Ver cine antes, durante y después de la pandemia: una aproximación al perfil de consumidor limeño de cine peruano (2019-2022) 

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Lic. Silvana Jacqueline Alarcón Sánchez
Pontificia Universidad Católica del Perú, Perú
silvana.alarcon@pucp.edu.pe 

Licenciada en Comunicación con especialidad en Comunicación Audiovisual de la PUCP. Docente, investigadora y cineasta independiente. Trabaja temas relacionados al estudio de la ficción televisiva, narrativas de no ficción en el cine y audiencias cinematográficas.

Bach. Carlos Javier Caramantin Guzmán
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú
caramantin.guzman@gmail.com

Bachiller en Comunicación Social con especialidad en Comunicación Organizacional por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú. Crítico de cine y difusor cultural digital independiente. Investigador, asesor y coordinador de trabajo de campo en temas relacionados a cultura cinematográfica y televisiva, actividad audiovisual peruana y audiencias cinematográficas.

Resumen

El cine peruano carecía de una investigación sobre el consumo de su público. La reducción cuantitativa a cifras de taquilla ha impedido entender las percepciones, formas de consumo y motivaciones socioculturales de los espectadores. Enfrentando esto, el 2019 planteó un escenario particular: ¿A qué se debió el inesperado éxito en salas comerciales del documental “La revolución y la tierra”? ¿Quiénes consumen filmes de género tan taquilleros como «Once machos 2»? Este artículo recoge las aristas que ayudaron a crear una aproximación al perfil del consumidor limeño a partir del análisis del público que vio en el 2019 films de género y films independientes, y nos acerca a las formas variadas de ver cine peruano tras el inicio de la pandemia por la COVID-19. De esta manera, se explica el concepto de mutación del espectador como el proceso de cambios de consumo mediante factores internos, externos y experienciales

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Durante las últimas semanas, en la opinión pública se generó una importante conversación sobre el estado del cine nacional, luego de que se diera a conocer el proyecto de ley 5903/2023-CR de la congresista Adriana Tudela, que busca derogar la actual ley de cine. Este proyecto, bajo la excusa de supuestamente impulsar al Perú como atractivo cinematográfico de grandes productoras, en realidad afecta al cine peruano en muchas de sus variantes, como indican los gremios audiovisuales y diversos especialistas, pues restringe el presupuesto de los ya limitados estímulos otorgados por el Ministerio de Cultura. La respuesta de la congresista y otros miembros de su bancada fue que el público peruano no consume su propio cine, por lo que la inversión en los estímulos no está justificada. ¿Es cierto eso?

En ese línea, como una forma de explorar la relación del público con el cine nacional, en 2022 presentamos una investigación que buscaba establecer el perfil del consumidor limeño de cine peruano antes y durante la pandemia de la COVID-19 (2019-2021) [«Mutaciones del espectador en el Perú: Hacia la creación del perfil del consumidor de estrenos cinematográficos nacionales en el 2019 – 2021» – PDF]. Esa investigación se fue complementando este año con los datos que nos brindó la asistencia a las salas de cine durante el 2022, año en el que los cines pudieron extender sus aforos tras la reactivación. En este artículo buscaremos detallar los principales detalles de nuestra investigación:

El inicio

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La teta asustada (2009), de Claudia Llosa

El 2020 se vio marcado por una de las crisis sanitarias más complejas de la historia contemporánea. La pandemia ocasionada por la COVID-19 no sólo colapsó la economía, las instituciones sociales, políticas y de salud en la mayoría de los lugares del mundo, sino que también modificó las dinámicas de vida, consumos y la interacción humana a partir del aislamiento, voluntario o no, en el que nos vimos inmersos. 

En ese sentido, el arte y el entretenimiento parecían ser las únicas dos cosas a las que las personas se podían aferrar durante ese periodo de tiempo con uno mismo. Como comunicadores, ese año tuvimos la oportunidad de pensar qué tanto iban a cambiar los mecanismos de consumir cine en el Perú, pues ante la urgente virtualización de la mayoría de servicios necesarios para la subsistencia (la educación, la atención médica, el consumo de productos masivos, entre otros) para la incipiente industria de cine peruano se empezaba a asomar como un nuevo reto.

Hasta ese momento, el cine nacional mostraba una mayor vitalidad y diversidad. Justamente, si se remite a una cuestión temporal, la taquilla y los reconocimientos cinematográficos, desde películas como La teta asustada (2009) de Claudia Llosa, habían ido mejorando a nivel nacional e internacional. Empezaron a aparecer propuestas narrativas nuevas, dotadas de gran creatividad visual, ideológica y argumental que incrementaron su desarrollo, sobre todo en Lima. Este tipo de ficciones, no ficciones y documentales pueden ser categorizadas, desde la teoría revisada para esta investigación, como películas independientes.

No obstante, en el 2019 surgió una atípica convivencia en las salas comerciales entre esas películas independientes y películas de género. Estas últimas pueden ser categorizadas como los contenidos clásicos, narrativas de fórmula o de reproducción hegemónica que se nutren de un espectador acostumbrado a ellas para favorecer su lógica de mercado, construyendo un espacio de transacción económica de oferta y demanda. De esta manera, el asistente a salas de cine cobraba vital importancia dentro de la vida social de una película de género, pero las películas independientes también buscaban insertarse en el mismo flujo de asistencia.

El presente artículo, basado en la investigación ganadora del Concurso Nacional de Proyectos de Investigación en Cine y Audiovisual 2020 de la DAFO – Ministerio de Cultura, busca presentar los resultados obtenidos en la aproximación del perfil del consumidor limeño (adulto joven) de películas nacionales estrenadas entre los años 2019 y 2021, tras observar las características de consumo de películas de género y películas independientes. Asimismo, consideramos que resulta de vital importancia que este perfil se siga nutriendo, principalmente, a causa de las alternativas de consumo digitales surgidas en mayor medida durante la pandemia, por lo que presentamos, en este texto, datos actualizados de la taquilla y asistencia a salas del 2022, considerado el año de apertura de los cines con aforo completo. 

De esta forma, navegamos entre temas como la resolución del carácter social del cine, las nuevas formas de consumo de sus audiencias en constante cambio a partir de la pandemia y el streaming, el conflicto mercantil que surge de la aproximación que tienen los distribuidores hacía unos desconocidos consumidores y la red de percepciones que éstos últimos entretejen sobre lo que ven. Estos elementos los observamos para delimitar cuáles son las mutaciones de los hábitos de consumo del espectador peruano de esta época. 

Ante este panorama, se decidió que la metodología a aplicar debía ser mixta, ya que, desde un enfoque cuantitativo (500 encuestas aplicadas), permitía obtener data numérica para establecer los factores internos: estos son rasgos intrínsecos, demográficos y psicográficos que intervienen en la elección de una película. Los estudios de mercado fundamentan que la edad, el género, el nivel de educación, el nivel socioeconómico y el acceso a tecnologías pueden convertirse en factores que, según su evolución, fomenten el acceso a ciertos tipos de contenidos. 

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«La revolución y la tierra» (2019), de Gonzalo Benavente

En segundo lugar, los factores externos tienen que ver con el grado de exposición del espectador a los contenidos promocionales del marketing que tienen las cintas nacionales y sus respectivos canales de transmisión, hoy en día más digitales y acentuados a raíz de la pandemia. Todo ello influye en la decisión de la asistencia a una sala de cine e incluso en las recomendaciones del “boca a boca” que pueda convocar más público que la misma campaña en algunos casos.

Por último, los factores experienciales son los que se construyen tras el visionado de la película. Ofrecen una radiología de acciones y percepciones que surgen a la salida de la sala de cine en un momento dado, desatan el debate, las conversaciones y recomendaciones en espacios offline y online. La data recogida sirve para el acercamiento al perfil del consumidor limeño 2019-2021, desde una perspectiva de análisis sociocultural, que dé valor a las estructuras subjetivas y que sea capaz de observar las apropiaciones que cada grupo tiene frente a los contenidos señalados. 

En esta última parte cobra relevancia la metodología cualitativa, ya que estos factores fueron analizados en el público asistente, sobre todo, tras haber conversado por medio de la aplicación de 8 grupos focales (48 personas) sobre sus impresiones en dos películas reproducidas en salas comerciales de la capital en el 2019: Por un lado, Once machos 2, dirigida por Aldo Miyashiro, que fue la película de género con más asistentes de ese año. Por otra parte, La revolución y la tierra de Gonzalo Benavente, que tiene el logro de ser el documental más visto del cine nacional.

Hasta ese momento en el Perú no existía un estudio de este tipo. Un planteamiento metodológico mixto resulta sumamente necesario para entender por qué el 2019 resultó ser el peor año en la taquilla para el cine peruano, con solo 2.6 millones de espectadores (Chávez, 2020). Sin las conocidas secuelas de la comedia ¡Asu mare! (producida por Tondero), que fueron el boom de las salas de cine en sus años respectivos, y el cierre inminente de las salas durante la pandemia, el impacto fue evidente. En este sentido, los distribuidores y empresas que estudian el mercado cinematográfico no pueden determinar, desde su enfoque numérico y cuantitativo, el consumo cultural, la red de imaginarios, discursos y percepciones que surgen desde las particularidades individuales. 

Desarrollo de la actividad cinematográfica en Perú

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«¡Asu mare!» (2013), de Ricardo Maldonado

La naturaleza del cine es la de un producto cultural producido, distribuido y exhibido para un mercado masivo. En esa línea, el cine como industria nace en Hollywood a partir de la decisión autónoma de elaborar filmes de género, parte de una estrategia de venta que corresponde a una organización del sistema de producción y distribución cinematográfica. En relación con los paralelos entre este tipo de industria y el cine que se realiza en nuestro país, Bustamante (2018) afirma que en el Perú hay un primer grupo de películas compuestas por filmes de género orientados a un público masivo que reúnen los estándares técnicos requeridos por los complejos comerciales de multisalas (p. 436).

Dentro de este contexto, si bien en el Perú no existen los grandes estudios de producción equiparables a los de la industria estadounidense, Lima cuenta con algunas productoras cinematográficas que han concentrado la elaboración de estos contenidos. La más popular, Tondero, en el 2013 estrenó ¡Asu mare! (2013) de Ricardo Maldonado, basada en el unipersonal del actor Carlos Alcántara, que se convirtió en el primer gran éxito de taquilla peruano. Si bien, durante esos años, dicha empresa estrenó otras películas con narrativas no convencionales, con el tiempo se concentró únicamente en la producción de comedias; al igual que otras productoras radicadas en Lima como Big Bang Films, La Soga Producciones o AMA Producciones, todas con varios éxitos hasta antes de 2020. 

No obstante, Tamayo y Hendrickx (2019) señalan ciertos condicionantes o limitantes que coexisten con la aparente bonanza de producción cinematográfica que ocurrió en el país desde el estreno de ¡Asu mare!: los costos de producción, el financiamiento de estos, los pocos mercados a los que el filme peruano tiene acceso, los mecanismos de distribución existentes para acceder a esos mercados, y las características del mercadeo del producto cinematográfico peruano (p. 16).

En lo que respecta al cine independiente peruano, categorizado como todo aquel proceso de realización cinematográfica alejado de los grandes flujos de capital que pueden mover otro tipo de proyectos, este suele estar compuesto por producciones autofinanciadas, coproducciones, y obras producidas con fondos estatales o premios obtenidos por sus realizadores en el extranjero. Es por esa razón que la cuantificación de todo gasto que se pueda generar en un proyecto cinematográfico independiente es indispensable para su viabilidad. En la mayoría de los casos, estos proyectos cuentan con una nula o mínima participación de auspiciadores.

La pandemia y los hábitos de ver cine

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La directora Melina León (izq.) junto a Pamela Mendoza, protagonista de «Canción sin nombre» (2019)

Con el cierre de las salas de cine a causa de la pandemia por la COVID 19, y siguiendo una tendencia aplicada en otros mercados del mundo, varias productoras decidieron estrenar sus películas vía streaming, tanto desde servicios locales, como a través de plataformas globales. Este fue el caso de la cinta peruana Canción sin nombre de Melina León, cuyo estreno comercial estaba programado para el 2020, pero fue finalmente lanzada vía Netflix a toda Latinoamérica en enero de 2021. El camino del streaming fue también al que se adaptaron varios festivales de la región y de nuestro país, como fue el caso de las ediciones 2020 y 2021 del Festival de Cine de Lima y el Festival Al Este de Lima, entre otros. 

Las salas de cine finalmente volvieron a abrir en la segunda mitad de 2021. Ese año se estrenaron solo once películas peruanas en salas comerciales, con una afluencia aún restringida debido a las medidas para la prevención del COVID-19. Las salas recién pudieron atender a toda su capacidad en diciembre de ese año, que coincidió con el estreno de la película estadounidense Spider-Man: No Way Home, súper producción de Hollywood que marcó la vuelta de gran parte del público a los cines. 

Sin embargo, a las películas peruanas les costó ir recuperando la atención del público tras el levantamiento de las restricciones, pues ya desde 2019 se registraba un descenso en la asistencia de personas a los lanzamientos nacionales. La pandemia pudo haber consolidado una tendencia que se empezaba a asomar.

Perfil del consumidor

Tras el contexto señalado anteriormente, surge la necesidad de recopilación y cruce de información que este proyecto ha hecho tras la puesta en práctica de su metodología en el trabajo de campo. Con ello, hemos logrado una aproximación del perfil del consumidor limeño (adulto joven) de películas nacionales estrenadas entre los años 2019 y 2021, a partir de las características de consumo y las valoraciones que hay entre las cintas de género y cintas independientes

Perfil 1: Espectador(a) cinéfilo(a)

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«La bronca» (2019), de los hermanos Vega

Se trata de una persona fanática del cine que se refugia en el streaming y asiste al cine para estrenos internacionales y peruanos que considera importantes, así sea lejos de su lugar de residencia. Este perfil puede subdividirse en dos partes. El primero se trata de un grupo tipo A de jóvenes entre 20 y 23 años, cercanos en su formación superior a carreras de letras, humanidades y comunicaciones. Tienen un interés intrínseco que pueda nutrir su bagaje cultural.

Las variables de NSE o residencia no son determinantes al momento de escoger una película ya que, desde el abordaje cualitativo, se ha visto que lo que les atrae del cine es la variedad de nuevas miradas que pueden hallar en las películas de diversos géneros, así como nuevos mundos y nuevas realidades, ya sean de fantasía o más terrenales. 

También se pueden identificar los elementos sobre los que giran sus motivaciones en torno a la experiencia cinematográfica. Ello tiene que ver con la exploración de realidades en las narrativas, el conocimiento de distintas perspectivas (les motiva conocer qué desea expresar un determinado autor a través de su obra) y el poder reflexivo que el cine ejerce sobre ellos.

El segundo grupo ha sido nombrado tipo B y son adultos jóvenes entre 32 y 35 años de diversas profesiones. Tienen mayor preferencia por películas independientes peruanas, valoran la calidad narrativa y artística de la obra y poseen una mayor valoración e identificación con la presencia de manifestaciones culturales en las películas peruanas que ven.

Para este tipo de espectador el cine comercial es un medio de entretenimiento y socialización, mientras que el cine de estilo más independiente es una experiencia personal que requiere de mucha más concentración, por lo que asistir solos a las salas de cine es algo bastante normal dentro del hábito de ver películas. En ese sentido, hay un grupo de espectador de 32 a 35 años que tuvo la muestra más representativa al visionar películas peruanas como Retablo (Álvaro Delgado-Aparicio, 2019), Wiñaypacha (Oscar Catacora, 2017), Canción sin nombre (Melina León, 2019), La revolución y la tierra (Gonzalo Benavente, 2019) y La bronca (Daniel y Diego Vega, 2019).

Perfil 2: Espectador(a) social

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«No me digas solterona» (2018), de Ani Alva

La población estudiada ha manifestado la relación de los siguientes elementos puntuales en el acto de consumo en salas de cine: 

  • Asiste a las salas con familiares y amigos: son las personas con las que los participantes se acompañan regularmente, pues existe entre ellos la concepción de que el cine es un espacio social. La preferencia de días para asistir al cine estaba condicionada por las promociones disponibles, la expectativa de algún estreno o el compartir una actividad de entretenimiento los días de descanso laboral.
  • Busca promociones disponibles y está a la expectativa de algún estreno: la población estudiada ha manifestado la relación de tres elementos puntuales en el acto de consumo en salas de cine, frecuencia, dinero y cantidad de personas que incluye la salida al cine. Ello se ha podido anotar en el hecho de que la mayor parte del tiempo se ha señalado que el pagar una entrada al cine sin la posibilidad de una promoción resulta cara para todas las edades y NSE. También se habló de la compra de alimentos en la confitería y su elevado precio, pues algunos de los participantes consideran que ese es el verdadero ingreso económico de las cadenas de cine. Igualmente, hemos anotado que la población más joven busca promociones que no estén ligadas a una tarjeta de crédito. Sin embargo, a mayor edad, mayor ingreso promedio mensual y más disponibilidad entre las personas de ver películas peruanas que llegan a las salas de cine (o plataformas de streaming). 
  • Ir al cine es una actividad más de entretenimiento: sumado a ello, dentro de la experiencia socializadora de ver películas, hemos encontrado la relación que existe entre el ir al cine y el acto de divertirse. Por ejemplo, que un film sea divertido es muy relevante para el NSE D, presente en los distritos de Lima Norte, Centro y Sur. Y esa diversión está asociada a las películas de género. Los participantes de los grupos de discusión asisten a ver recurrentemente películas de acción, superhéroes y de otros géneros comerciales. 
  • Prefieren las cintas de género: durante la pandemia, los participantes fueron conociendo más plataformas y, en algunas oportunidades, usaron aplicaciones para ver películas a distancia con amigos y familiares. Aunque ya están acostumbrados al uso de estos espacios, algunos de los participantes no lo ven como un reemplazo de los cines, pues siguen asistiendo a las salas cuando se estrenan producciones que les interesa, y porque la experiencia de ir al cine les sigue resultando atractiva.  Zoom y Netflix Party para ver películas de manera remota fueron de las más populares dentro de un público de 20 a 27 años.
  • Ven películas peruanas, pero no suelen ser su primera opción: las cintas nacionales solo son consumidas si hay una gran expectativa mediática que llame su atención.

Perfil 3: Espectador(a) híbrido

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«La última noticia» (2015), de Alejandro Legaspi

Se detectó que se trata de una persona interesada en el cine que equilibra su acceso entre el streaming y la asistencia a salas, principalmente por cercanía a su residencia y precio. Sin embargo, es un grupo que manifiesta su objeción al precio de las entradas de cine. Las encuestas revelaron que, sin importar la edad, el lugar de residencia o los ingresos económicos mensuales, la población encuestada prefiere usar el streaming como medio de entretenimiento y consumo de filmes.  

También se suman factores que hacen que las personas sean más selectivas que antes a la hora de decidirse por ir al cine. En el caso de los participantes de este perfil, encontramos dos rasgos: la posibilidad de ver películas en casa (ya sea en streaming o por piratería) y la de no tener que lidiar con los protocolos de pandemia presentes hasta ese momento.

Sobre el hábito de ver cine como tal, este espectador detecta que ya existe algo de pereza de retomar la dinámica tras varios meses de para y porque no ha encontrado muchas opciones que capturen su atención. Sin embargo, no descarta recuperar el hábito de ir al cine y volver a sus dinámicas como algo positivo, pues lo extrañan, a pesar de las medidas sanitarias. 

Durante la pandemia, los participantes fueron conociendo más plataformas y, en algunas oportunidades, usaron aplicaciones para ver películas a distancia con amigos y familiares. Se mencionó que Movistar Play es una de las plataformas más usadas para ver películas nacionales de décadas anteriores. Muchos de los participantes también hicieron uso de piratería, a través de espacios como Cuevana y Stremio, para ver películas que no estaban disponibles en otras plataformas. 

La hibridación del consumo establece ciertas relaciones entre la oferta del cine, su ubicación y costo total de la experiencia. Algunos creen que la variación de precios puede estar sujeta a la ubicación de la sala y las condiciones de esta, no existiendo una oferta unificada equivalente a la inversión. Por ello, en el momento que se desarrolló la investigación, el streaming y la posibilidad de ver películas en sus plataformas era un factor determinante al momento de ir al cine, pues los participantes ponderan el precio de la membresía en una plataforma con el de una entrada a las salas, por lo que se animan a ver una película en ellas cuando esta les causa mucho interés o es considerado un evento importante al que no se puede acceder por plataformas, caso de Spider-Man: No Way Home. Asimismo, este tipo de espectador asocia directamente el consumo de cine peruano a plataformas digitales.

Perfil 4: Espectador(a) hogareño(a)

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«Videofilia (y otros síndromes virales)» (2015), de Juan Daniel Fernández

Este espectador consolidó su consumo cinematográfico dentro de casa a raíz de la pandemia, por el abaratamiento de los costos del streaming y la función compartida de este servicio. Estamos hablando de un público mayoritariamente joven que ya tenía experiencia viendo películas en plataformas o buscando cintas en diferentes páginas de internet. Como ya estaban acostumbrados a realizar el visionado de películas en casa por medios digitales, incluso con más frecuencia que asistiendo a salas, no se podría calificar esto como migración, sino como la consolidación de un tipo de consumo. Sobre los medios por los que vieron películas durante los meses de confinamiento, se mencionaron plataformas como Netflix, Prime Video, HBO Max, Mubi, Disney Plus, Claro Video y Movistar Play.

Respecto al consumo cinematográfico en el entorno digital, se puede identificar la flexibilización de las variables de tiempo y espacio, para priorizar el tema de la accesibilidad a contenidos exclusivos de ciertas plataformas. Este tipo de espectador está abierto a la diversidad de los contenidos, no hace segmentación entre cine de género o cine independiente, peruano o internacional, pues la variable de economía más comodidad en casa resulta la más importante. No obstante, cabe anotar que este espectador conforma el rango de los más jóvenes dentro del grupo analizado, dada su cercanía a los entornos digitales y, en términos de NSE, su acceso a dispositivos tecnológicos e Internet.

Asimismo, el concepto de colectividad, asociado antes a la característica masiva de la asistencia al cine, ahora se configura como disponibilidad de contenidos que se pueden encontrar en línea sin necesidad de altas inversiones o con la ventaja de poder compartir entre conocidos una suscripción de streaming. Por esta razón, podemos tipificar al espectador hogareño como una persona que no tiene acceso a estrenos peruanos independientes por temas geográficos y los ve únicamente en plataformas de streaming. A raíz de esto es que consideran que el cine comercial peruano podría verse en estos espacios, pues además muchas personas señalan no sentirse atraídas por ver comedias peruanas en salas, al asumir como algo certero que son producciones con deficiencias sus aspectos narrativos, actorales y de producción, principalmente. Finalmente, los participantes de las edades de 24 a 27 años, sobre todo, vieron bastante cine peruano en las plataformas, ya sea comercial, para entretenerse, o independiente, si quieren ver un producto más íntimo.

La audiencia en 2022: el regreso a las salas

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«El corazón de la luna» (2021), de Aldo Salvini

El 2022 estuvo llamado a ser el año de la recuperación, con el reto de volver a captar a un público cada vez más acostumbrado al streaming como su fuente principal de entretenimiento. Tras un 2021 lleno de limitaciones, el 2022 fue el primer año desde 2019 en tener estrenos durante todos sus meses. Se estrenaron un total de 29 películas peruanas en salas comerciales, un número muy cercano al que se estrenaron en 2019 (34 cintas en total). 

A pesar de la cantidad de estrenos, muchas propuestas de género, antes exitosas, se encontraron con un público que, a pesar de las grandes campañas de marketing, no respondió como posiblemente se estuviese esperando por parte de sus productoras, mientras que algunas opciones independientes volvieron a depender del llamado ‘boca a boca’ y la difusión en redes sociales por parte de espectadores satisfechos, alcanzando cifras de taquilla positivas dentro de las expectativas. De esta forma, el 2022 terminó siendo un año que dejó enseñanzas sobre lo que el público espera ahora que cuenta con más opciones: si se quiere que la gente vaya al cine, hay que convencerla de que la pantalla grande es su mejor opción y no una simple alternativa.

El panorama global

A nivel mundial, según datos recogidos por la web Otros Cines, la recaudación en taquilla fue de 25.900 millones de dólares durante el 2022, 27% más que en 2021, pero un 35% menos en promedio que en los tres años anteriores a la pandemia. Avatar: el camino del agua de James Cameron y Top Gun: Maverick de Joseph Kosinski encabezaron las listas de taquilla en el planeta, seguidas por varias secuelas y adaptaciones de franquicias muy populares. Cabe anotar que algunas de estas películas, a pesar de convertirse en éxitos para el contexto, recaudaron menos que varios de sus lanzamientos anteriores pre pandemia. 

Las dos películas mencionadas incluyeron en su material publicitario la importancia de verlas en el cine, resaltando que era la única forma de experimentar en su máxima dimensión los logros técnicos obtenidos, algo en lo que coincidía el público luego de verlas. La nueva película de Top Gun llegó al streaming casi siete meses después de lanzarse en cines, al igual que la nueva de Avatar; muy diferente a otras producciones que tenían ventanas en salas mucho más cortas previas a sus lanzamientos en streaming.

La audiencia peruana del 2022

Como en todo el mundo, el 2022 en Perú fue -por mucho- un mejor año a nivel de espectadores que el 2021. La asistencia en cines peruanos aumentó en un 125% en relación con el 2021, aunque todavía con un 41% menos de lo registrado en 2019, último año antes de la pandemia (Wong, 2023). Es importante mencionar también que solo siete películas superaron el millón de espectadores (en 2019, lo consiguieron 15 estrenos), y una sola película peruana aparece en la lista de 25 películas más vistas del año (No me digas solterona 2 de Ani Alva Helfer), con poco más de 277 mil espectadores, lejos de lo que congregaron Once machos 2 (653 mil) y Recontraloca (525 mil) en 2019. Cifras relativamente bajas para este tipo de producciones nacionales.

Tabla 1: Películas con mayor cantidad de espectadores en Perú en 2022 (fuente: Maykoll Calderón)

Como se observa en la Tabla 1, las franquicias populares fueron las que dominaron la taquilla nacional en 2022. Las diez películas más vistas del año en nuestro país fueron secuelas o reboots de sagas cinematográficas con mucho alcance y gran cantidad de fanáticos. Así vemos que la audiencia peruana ha ido recuperando al cine como un espacio importante en sus actividades. Si bien no se ha retornado a las cifras que antes impulsaron una oleada de récords de asistencia, notamos que poco a poco encontramos a un sector con un mejor panorama para los años posteriores. 

Sin embargo, también se observa una alineación más fuerte hacia las propuestas internacionales por sobre las alternativas realizadas en nuestro país, incluso más que en años anteriores, donde muchas producciones nacionales de género competían de forma directa con títulos taquilleros realizados en Hollywood. Solo cuatro películas no producidas originalmente en inglés aparecen dentro de las veinticinco más vistas del año (y solo una de ellas es peruana). Y según datos publicados en Cinencuentro, de las 29 películas peruanas estrenadas en 2022, solo 15 llegaron a la tercera semana de proyección, y solo 9 pasaron a una cuarta semana o más. 

Tabla 2: Películas peruanas que superaron los 10.000 espectadores en 2022 (fuente: Cinencuentro)

Los 279 812 asistentes conseguidos por No me digas solterona 2 de Ani Alva Helfer, la película más vista de 2022, fue una cifra bastante lejana a los 868 482 personas que llevó su primera parte en 2018. Como se indicó anteriormente, en 2019, la película peruana más vista fue Once machos 2 de Aldo Miyashiro, con más de 653 mil espectadores, lo que ya representaba un descenso en relación con las cifras de asistencia que obtenían otras películas peruanas de género, como las pertenecientes a la saga «¡Asu mare!»

Si bien la pandemia afectó la performance de muchas propuestas, esta reducción en el alcance de producciones peruanas de género ya se anticipó desde temporadas anteriores. Temas como las historias repetitivas, la poca diversidad actoral y el streaming aparecían como las principales razones por las que el público ya no se ve muy interesado por este tipo de películas, según nuestros datos recogidos en las muestras. Lo que hizo la pandemia, de alguna manera, fue consolidar esta situación.

Con las películas independientes, el escenario siempre maneja factores distintos, como la poca cantidad de salas disponibles, el que solo puedan verse en cines ubicados en los distritos más acaudalados de Lima, y la reducida publicidad inicial. Sumado a la normal reducción de público a causa de la pandemia, las películas independientes tuvieron posiblemente el doble de complicaciones para poder acceder a una audiencia mediana en su paso por los multicines. En medio de esta situación, aparecieron propuestas que consiguieron captar la atención de la gente y congregar una importante cantidad de público.

El caso más llamativo es el de Willaq Pirqa de César Galindo, comedia dramática realizada en quechua que logró convocar a más de 80 mil personas. La película se estrenó en medio de un contexto político muy convulsionado en diciembre de 2022, lo que le impidió obtener un alcance importante a nivel de marketing en sus primeros días. En su primer fin de semana, la cinta convocó solo a 2300 espectadores. Por esta razón, se le redujo el número de pantallas en las dos semanas siguientes, posiblemente esperando por una rápida despedida. Sin embargo, en la tercera semana (la penúltima del año), la película recibió un gran impulso, superando incluso los resultados de su primera semana, y terminando el año con más de 11 mil espectadores. Esto sirvió no solo para recuperar varias de sus pantallas perdidas, sino para obtener nuevas en otros espacios de Lima y el Perú donde no se había estrenado originalmente.

El impulso que recibió Willaq Pirqa está muy ligado a las redes sociales, donde espectadores satisfechos con la película iniciaron una campaña no oficial para recomendarla y que esta pueda mantenerse más días en cartelera. En ese momento, varios medios de comunicación empezaron a ver el crecimiento en espectadores y se realizaron notas en varios espacios digitales destacando cómo la película logró penetrar en el público recién semanas después de su estreno, generando un boca a boca importante para que más personas puedan ir a verla. La cinta se mantuvo más de 12 semanas en cartelera.

Mención a Willaq Pirqa en la prensa nacional tras destacar en la taquilla (Fuente: La República)

Y si bien lo de Willaq Pirqa es un éxito por destacar, también refleja que el público está abierto a historias distintas, pero que siempre se va a requerir del impulso externo para conocerlas, así como el privilegio de poder asistir a las pocas salas de cine donde este tipo de películas suelen estar disponibles. Willaq Pirqa se estrenó en Lima Norte, Lima Sur y en varias ciudades del Perú después de que empezó a llenar las pocas salas que tenía y ante la presión de las redes sociales. Obtener más salas es una acción menos común de lo que se podría suponer, pues las cadenas de cine buscan siempre liberar horarios para entregarlos a los nuevos estrenos semanales. Willaq Pirqa ha sido una excepción que será difícil determinar cuándo se repita. A pesar de los cambios en las costumbres que nos dejó la pandemia en la vida regular, parece que el acceso a salas de cine de películas peruanas de corte independiente se sigue manteniendo igual. 

Conclusiones y recomendaciones

Ante la propuesta de una primera aproximación del perfil del consumidor limeño de estrenos nacionales durante el 2019 – 2021, el cambio del paradigma del acto de ver tras el confinamiento y la migración completada hacia el streaming el 2021 y el 2022 fueron factores claves para validar las caracterizaciones del perfil de los espectadores que hemos podido obtener. En este orden, tras la validación de las encuestas (500) y las conversaciones con los 48 espectadores de estrenos nacionales desde el 2019 en adelante (adultos jóvenes de 20 a 35 años) dentro del marco de los grupos focales realizados, los cuatro perfiles obtenidos (espectador cinéfilo, social, híbrido y hogareño) presentan una tipificación de un enfoque abierto y con la consciencia de que está sometido a una constante validación con las nuevas tendencias y cambios en el consumo. 

Sin embargo, plantear un primer acercamiento a nuestras audiencias de tipo cualitativo permite cuestionar la idea de que las ofertas culturales son canales neutralizantes que sirven solo para transmitir contenido simbólico a los públicos, sin alterar sus lazos con los demás. Los sentidos variables de las prácticas de acceso cultural se transforman en el tiempo, remiten a construcciones sociales, a actividades socialmente móviles que impiden que se las pueda caracterizar de manera unívoca o permanente.

Por esta razón, son igualmente diversos y cambiantes los roles que asumen los públicos, dependiendo del espacio-tiempo en el que se encuentran. Tras lo recopilado en este trabajo, consideramos que se ha abierto el campo a una mirada que busca entender no solo la recepción de las películas de manera numérica y objetiva, sino también el conjunto de procesos que atraviesan y condicionan la relación con ellas, así como su rearticulación con procesos mayores de producción de sentido y filiación hacia el consumo de cine peruano, tal y como se ha podido ver tras la asistencia a salas de las ya conocidas Once machos 2, La revolución y la tierra o la reciente Willaq Pirqa

Esta tarea de estudio y análisis de públicos se encuentra en un ejercicio constante de renovación en el tiempo para poder lograr encontrar un conocimiento unificado de las motivaciones y percepciones que se generan en los públicos frente a la producción, cada vez más creciente, del cine nacional. Este año 2023 viene siendo una prueba constante para analizar cómo el público peruano se va a encontrando con su cine tras los años de pandemia y cómo ha evolucionado la tendencia al streaming. Películas como Soltera, casada, viuda, divorciada fueron un éxito de taquilla en cines, mientras que se espera ver los resultados finales de últimas propuestas como El caso Monroy, Pirú, Susy, una vedette en el Congreso, La erección de Toribio Bardelli e Isla bonita.

Finalmente, también recomendamos como aspectos relevantes a ser investigados los diversos mecanismos y decisiones que median entre la producción del cine y su consumo: las políticas cinematográficas, las actividades de distribuidores y exhibidores, la configuración de los sistemas de salas, el acceso y las regulaciones de las plataformas de visionado online. Proyectos como el impulsado por la congresista Tudela carecen de la información necesaria para comprender la importancia de analizar estas aristas. El cine nacional requiere de compromiso, no de impulsos que en realidad son limitaciones.

«El caso Monroy» (2022), de Josué Méndez

Bibliografía

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* Imagen de portada, generada con IA con tecnología de DALL·E 3


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