Festival de Cine de Trujillo: Pakucha (2021), de Tito Catacora

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Resulta difícil disociar a “Pachuka” de una película como “Wiñaypacha”, dos títulos esenciales de la cinematografía puneña hermanados no solo por el parentesco de sus respectivos realizadores, Tito y Oscar Catacora, quienes se embarcaron en este documental asumiendo los roles de director y productor; sino también por el singular acercamiento que ofrecen del mundo aimara desde una mirada austera, contemplativa y sumamente compenetrada con lo que se registra.

En la comunidad altiplánica de Jatucachi, una familia de criadores alpaqueros se reúne para realizar un antiguo ritual dedicado a la pakucha, el alma de la alpaca, que el documental presenta a la manera de un álbum etnográfico compuesto por 35 planos fijos, con sonido directo sin musicalización, salvo unos momentos en los que interviene un charanguista. 

Este grupo humano de mujeres y hombres, desde niños a ancianos, se encarga de cuidar y trasladar a más de 200 alpacas, haciéndolas participes de un acto ceremonial, la uywa ch’uwa, que comprende el arreado del rebaño hacia un corral cercano, seguido de la esquila y sacrificio de un ejemplar, el matrimonio de dos alpacas, el pago a la divinidad y una celebración final en que los comuneros comparten comida y baile.

A diferencia de prácticas ancestrales andinas más conocidas y espectaculares a nivel turístico como el chakku de vicuñas, que implica esquilar y acopiar la lana de cientos de camélidos en las reservas naturales, la uywa ch’uwa es de una escala menor, y por tanto resulta más íntima y amigable en relación con las alpacas y sus dueños quienes las tratan con mayor familiaridad. Una cercanía que la película consigue expresar en una puesta en escena que pone en relieve la capacidad de observación de la cámara -que combina la profundidad de campo con planos en conjunto y detalle- y el registro fidedigno de los diálogos en lengua aimara y del entorno natural, a cargo de la sonidista Rosa María Oliart.

Otro logro de “Pakucha” se encuentra en la composición visual, que en la mayoría de los planos, en ángulo ligeramente picado, traza curvas y formas circulares en la distribución de personas y animales Así se aprecia en las trayectorias del rebaño que conducen los alpaqueros, cuando se reúnen en la cabaña para invocar a la deidad y compartir el almuerzo, o cuando llega el momento de danzar y celebrar. 

A nivel formal, el círculo se convierte en expresión de la actividad colectiva, del espíritu comunitario y protector de un modo de vida. Es una cosmovisión que se vuelve en el revés de lo representado por el fallecido Oscar Catacora en “Wiñaypacha”, cuyos personajes quedan a merced del abandono y la hostilidad de la naturaleza ante la desintegración del núcleo social que los acogía. Se puede afirmar que ambas películas dialogan en oposición y se complementan, componiendo un díptico singular en el cine nacional. 

En su debut como director, Tito Catacora destaca al ofrecer un enfoque riguroso, hipnótico y esperanzador de una colectividad que renueva sus votos por la fecundidad y la conservación del ciclo vital. Y como pocas veces se ha visto en nuestro cine, la bandera peruana adquiere una presencia que va más allá de lo patriotero o institucional, convirtiéndose en gesto simbólico de pertenencia. Méritos que hacen de “Pakucha” uno de los mejores documentales peruanos de los últimos años. 


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