Festival de Valdivia 2013: Entrevista con José Campusano, director de «Fango»

Fango, de Jose Campusano

Fango, de Jose Campusano - posterUno de los cineastas latinoamericanos más coherentes en su obra y su visión del cine en general es el argentino José Campusano, quien participa en la Competencia Internacional en el 20° Festival Internacional de Cine de Valdivia, con la notable película Fango, un relato vívido de la urbe bonaerense, filmado con absoluta proximidad y empatía por personajes nutridos de verdad, la misma que brota del realizador en esta amena entrevista.

He quedado impresionado con «Fango», y comentaba que parece que se matan de verdad. Todo proceso de rodaje es complicado siempre, pero en este caso lo puede ser más aún. ¿Cómo has preparado la película con ese tipo de actores no profesionales y que están muy próximos a la realidad que estás narrando?
En realidad es lo contrario, es muy fluido, el tema es que hay que cambiar un poco la mirada del director. El director se tiene que adecuar al potencial que la realidad ofrece, y muchas veces eso es aceptar al prójimo con todos sus valores, y todas sus pautas en algún punto, pero cuando hablamos de todas es todas. En lo que sí tenemos que coincidir es en el hecho de poner lo mejor de nosotros en función de un bien artístico que va a existir cuando nosotros ya no estemos, va a dejar un testimonio por encima de nuestro período de vida. El rodaje fue algo muy fluido y agradable, encima no hubo guión. Esta película no tenía ni una sola línea de guión, ninguna palabra escrita que antecediera a una toma filmada. Ahora bien, sí se puede escribir después de haberlo filmado pero la idea era que el propio cine generara el cine, entonces las escenas que se fueron estableciendo fueron generando «Fango».

Nosotros filmamos tres escenas con un par de actores que trasladamos, que no eran propios del lugar, los trasladamos, los incorporamos, y el resultado fue muy fácil. Ahí volvimos a filmar, esas escenas deben estar por ahí pero nunca se editaron. El director tiene que mimetizarse en un 100% con su realidad para que te cause el efecto que te pudo causar a vos.

¿Cómo convences a ese grupo de personas a hacer una representación artística de este concepto, de esta situación?
Es muy fácil, el tema está en que hay que hacer un trabajo previo que es un trabajo intenso pero inevitable, y te lleva como resultado a tratar a las personas de igual a igual. Donde un productor o director pretenda justamente estar por encima de la situación o por encima del otro se nota, y estos entornos son sumamente susceptibles, entonces automáticamente se desmorona el proyecto. Felizmente ese no es mi problema, yo trato a todo el mundo de igual a igual, no estoy en condiciones de juzgar ni evaluarlos, no estoy para eso. Automáticamente se produce una química, en realidad todas las películas fueron filmadas con esta modalidad, salvo que ésta es la única que no ha tenido un guión que lo anteceda…

¿Cuánto duró el rodaje de «Fango»?
Se filmó los fines de semana, algún feriado, y duró nueve meses. En realidad Vikingo también duró nueve meses.

Fue un rodaje de tiempo prolongado pero pocos días.
Claro, eran unos días por semana, pero estaba muy agradable porque se había hecho toda una cofradía en función del arte que todo el mundo lamentó que terminara. Uno lamenta que se terminen los rodajes, uno quisiera que sigan dos años por lo menos, porque comemos todos juntos, compartimos y como no está esa cuestión del ego es como que se encuentra un espacio de creación muy grato, y otro cine es posible a partir de ahí. Es más, en todas las películas hubo siempre que moderar contenidos porque si vos querés seguir filmando, podés hacer una película de seis horas y filmar cuatro años.

En «Fango» hay regular cantidad de personajes, buen número de importantes y varios secundarios sólidos que aparecen episódicamente y sí, yo tuve esa sensación de que esos personajes secundarios podían haber seguido pero hay una decisión de dejarlos ir.
Sí, porque por ahí distrae de su cometido principal, el cometido principal es una historia de infidelidad, una cuestión de secuestro, de pasiones, de exceso de códigos. Lo que tiene «Fango» básicamente es un exceso de códigos porque si tú te fijas ningún personaje quiere hacerle mal a nadie, es más, siempre está la opción de primero hablemos hasta que el tema se desborda, y la pauta es dónde nos ubicamos nosotros como espectadores ante una realidad semejante, pongamos que una persona lo ve de afuera es fácil catalogar, condenar, subestimar, ahora cuando la vida de un hijo, de un pata está en juego. Es la tragedia del mundo condensada en un radio de cinco calles por cinco calles.

Es un suburbio de Buenos Aires.
Sí, es un lugar que ya se modificó, ya hay más calles asfaltadas, ya no es como fue, ya está modificado.

¿Alguna de estas personas se ha animado a seguir actuando?
En realidad es como que hay un pacto de reciprocidad, creo mucho en las alianzas, alianza es una palabra muy clave para este tipo de cinematografía, todos los montamos, con las personas vos podés confiar mucho más allá de la conveniencia, entonces nunca traiciono estos pactos, siempre lo mantengo hasta el final, y de hecho la gran mayoría de estas personas no quieren desarrollarse a nivel actoral, si trabajan conmigo y de alguna forma se vuelve a dar la necesidad de volver a filmar no hay problema alguno, haya o no haya dinero.

¿El actor que hace de «El Brujo» es un actor profesional?
No, él es cantante de heavy metal, hoy está trabajando en una empresa de seguridad, no es actor. Eso es confiar en el talento de la gente, hay personas que pueden tener un exceso de método que pasan a ser una caricatura, él está todo el tiempo en su centro, la decrepitud es lo que está experimentando, el tema es que está trabajando con energías verdaderas. Después hubo consecuencias, hubo ciertas cuestiones de la película que se trasladaron a la realidad inexorablemente, pero eso es propio cuando trabajas con materia verdadera, él trabajó en una película pero jamás había estado en el teatro, no cree en el teatro, no cree en la actuación, es él.

¿Tus películas anteriores, «Vikingo», «Legión», se han estrenado comercialmente en Argentina?
No, se han pasado y se siguen pasando, hay una cuestión con este tipo de cine, que tiende a resultar imperecedero, es algo muy llamativo. Te cuento esto es un hecho inédito: hace unos meses, en junio, Vikingo se presentó en Lima, y además se estuvo proyectando en un centro cultural de Buenos Aires, y en un teatro bar de Buenos Aires, y es una película que salió a la luz hace cuatro años. Yo digo ¿por qué tanto la exhiben? Porque resulta imperecedero el material, no envejece, pasa lo contrario cuando haces una película queriendo comparecer ante determinada carga ideológica política momentánea, coyuntural.

Es como que estas películas en algún punto pasan a ser una suerte de portal donde la verdadera comunidad deja un testimonio de cómo eran ciertos modos de convivencia en una determinada época de su vida. Entonces dejan un testimonio que se asemeja en algún punto a las cuevas de Altamira, es un cine rupestre en ese aspecto. Ese es el cometido nuestro, dejar lo más genuino.

Fango, de Jose Campusano

Entendemos que belleza para los japoneses es una, para los esquimales es otra, para nosotros los latinos es otra, y nos quieren instalar un estándar de belleza que no es nuestro, que es anglosajón, que para mí es totalmente híbrido, que es de muy mal gusto y tiene que ver con piel tersa, rostros claros, pelos teñidos, una cosa tan ridícula, entonces digamos busquemos un sinónimo de belleza que sea adaptable a todas las culturas, una palabra, es difícil. Nosotros buscando, encontramos que un sinónimo de belleza es verdad, lo que es verdadero para nosotros es bello. Entonces para componer este tipo de películas, justamente hay que buscar denodadamente todo aquello que sea verdadero, vamos a lo más verdadero pero sin claudicaciones, sin medias tintas, lo más verdadero es lo que mejor va hablar de la película. Y Fango fue hecho bajo ese principio.

¿Y tú cómo eres como espectador del cine en general?
Soy bastante amplio, asimilo todo tipo de cine, pero hay uno que ya no soporto más –reconozco mi incapacidad–, que es el cine de entretenimiento norteamericano, me parece tan radicalmente obsceno, caduco, repetitivo, que honestamente no estoy naturalmente preparado para aceptarlo pero es más puedo intentarlo, puedo estar viendo cinco minutos y me puedo dormir. Estás viendo explosiones, mutilaciones, y yo me duermo honestamente, me duermo con una cosa muy desagradable adentro, estoy siendo cómplice de una estupidez. Ahora el otro cine, honestamente cuando voy a festivales y tengo tiempo lo veo muchísimo, no hay ningún problema, es más descubro cosas, hablo con los directores, los respeto a muerte. Pero ese cine que está básicamente hecho para legitimar el horror, el abuso, la depredación, no lo puedo aceptar. En realidad antes lo soporté pero siempre en función del análisis. De ver con quién se adoptan determinados puntos de vista, porque ese punto de vista te involucra.

He visitado muchísimos países y veo cómo ciertos gobiernos combaten el cine, el teatro, combaten la expresión, precarizándolo con un mínimo de apoyo, con un sinnúmero de pautas y cuando lo vuelcan se lo dan a ciertas personas y no a otras. Dicen que están apoyando el cine pero no, lo están dinamitando. Por ejemplo cómo sería apoyar un cine en un país latino. Por años tenemos presupuestos para 70 películas. Que no se puede. ¿Por qué? Porque no hay dinero. ¿Cómo que no hay dinero? Saquémosle un porcentaje a las entradas del cine, el mismo cine que sostenga al cine. ¿Algún problema? No, entonces de ahí ese monto lo dividimos en 50 proyectos. Ahora, ¿quienes eligen esos 50 proyectos? Que lo elija la misma gente, llamamos a este director, a este productor, al docente, tenemos un comité de 7 a 8 personas, un cronista, cada cual tiene un derecho a un voto, los proyectos son anónimos, ahí está.
¿Se puede o no se puede? No hay voluntad de que se haga.

Dime, ¿tus películas participan en los concursos del INCAA? ¿Alguna vez has ganado?
Sí, ahora ya tenemos apoyo para una cuarta. Tenemos subsidio, te lo dan por un largo plazo, se desvalorizan mucho, hay 30% anual de inflación, pero te lo dan. Lo que hacemos nosotros para fortalecernos con mis socios, es reinvertirlo en realidad por todo el dinero que ha entrado, hemos sacado un mínimo para poder subsistir y poder estar montando una estructura, yo estoy en estos momentos tratando de establecer otra productora. Sería Cinebruto por un lado y después abrir otra productora, Estudio Croma, que ampliaría hacia un espectro muy amplio que nosotros no podemos captar porque hicimos una productora de contenidos con Cinebruto, y Estudio Croma sería una productora de servicios, estamos muy en boga con este tema del clúster audiovisual. El clúster es una entidad, un fortalecimiento casi inmediato en cualquier área, pero debe tener ciertos lineamientos, si no se elige desaparece. Pero clúster es una fuerza de aquellos que por separado no tienen fuerza, y estamos fundamentando en estos tiempos justamente una rectificada provincia argentina, el clúster excede a cualquier formación que el Estado proponga. El Estado puede proponer polos, nodos audiovisuales, van a desaparecer, el clúster no, porque es siempre abierto e inclusivo, y cuando vos sos inclusivo sos imbatible. Los clústeres nuestros están abiertos a todo el mundo.

Fango, de Jose Campusano


Una respuesta

  1. […] la reciente obra de un realizador ya conocido en el Perú, Fantasmas de la ruta, del argentino José Campusano (Vikingo, […]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *