«La última tarde», película con Lucho Cáceres y Katerina D’Onofrio, estará en la Competencia Oficial del Festival de Roma 2016


El segundo largometraje de Joel Calero, La última tarde, tendrá su estreno internacional en el prestigioso Festival de Cine de Roma, nada menos que como parte de la Selección Oficial. Es la primera vez que un filme peruano logra tal selección en este festival.

«La última tarde» (L’ultima sera) participará en el festival romano, que este año va del 13 al 23 de octubre, compitiendo junto a otros 36 filmes internacionales entre los que destacan varios títulos importantes, como The Birth of the Nation, de Nate Parker; Into the Inferno, el nuevo documental de Werner Herzog; Manchester by the Sea, con Cassey Affleck y Michelle Williams; la argentina Al final del túnel; La mujer del animal, del colombiano Víctor Gaviria; la mexicana 7.19AM con Demián Bichir; Snowden de Oliver Stone; Richard Linklater: Dream is Destiny, un documental sobre el notable cineasta texano; el documental de la gira de los Rolling Stones por Latinoamérica, entre otros más.

la-ultima-tarde-festival-de-roma-2016

Recordemos que anteriormente otro filme peruano, NN de Héctor Gálvez, tuvo una satisfactoria participación en el Festival de Roma del 2014, en la sección Cinema d’Oggi (Cine de hoy).

En este festival las películas no son premiadas por un jurado, sino que se entrega premios del público a los filmes más populares entre los asistentes al festival, algo similar a lo que sucede en el Festival de Toronto.

«La última tarde», un drama íntimo, con transfondo social y político, protagonizado por Katerina D’Onofrio y Lucho Cáceres, tuvo su estreno nacional en el último Festival de Lima, donde recibió el premio a Mejor actuación masculina, y luego se pudo ver en el Festival Cinesuyu en el Cusco, a mediados de septiembre.

Entrevista con el director y actores de «La última tarde»

Con motivo de esta valiosa selección internacional, Ernesto Zelaya del blog Fotografía Calato, y Laslo Rojas nos juntamos con el director Joel Calero, y los protagonistas del filme Katerina D’Onofrio y Lucho Cáceres, para conversar a profundidad sobre «La última tarde»:

Ernesto: Joel, al ver tu película lo primero que pensé fue: tiene algo de “Before Sunset” pero con una carga política detrás. ¿Esa fue una influencia para ti?

Joel: Sí, claro. A mí me encantó “Before Sunset”. La he visto muchísimas veces y por supuesto que es una película que tuvimos como referencia. “La última tarde” puede parecérsele en la primera mitad, pero en la segunda ya no, porque vamos a otra cosa.

Sin testigos de Nikita Mikhalkov también es una película fundamental. Es más, déjame decirte algo, si yo hago cine es por el cine de Mikhalkov, por lo que su cine me provocó, por lo que me conmovió.

Ernesto: ¿De qué va “Sin testigos”?

Joel: Del encuentro de una pareja de ex esposos. Están sólo los dos en una casa y se van sucediendo gradualmente una serie de desarrollos emocionales fuertísimos. Esa película no es una influencia directa, pero sí una influencia moral.

Laslo: La primera parte de tu película -con ellos caminando todo el tiempo y conversando- es lo que cinematográficamente la distingue. A nivel de producción, ¿cómo fue el trabajo de ensayo de estos largos plano secuencia? Entre ustedes y con el equipo técnico, además.

Joel: Para empezar, teníamos que calzar los diálogos de la escena en el tiempo exacto que nos ofrecía cada tramo real por donde caminaban los personajes. Eso implicó cortar los diálogos, volver a hacer la caminata e ir ajustando los textos, milimétricamente. Fue una cosa de cirujano, de mucha finura y precisión. Ahora, una vez que esto funcionaba más o menos bien, vino entonces el trabajo con el steadicam. Lo primero era saber si era factible hacer esos largos seguimientos desde el punto de la resistencia del operador, pero también había cuestiones que resolver como en qué parte del tramo debíamos plantear el corte o cómo debíamos cubrirlo visualmente. Y todo eso desembocó en que, dos semanas antes del rodaje, todo el equipo técnico practicara la secuencia completa de la Bajada de los baños.

Lo curioso es que, cuando estaba escribiendo el guion, pensé “quiero hacer una cosa muy sencilla, dos patas caminando”. Okay, hice dos patas caminando… ¡Y era súper complejo! A nivel de estructura de guion, a nivel de pulso actoral, a nivel de manejo de producción, etc.

entrevista-katerina-donofrio-y-lucho-caceres-la-ultima-tardeLucho: Había que estar muy concentrado. Éramos los dos caminando y alrededor nuestro había 20 personas dando vueltas. En mi caso, el oficio de la tele y el teatro me ayudaron. Si sólo hiciese cine, me hubiese costado mucho más hacer esas escenas. Ahí usé la forma expeditiva de resolver en la tele, donde te haces 20 escenas al día; y del teatro tomé eso de estar ahí presente, vivo, en una escena sin cortes.

Laslo: Me parece que algo que está muy bien es que mantienen esa naturalidad entre los dos en buena parte de la película.

Joel: Katerina se apareció un día con el libro “Dirigiendo actores” de Judith Weston y lo leí con devoción. Fue una lectura maravillosa. Allí leí eso de “un actor es, esencialmente, un sujeto que escucha”. Esta era particularmente relevante para Lucho porque su personaje no hablaba mucho; y estar ahí era estar realmente escuchando para que su respuesta fuera orgánica. Ese fue el reto y el trabajo con él.

Ernesto: ¿Cómo fue para ustedes ponerse en la piel de estos dos personajes? ¿Encuentran puntos en común entre su propia experiencia de vida y la de ellos?

Katerina: Yo creo que cada personaje que te toca tienes que hacerlo tuyo. Yo siempre he pendulado entre la pituquería y el barrio: para los pitucos yo era una lumpen, y para los lumpen era una pituca. Entonces, creo que mi personaje también tiene esta combinación. Por otra parte, hay puntos ideológicos que yo compartía con Laura, como la necesidad de luchar por tus ideales. Mi personaje entró a un partido donde había muchas buenas intenciones pero poco a poco la violencia fue incrementándose y llegó a un punto en que ya no se sintió parte de eso.

Creo que la lucha por la justicia es inherente al ser humano. Lo que a mí me parece justo a ti tal vez no y así uno se va moviendo por la vida. En ese sentido, no veo tan distante a Laura. Eso fue decisivo y a eso arribamos en largas conversaciones previas con Joel, con Lucho, con Daniel Amaru mientras iba haciendo mío el personaje. Yo soy de este país. Yo soy de esa generación. He sabido bien lo que ha pasado. En suma, Laura no me es distante. Eso me permitió hacerla muy mía. Defenderla. Compenetrarme con ella.

Laslo: En tu caso, Lucho, ¿cómo fue el desarrollo del personaje? ¿También partiste de estereotipos que había que superar para entrar en tu personaje?

Lucho: En mi caso, no tuve muchas imágenes de referentes para mi personaje. Algunos libros, como “La Cuarta Espada” de Santiago Roncagliolo por ejemplo, me dieron una visión diferente. Pude desestigmatizar al personaje, acercarme a él. Esas lecturas me acercaron a Ramón, de cuyo pensamiento me sentía muy ajeno. Esta persona que opta por tomar las armas y hacer prevalecer su ideología, en un primer momento, me pareció francamente imbécil. Entonces, yo tenía que saltar ese obstáculo. Si no, ¡no podía interpretar a Ramón!

A los actores nos dicen que al personaje hay que quererlo, no juzgarlo. Y hasta ese entonces eso me parecía natural porque nunca había tenido un personaje al que no quisiese. Por eso fue un inmenso reto interpretar a Ramón, a quien al inicio no quería…

Katerina: ¡Y que es alguien muy querible…!

Lucho: Sí… Luego empecé a agarrarle cariño; a tenerle compasión, más exactamente. En el fondo, me daba un poco de pena, pues Ramón es un tipo que no va a ser feliz nunca. Y al sentir esa pena por él me di cuenta que lo estaba empezando a querer.

Laslo: Joel, tú inicialmente escribiste la historia y luego los actores participaron en una reescritura. ¿Trataste de dividir algunas ideas ambivalentes que tenías hacia ambos personajes, o tu empatía estaba más con uno de ellos y construiste la contraparte?

Joel: Es muy bacán tu pregunta. En principio, las cosas que le dice Laura a Ramón sobre el pueblo se las dije yo a un amigo hace muchos años en una carta. Cuando lo cuestiono y le digo “a ver, dime quién es ese pueblo del que estás hablando”, le estoy diciendo de alguna manera “oye, viejo, estás anclado en una fraseología y una serie de ideas que ya no son lo que fueron”. Por otra parte, me parece muy bacán la gente que es capaz de apostarlo todo por sus ideas, aun cuando estén equivocados, y, en ese sentido, admiro eso en Ramón. En el documental Tempestad en los Andes de Mikael Wiström, Gustavo Gorriti conversa con la sobrina política de Abimael Guzmán y le dice algo así como “en esa época, algunas de las personas más valiosas y de mejores intenciones pensaron que era necesario hacer lo que ellos empezaron aunque sin saber a dónde los llevaría”. Y alude, de alguna manera, a esas personas de clase media, con casi todo solucionado, que de repente hipotecaron su vida para buscar una transformación social. A mí eso, en algún sentido, como primer impulso, me parece respetable. Y lo entiendo contextualmente en su época sin ignorar por supuesto que después muchos de ellos devinieron en simples asesinos, aunque su primer impulso pudo ser de justicia.

Volviendo a tu pregunta, sí, creo que los dos personajes tienen de mí en un sentido, porque yo soy, por una parte, esa Laura escribiéndole a un sujeto a quien admiro y cuyo trabajo en las microfinanzas tenía una real incidencia social, aunque él sintiera que eso no servía lo suficiente. Como verás, a diferencia de Laura, Ramón no trabaja en algo digamos “superficial” como hacer publicidad para tiendas por departamentos, no. Él está dando microcréditos a artesanos, pero él siente que le falta hacer más. Eso, por oposición, me lleva a esa espléndida cita de Pepe Mujica que dice: “En mi época, nosotros queríamos transformar la sociedad; ahora nos conformamos con mejorar la vereda de enfrente”. Dicho de otra manera, eso implica aterrizar las ganas de cambiar las cosas a una escala doméstica. Eso es exactamente lo que hace Laura. Cuando Laura dice “quiero poner un restaurancito, ser empresaria y pagarle al agricultor que me vende el precio justo”, lo que está diciendo es “quiero hacer una revolución en la medida de lo posible para mi pequeño círculo de acción, ayudando a un agricultor concreto, al que me vende para mi restaurante. Yo no tengo tu grandilocuencia para pensar que voy a ayudar al pueblo, a toda una clase social”.

Katerina: ¿Quién de chiquillo no ha tenido todas estas grandes ideas? Estás con toda la fuerza, con todo el ánimo de llevarlas a cabo y luego todo se van desbaratando. Son cosas que me han pasado directamente. Estando en la Católica, escuchando las charlas intelectuales en la cafeta de Letras, yo pensaba “¿cuándo va a salir esta gente de su burbuja y hacer algo?”. Lo que hablábamos con Joel, la historia previa a lo que vemos en la película, es eso: Laura decide salir de la burbuja y encuentra en Cusco a este pata, Ramón, que está haciendo cosas y no solo hablando en una cafetería.

Si hablamos de libros, hay uno importantísimo que me dio Joel, que se llama “Mujeres Guerrilleras”. Para mí fue una buen entrada. Habla de la militancia de mujeres en los años 70 en Argentina. Fue hermoso porque conversa muy bien con la película y con mi personaje. Te habla del rol de la mujer, mujeres que no sólo luchaban por su ideal, sino que tenían una lucha doméstica mucho más jodida contra el machismo de ese entorno. Para mí era muy importante que toda esta cosa idealista se baje a algo más cotidiano como lidiar con las taras de tu propio compañero.

Ernesto: Algo con lo que te puedas relacionar.

entrevista-lucho-caceres-la-ultima-tardeKaterina: Claro. Ahí veía a las mujeres teniendo hijos y teniendo que llevárselos, mudarse de país, lidiar con sacadas de vuelta entre los compañeros, patas que habían empezado una lucha armada y se veían envueltos en discusiones amorosas en medio de una guerra. Todo era mucho más palpable… Ahí fue que empecé a imaginar lo que había hecho Laura con Ramón.

Joel: Ese libro fue algo muy preciso para ella. Estamos hablando de mujeres guerrilleras argentinas; por lo tanto, gente de clase media intelectual, a diferencia de lo que pasaba acá en Sendero. Eso es una cosa interesante: las guerrillas argentinas estuvieron formadas básicamente por la clase media y media alta, intelectuales y profesionales, que es de alguna manera el perfil que pudo tener Laura y que es el perfil de una parte de la militancia del MRTA. Y eso los diferencia de Sendero, que tiene una conformación esencialmente provinciana, andina, más pobre. No es casual que, por ejemplo, Peter Cárdenas Schuldt viviera en Miraflores o que Polay Campos hubiera estudiado en el extranjero. Para mí eso era muy importante: entender su composición social. Laura no tenía necesidades sociales, económicas, urgencias, para hacer lo que hizo, a diferencia de Ramón, que es de otro estrato social.

Katerina: Lo que la movía era una necesidad de justicia. Creo que vengas de donde vengas, siempre estás relacionado con eso. Para mí Laura tenía esa visión y no estaba conforme con de dónde venía. No le gustaba que se la hayan hecho fácil, ella quería sentir que tenía que luchar por algo.

Laslo: Quizá había un sentimiento de culpa.

Katerina: Un poco. Yo empecé un poco por ahí, porque son cosas que yo he sentido de alguna manera. Ahora, también habían cosas de las que me hablaba Joel, como la fascinación por la otredad, por lo distinto a uno. Todo eso explica cómo Laura llega a compenetrarse con Ramón.

Laslo: Ese es un gran tema en la relación de Ramón y Laura. Hay una fascinación por el otro, el que es distinto, que proviene de otra clase social. Ahora están en un proceso de separación definitiva, pero al verlos interactuar se siente que algo importante han vivido juntos, hay un trato con respeto, con cariño. Aunque en el caso de Ramón, también hay otro tema…

Katerina: Me va mandando sus “chiquitas” bien feas.

Laslo: Claro, esos comentarios que hace tu personaje, Lucho, algunos podrían interpretarlos como que guarda un resentimiento. ¿Crees que es justa esa interpretación del personaje de Ramón?

Lucho: Sí, pero creo que hay algo más importante. Yo creo que ellos han vivido a una temprana edad un amor que por lo general se experimenta más adelante, con más madurez. Imagino que a los 23 años ellos se limpiaron, se atendieron. Me imagino sin poder moverme y ella limpiándome la mierda, cambiándome. Creo que eso definitivamente te une más. Creo que ellos, en esa situación que vivieron, hicieron a los 22 años lo que alguien hace normalmente a los 70. En mi cabeza se metió que había un vínculo entre ellos, una cosa mucho más fuerte que una atracción, mucho más cercana. Por lo menos así me lo fabulé yo.

Laslo: Fue una relación que tuvo por supuesto su lado romántico, físico, íntimo. En una entrevista anterior, Joel me comentó sobre una escena de una pelea física entre Ramón y Laura. En el guion tenía un componente sexual que ustedes en los ensayos decidieron no incluir.

entrevista-katerina-donofrio-lucho-caceres-en-la-ultima-tardeJoel: Estaba escrito en el guion pero nunca apareció, porque ustedes estaban respondiendo orgánicamente. Ante ese intento de violación, en el guion estaba escrito que Laura lo confronta: “¿Quieres tirar, acá, entre la mierda?”, pero eso no apareció jamás. A mí me alucina que lo que quedó en la película es lo que sus cuerpos les dictaron. En ese momento, después de haber reescrito casi dos meses y haber ensayado tres semanas, ya no era la cabeza lo que nos dictaba qué hacer… ¡Ustedes lo tenían en el cuerpo!

Katerina: Sí, no queríamos violentarnos, era más una reconciliación. Cuando ella llega a cortarse con los vidrios, yo de alguna manera sentía incluso así la necesidad de reconciliarme con él. De alguna manera, Lucho y yo sentimos que no era necesario un componente sexual en esa escena. Ya habían pasado por tanto y yo sentía, más bien, que ella tenía que desbaratarse y abrazarlo. Por otra parte, en la escena final, no sabes si han hecho el amor o no. Lo que te queda claro es que, después de ese día, esos cuerpos ya no tienen energía para eso.

Ernesto: Al final queda ambiguo. Yo veo la última escena y lo único que pienso es, “estos ya no se van a ver más”. Después de esto, cada uno irá por su lado.
Laslo: Pienso que el encuentro violento y luego estar juntos en la cama fue la verdadera firma del divorcio.

Joel: Eso apareció con Paz Alicia Garciadiego, la asesora. Me acuerdo que un día conversábamos y decíamos que esta película era una especie de Comisión de la Verdad privada y subjetiva de dos personas. Así como el país necesita una CVR para contarse qué sucedió y, a partir de ahí, empezar a sanar, Laura y Ramón necesitaban contarse y revelarse cosas (perdí un hijo tuyo, tú fuiste las que nos delató, etc).

Laslo: La CVR es justamente eso, una Comisión que intenta llegar a la verdad y a la reconciliación. ¿Sienten que la historia que vemos en esta película busca eso en el espectador peruano? ¿Una reconciliación a nivel social?

Lucho: Sí, creo que no hay otra manera, pero no sólo como sociedad o como nación: creo que en la vida de cada individuo es importante el sanar. He llegado a acercarme a Ramón, a quererlo y comprenderlo, pero de esa misma manera reafirmo más la forma que tenía antes de pensar. Lo llegué a humanizar, pero sigo pensando que las “revoluciones” son inútiles. Si quieres hacer una revolución, escribe un libro o pon tu cafetería y trata bien a tus empleados. Eso para mí es una auténtica revolución. Yo, la verdad, nunca tuve esa afinidad por las otras revoluciones. Ni de joven.

Ernesto: Se puede hacer una revolución, pero desde un plano más personal. Empieza tratando bien al que tienes al lado.

Katerina: En la película que inauguró el último Festival de Lima, “Memorias del subdesarrollo”, hay un momento donde están conversando de las injusticias sociales y vemos una persona de color que les sirve el café; era muy contradictorio. Laura decía -y es algo que yo sí siento- que no puedes venir con estas grandes ideas, tan elaboradas, tan intelectuales cuando tú en lo cotidiano no haces nada por cuestionarlas. Esos sentimientos son los que llevaron a Laura a emparejarse con Ramón e intentar cambiar las cosas como lo intentaron.

Lucho: Yo siento compasión por estas personas que piensan que así se pueden cambiar las cosas. Me parece que algo les pasó, no tuvieron a alguien que los guíe. Si quieres hacer una revolución, forma un partido, empieza a ganar la alcaldía, postula al Congreso, esa me parece la forma. En general, en los últimos años, se ha acentuado mucho mi rechazo a la violencia. Eso no lo tenía tan asumido de joven. Ahora, no la justifico de ninguna manera.

Ernesto: Una queja que siempre se escucha sobre el cine nacional es que sólo trata el tema del terrorismo. ¿Qué opinan de esas críticas?

Joel: El cine, como cualquier arte, es un espacio de fabulación, un espacio para procesar, para digerir. Tú no elaboras sino aquello que te preocupa, que te toca, que te emociona. Eso es el cine para nosotros los directores. ¿No es, entonces, natural que el hecho más importante de la historia del Perú en los últimos 50 años se aborde una y otra vez, porque no lo acabamos de procesar y digerir?

Y no es que los directores busquemos esos temas porque vende. Es más, ni siquiera vende: lo hacemos porque hay una necesidad de elaborar las cosas importantes, las que te tocaron. Puesto en términos individuales, tus traumas. Estos son los traumas de nuestro país y en mi caso particular no me interesa tocarlos directamente, recreando ese tiempo. A mí me interesa mostrar cómo eso está presente hoy, ahora. Creo que el pasado estructura el presente, tanto en términos personales como sociales.

Lucho: A mí me interesa el tema. Y me gustaría ver también el otro lado. No lo he visto todavía en el cine. Ver al policía, al soldado mutilado, cómo se jodieron la vida. No sé si sea menos interesante. No sé si se requiera sanar más para contar esas historias. Pero me parece que a los directores no les importa mucho ver ese otro lado.

Laslo: Hay una película, Vidas paralelas, que de alguna manera toma posición por las Fuerzas Armadas. Creo que está bien tener ambas visiones. Es importante que se hable, que se discuta sobre esos hechos. Esas críticas que menciona Ernesto son sintomáticas, porque es el público el que dice eso, no nosotros los periodistas, los críticos, los artistas. A nosotros nos interesa el tema, pero el gran público parece decir: “Yo no quiero ver eso”.

Lucho: Como público, como actor, me gustaría que se hagan esas películas con la misma sensibilidad e intensidad con la que se ha hecho esta. La misma, pero visto del otro lado.

Laslo: En la entrevista anterior que te hicimos Joel, decías que en tu película “vamos a humanizar a estos exmilitantes”. Para muchos, ellos son monstruos terroristas a los que no pueden ver como humanos, como semejantes.

Joel: Ahora que hablamos de humanizar, me pongo a pensar, como un ejercicio personal, qué pasaría si alguien me dice: “A ver, hazte una película sobre Fujimori o el fujimorismo”. ¿Cómo sería el esfuerzo de humanizarlo, de verlo en su ambivalente complejidad ahí donde yo solo veo vulgar corrupción? No sé… creo que no lo podría hacer por ahora.

Ernesto: Joel, en tu película tienes dos actores colombianos en escena. ¿Tú crees que la coproducción internacional es el camino a seguir para el cine peruano?

Joel: Es necesarísima. Aun cuando vas a tener dos actores colombianos que le quitan, por un instante, cierta verisimilitud a la historia. Por una parte, es la manera de poder acceder a los fondos financieros de Ibermedia que pueden ser tranquilamente un 25%-30% del presupuesto y, por otra parte, es una manera de acceder a otras formas de producción. Concretamente, en esta película, si no hubiese sido por la coproducción con Colombia, no hubiéramos podido ir a 2:35 Digital en Bogotá, donde hicimos una colorización en 4K, con proyección simultánea en pantalla grande. Y ese trabajo, esa disposición de recursos para que Mario Bassino, el DF, culmine bien su trabajo, se nota en la película. Tampoco hubiéramos podido acceder a La Tina, que es un buenísimo estudio de posproducción de sonido, son los mismos que trabajaron en El Abrazo de la Serpiente.

entrevista-joel-caceres-katerina-donofrio-lucho-caceres-la-ultima-tarde

Laslo: Para terminar, ¿cuáles son sus próximos proyectos, en que están trabajando?

Joel: Mi siguiente película se llama La piel más temida. Voy a estar en la Beca Carolina en octubre-noviembre reescribiéndola y el próximo año aplicaremos a DAFO para empezar la ‘danza’ de conseguir el financiamiento necesario. Yo siento que es una película con una historia potente. A grandes rasgos, es sobre una muchacha de 27 años que viene al Perú. No ha estado 21 años acá y quiere conocer a su padre, que está preso en la cárcel. Es un drama de filiación en el que, a la vez, ella va a descubrir cosas. Es una road movie emocional, porque supone un conocimiento de su país, de su patria y de su propia identidad, hay como una historia de amor ahí.

Lucho: Yo acabo de estar en Guerrero, de Fernando Villarán, con Tondero Films. Soy el entrenador de Paolo de niño. Y también en Buscando a Javier, que es la vida de Javier Heraud. Yo hago de su padre [N.E.: ambas películas ya han culminado su rodaje].

También estoy en la obra de teatro de Aldo Miyashiro, “La sangre del Presidente” que ganó “Sala de Parto” el año pasado. Va de un candidato a la presidencia que quiere hacer las cosas bien. Es un político diferente, pero los que lo rodean son un problema, su esposa, su asesor. Es un tipo bastante altruista, creo que no debería estar en la política.

Katerina: Yo estoy en Hamlet, que se estrena en el C.C. Británico, con la dirección de Roberto Ángeles. Ahí soy la Reina Gertrudis. Y también voy a dirigir una obra en Microteatro. Y, en cine, he conversado con un director argentino que ha venido, pero no puedo decir mucho. La historia es muy bonita, es una coproducción con Argentina.

Entrevista realizada en agosto del 2016 en Barranco, Lima.
Fotos: Rolando Jurado


2 respuestas

  1. […] La última tarde, de Joel Calero. Drama personal con fuerte carga social, protagonizado por Katerina D’onofrio y Lucho Cáceres, se estrenó el 27 abril. […]

  2. Información Bitacoras.com

    Valora en Bitacoras.com: El segundo largometraje de Joel Calero, La última tarde, tendrá su estreno internacional en el prestigioso Festival de Cine de Roma, nada menos que como parte de la Selección Oficial. Es la primera vez que un filme peruano…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *