La miniserie argentina El Eternauta (2025) es una adaptación de una mítica historieta de ciencia ficción de 1957 cuyos autores fueron Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López. Dirigida por Bruno Stagnaro, la serie tiene seis episodios que adecúan el cómic original a una Buenos Aires actual, manteniendo la idea original de resistencia social a una invasión extraterrestre.
El éxito de la serie se debe no solo a la recuperación y actualización de la obra original, sino que esta suceda en un país de Sudamérica y no en países del norte, lo que le da un enfoque ‘glocalizado’. El solo hecho de que se hable con pronunciación y jerga bonaerenses (de todas formas, aconsejo activar los subtítulos en español) ya marca una diferencia fuerte con las habituales películas hollywoodenses con las que se podría comparar; como por ejemplo Soy leyenda (2007) de Francis Lawrence o Guerra de los mundos (2005) de Steven Spielberg.
De hecho, en el primer episodio, en el que sucede casi imperceptiblemente el brutal cambio climático y las muertes en la calle, no ocurre casi nada más. Sin embargo, los diálogos son tan amenos y animados que captan el interés del espectador, ocupando el espacio para mitigar las dudas e incertidumbre sobre lo que está pasando allá afuera, en las calles.

El segundo punto que se ha destacado es que la serie menciona la necesidad de una unión colectiva para enfrentar un peligro común, pese a que el desastre puede –muchas veces– generar el ‘sálvese quien pueda’ y ello devenir en comportamientos egoístas y violentos, pero no sostenibles en el tiempo; tal como se muestra en la serie. De allí, la importancia de resaltar la necesidad de unidad y la propuesta de convertir a lo colectivo en un personaje único frente a un enemigo superior.
No obstante, esta intención original de la historieta no se cumple, ya que, en la adaptación de Stagnaro, Juan Salvo (Ricardo Darín) tiene un evidente rol protagónico. Es quien tiene la mayor carga emocional, el que sostiene los dilemas morales y el que protagoniza los momentos decisivos. Favalli (César Troncoso), su amigo, se convierte en un apoyo narrativo y ‘técnico’ (es el que aporta el conocimiento científico), configurando una clásica pareja de protagonista y ayudante. Otros personajes —como los vecinos, la esposa de Salvo o los militares— aparecen más como elementos de contexto o soporte, y no como agentes plenos de la acción. En todo caso, las interpretaciones son sobresalientes.
En consecuencia, la acción colectiva está como parte del contenido, pero encarnado en un personaje principal, Salvo; quién, en todo caso, no es exactamente un superhéroe sino una persona de origen popular, vulnerable, pero con capacidad de liderazgo. Además, se le presenta como un veterano de la guerra de las Malvinas y vive acosado por recuerdos traumáticos de entonces. De hecho, la idea de lo colectivo no está presente como un actor central de la acción e incluso como mero tema se presenta de manera embrionaria e inicial en esta primera temporada. Veremos lo que sucede más adelante.

Un tercer factor relevante es la ambientación de la serie; es decir, la conversión de Buenos Aires en una ciudad afectada por una catástrofe climática, con muy bajas temperaturas, nieve tóxica y frío extremo. Este escenario va tomando mayor cuerpo conforme avanza la historia y van apareciendo nuevas locaciones devastadas, ya sea por el clima o por los ‘cascarudos’ o insectos blindados alienígenas. La sensación de una devastación aún inexplicable se prolonga luego, cuando mejora el ambiente, pero se comienza a advertir un control mental aún inexplicable sobre la gente, que reactiva la violencia social.
Esto, lo inexplicable, nos conduce al otro factor importante de la serie. Tras esta primera temporada quedan un montón de datos y hechos por conocer. No solo la presunta invasión propiamente dicha o la organización militar para la defensa, sino también datos básicos, como –por ejemplo– ¿de dónde apareció la hija de Salvo? ¿qué le ocurrió?, entre otros datos.
Mi impresión es que de esta forma se genera y mantiene la verosimilitud de la historia, ya que es lógico que cuando se produce una invasión o ataque a gran escala, global, la gente común y corriente (e incluso los gobernantes) no tienen en lo inmediato una respuesta clara ni posible. Apenas obtienen alguna referencia de lo que pasa fuera de su país mediante aparatos de radioaficionados, los que se recuperan (y, de paso, nos devuelven a la tecnología vigente en la época de la historieta).

Naturalmente, se espera que en las próximas temporadas haya más información; sin embargo, también es posible que nunca se llegue a “saber” todo y que se mantenga el misterio sobre algunos aspectos. Recordemos, por ejemplo, la película –también de ciencia ficción– Dejar el mundo atrás (2023) de Sam Esmail, en la que desde las afueras de Nueva York nunca llegamos a saber exactamente qué catástrofe está ocurriendo en la ciudad o el país (ni los personajes tampoco lo saben); mientras que en Guerra civil (2024) de Alex Garland, que podría ser una hipotética continuación de la anterior, tampoco hay explicaciones sobre las causas específicas de lo que ocurre en algunas secuencias (al igual que también lo ignoran los protagonistas).
En El Eternauta, lo fascinante es que ni los personajes ni el público llega a saber mucho de lo que realmente está ocurriendo, lo que es compatible con lo que ocurriría en un escenario real ante una supuesta catástrofe climática, producida ya sea por humanos como por extraterrestres. No solo refuerza la verosimilitud del relato, sino que también deja abierto el interés por la continuación de la serie, en la que se espera que se vayan aclarando los hechos, muy aparte de la evolución de la historia.
Finalmente, cabe destacar el uso visualmente eficaz de los efectos especiales para recrear con realismo una Buenos Aires sumida en la catástrofe y el caos. Asimismo, resaltar la fotografía de Gastón Girod y la música original de Federico Jusid, lo que constituye un soporte fundamental a la atmósfera opresiva y a las tensiones, internas y externas, de los personajes. Esperamos con interés la continuación de esta historia.
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