“El caso Monroy”: La tragicomedia de la (in)justicia peruana


Luego de su premiada ópera prima Días de Santiago (2004) y Dioses (2008), Josué Méndez codirigió junto a otros directores latinoamericanos el documental Qué culpa tiene el tomate (2009). Tras una larga pausa en la que estuvo dedicado al teatro, la televisión y la dirección artística del Festival de Cine de Lima, Méndez presenta su tercer largometraje de ficción: El caso Monroy (2023), que supone un cambio de registro. A diferencia de sus dos primeras películas que eran dramas que abordaban temas más serios como el estrés postraumático de un soldado o el deseo incestuoso en una familia de la alta sociedad, su tercer filme apuesta por un balance entre el drama social y la comedia del absurdo.

Ronnie Monroy (Damián Alcázar) es un empleado público que trabaja en la Embajada de Argentina en Lima. Cuando está cerca de la jubilación, conoce el penal de mujeres, donde encuentra un nuevo propósito en la vida. Se propone ayudar a las internas a recuperar su libertad. Aunque ese apoyo es disfrazado de acto de generosidad, en realidad lo motiva una egoísta necesidad de ejercer poder.

Como hacían los hermanos Vega en El mudo y Omar Forero en Casos complejos, Josué Méndez también retrata con una mirada teñida de sarcasmo las taras del sistema de justicia en el Perú: la burocracia, la corrupción, el abuso de poder. Sin embargo, en El caso Monroy no hay un héroe idealista que busca lograr que se haga justicia.

Por el contrario, Ronnie Monroy es un personaje ambiguo, con una moral turbia y unas intenciones poco altruistas. Aunque se presenta como un ángel salvador para varias mujeres que cumplen condena en el penal, él busca obtener otros beneficios además del dinero: desde un beso hasta acostarse con ellas.

A nivel técnico, la edición conecta rápidamente los diálogos entre el tramitador Ronnie Monroy, las internas del penal, los abogados y otros funcionarios, contribuyendo al dinamismo del relato. Otro aspecto destacado es la dirección de actores. El mexicano Damián Alcázar da el tono preciso para encarnar a un personaje que debe pasar desapercibido, pero al mismo tiempo generar confianza. En roles secundarios, Liliana Trujillo y Wendy Vásquez están notables interpretando dos personajes que al salir de prisión se enfrentan a un nuevo comienzo.

A lo largo de la película, conocemos las historias paralelas de varias internas a las que Monroy ayuda a salir del penal. Cuando el guion intenta atar varias de esas tramas en un solo clímax, se siente un poco forzado y el conjunto pierde fuerza. Sin embargo, haciendo las sumas y restas, se trata de un estimable retorno de Josué Méndez, potenciado por uno de los mejores elencos que se han visto este año en el cine peruano.

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