«Kinra» del cusqueño Marco Panatonic gana la Competencia Internacional del Festival de Cine de Mar del Plata

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El primer largometraje del cusqueño Marco Panatonic, «Kinra» (2023), logró el fin de semana uno de los premios más importantes obtenidos por alguna película peruana. Es que ganar el reconocimiento principal, el Premio Astor Piazzolla al mejor largometraje de la Competencia Internacional en el Festival de Mar del Plata, es solo igualable al Oso de Oro obtenido por «La teta asustada» de Claudia Llosa en aquella memorable Berlinale del 2009, siendo que ambos certámenes son considerados festivales de «clase A», según la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos (FIAPF). Un tremendo logro, rotundo y sorpresivo por partes iguales, incluso para quienes venían siguiendo de cerca la competencia del festival marplatense.

«Kinra» fue premiada por un jurado internacional conformado por Prano Bailey-Bond (cineasta de Gales), Celina Murga (cineasta de Argentina), Mimi Plauché (directora artística de Festival de Chicago), Tana Schémbori (cineasta de Paraguay), y Charles Tesson (vicepresidente de la Unión de Críticos de Cine Francés), quienes justificaron así su decisión: «Por la forma en la que cuenta una fuerte historia a través de una potente puesta en escena que permite observar la humanidad de los personajes. Un verdadero descubrimiento».

Al recibir el máximo premio del festival, Marco dijo estar muy contento porque “poder terminar esta película ya era un logro en sí. Me llevó diez años realizarla, y no podría haber sido posible sin los sentimientos que compartieron en ella las personas que participaron. Hacer cine en Perú no es fácil, hay un fascismo que no nos permite filmar como nosotros quisiéramos, por lo que este premio nos ayuda a defender al cine nacional, que pueda llegar a estos festivales, que podamos mostrar en la pantalla las historias que nos reflejan”. Es necesario mencionar y subrayar que «Kinra» pudo ser realizada gracias a que el proyecto ganó el 2017 el Concurso de largometrajes en lenguas originarias, estímulo del Ministerio de Cultura que ya no existe, y bien podría volverse a entregar, en vista de las diversas, valiosas y únicas historias que esperan ser contadas en los propios idiomas y comunidades de nuestro país.

De izq. a der.: Walter Manrique, productor de «Kinra»; Marco Panatonic, director; y Celina Murga, miembro del jurado.
(Foto: Jennifer Haslop)

«Kinra» (Motherland es su título internacional) es la ópera prima de Marco Anatoni Vega Cuba (Chumbivilcas, 1988), cineasta cusqueño que firma sus películas como Marco Panatonic. El título de la película, palabra que en quechua literalmente significa «ladera» o «lado», hace referencia al lugar donde se encuentra la casa que habita el protagonista de nuestra historia, que es al mismo tiempo la casa donde nació y creció el propio Panatonic, ubicada en el distrito de Santo Tomás, en la provincia cusqueña de Chumbivilcas. El Festival de Mar del Plata presentaba así «Kinra»:

«Esta es la historia de una migración, como tantas en Latinoamérica, del campo a la ciudad. Si siglos de humillaciones, violentas y sutiles, han hecho que algunos se avergüencen de su lengua y sus tradiciones, Kinra busca una forma cinematográfica de rebelarse ante la injusticia. Para empezar, corriéndose de todo paternalismo para construir un personaje y un conflicto complejos. Además, dándole tiempo y lugar en pantalla a esa experiencia: los viajes, los trabajos, la burocracia, pero también los descansos, los rituales cotidianos, las charlas –en quechua: en la importancia que la película le da a la lengua hay que ver no solo una voluntad realista sino también política–. Alejándose de los estereotipos y del pintoresquismo, Kinra nos invita a acompañar un viaje que no es tanto o no es solo un desplazamiento geográfico como un regreso al origen y una potente reivindicación de la identidad».

Durante su paso por el festival argentino, la recepción de la crítica que tuvo «Kinra» fue de lo más favorable. El colega Diego Batlle de Otros Cines la comenta así: «Con un ritmo pausado, con una precisión infrecuente para la observación y el detalle, sin presiones ni premuras, Kinra remite en ciertos pasajes a películas bolivianas recientes como El gran movimiento, de Kiro Russo, y Utama, de Alejandro Loayza, y recuerda por momentos también a Wiñaypacha, notable ópera prima del tempranamente fallecido Óscar Catacora. Hay futuro en el cine andino, hablado en quechua, y alejado de la centralidad limeña».

Mientras que en el diario Página12, el crítico Diego Brodersen la considera un «gran hallazgo» del festival: «Los planos extendidos de esos ámbitos –el mundo en extinción de los esforzados campesinos de altura, rodeados por la inmensidad de los montes andinos, y el bullicio citadino de las calles cusqueñas– se amoldan a los ritmos de cierto cine contemporáneo que utiliza la duración de los planos para correrse del simple registro de la acción y reacción de la trama. Hay ecos de Pedro Costa y también del boliviano Kiro Russo, pero la película de Panatonic tiene su propia agenda temática y formal».

Junto con el trofeo principal del festival, la película peruana se llevó también uno de los premios independientes entregados en Mar del Plata. La Federación de Escuelas de Cine de América Latina – FEISAL le otorgó a «Kinra» el Premio Mejor Película en Competencia Oficial realizada por Director/a Latinoamericano/a hasta 35 años, con esta fundamentación: «Por su factura técnica y el talentoso trabajo en el tratamiento visual que con simpleza y solidez da cuenta de la problemática que aborda. Se destaca el manejo de la duración de los planos que permite al espectador introducirse en el mundo de los personajes de modo imperceptible. Kinra realiza aportes desde varias capas de significado que, a partir de los elementos de la trama, la dirección de actores, la selección de las locaciones y el uso del idioma quechua, retrata la relación entre distintos mundos culturales en nuestra región».

También es importante tomar en cuenta que durante el largo recorrido de realización de su película, Marco Panatonic y su productora Films Bastardia, ya venía acumulando experiencias y algunos otros logros en su desarrollo profesional:

  • A nivel internacional fue coproductor del film chileno-peruano «Fiebre» (2022) de la directora Elisa Eliash.
  • Fue el editor de «Heroínas« (2022) de Marina Herrera, cortometraje peruano que compitió en la Berlinale Shorts.
  • Fue asistente de edición de «Punku», la próxima película de Juan Daniel Fernández, proyecto que el 2022 obtuvo una mención en la Competencia En Tránsito/Work in Progress del Festival de Mar del Plata.
  • Trabajó en el área de sonido en los documentales «Sembradoras de vida» (2019) y «Río verde» (2017), de los hermanos Diego y Álvaro Sarmiento, ambas estrenadas en la Berlinale.
  • Dirigió los cortometrajes «Cuando ya no estemos aquí» (2016) y «Q’ellucha» (2017).
  • Luego de obtener su bachillerato en Ciencias de la Comunicación en la UNSAAC el 2012, ha participado y ha sido seleccionado en diversos talleres y seminarios, entre ellos el Talents Buenos Aires BAFICI 2016, el Mapulab del Festival Wallmapu – Temuco 2022, Taller de crítica cinematográfica en la Cineteca Nacional de Chile 2021, Taller de Realización cinematográfica DAFO Arequipa 2019, entre otros.
  • También ha sido programador del Cineclub Kukuli el 2021, del Cocine Cineclub el 2018.

Los realizadores de la película, por último, desean compartir esta declaración de agradecimiento:

«Queremos que digan de Kinra, nuestra película. Hemos conformado un equipo valioso, Walter, Maykon, Valentin, Fredy y Gladis en el equipo de producción. Alberto, Pierre, David y Guillermo en el equipo de fotografía, Guadalupe, Carlos, Alain, acompañados por Mimi en el equipo de Arte. Cesar y Checho como sonidistas. Laurita, Katy, Jaiflor y Marina en el equipo de Dirección, Alex, Martín, Fernando y Fabiola en el equipo de Postproducción. Los llaqtamasis Raul, Yuri, Tía Tomasa, Lizbeth, mamachan Marcosa, El profe Jorge, weraqocha Aurelio, Celso, Luz Marina, Papá Doroteo, panachay Solischa, mamá Dorotea Noa, llapallaykichispaq kay llallisqanchis. Ojalá que cuando vean Kinra se sientan representados». 


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