sinopsis

En un pueblo remoto de los Andes peruanos la enigmática muerte de un pastor revela un impactante secreto enterrado por siglos. Éste arrastrará a los involucrados en su descubrimiento hacia los valles más oscuros de la naturaleza humana, y hará que se enfrenten unos con otros trastornados por la codicia y la desesperación.

Ficha técnica

Registro: S16mm color
Exhibición: DCP color
Duración: 85 mins
País: Perú
Idioma original: español, quechua con subtítulos al español
Género: Misterio – Suspenso
Dirección y guion: Ricardo Velarde
Fotografía: Juan Durán
Edición: Ricardo Velarde, Jaime Estrada-Torres (GBFTE)
Sonido: Johann Merel, Edgar Lostaunau
Música: Joni Chiappe, Chaska
Dirección de arte: Yerko Zlatar
Producción: Caudal Films
Productoras: Michelle Prazak, Maria Esperanza Barbosa, Nathalie Hendrickx
Ventas y Distribución Internacional: Wide Sales & Distribution

Ficha artística

Manuel Gold, Ramón García, Emilram Cossio, Stephanie Orúe, Mario Velásquez, Dalia Paz, Julio Cesar Flores, Daniel Núñez, Carlos Victoria, Lucho Castro, Tomás Zúñiga, Nelson Champi, Begni Mercado, Alejandro Chipayo

Esta entrada fue modificada por última vez en 17 de octubre de 2017 15:47

Laslo Rojas Contreras

Editor de Cinencuentro.com. Miembro de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica, APRECI.

Ver comentarios

  • BUENA ENTREVISTA , FELICITACIONES LASLO , HAS DADO EN EL CLAVO CON LAS PREGUNTAS A RICARDO VERLARDE, CINEASTA PERUANO, JOVEN E INTELIGENTE. MUY INTERESANTE EL DESARROLLO DE TODO EL PROYECTO,
    A VER LA PELA , EN EL FESTIVAL DEL CCPUCP, EL SABADO A LAS 4.30 EN LA SALA ROJA Y EL DOMINGO A LAS 8 P.M. EN LA SALA ROBLES GODOY DEL MINISTERIO DE CULTURA, EXITOS RICARDO Y MICHELLE. CAUDAL FILMS,

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